domingo, 14 de abril de 2019

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE BERCIANOS DE ALISTE 2019


PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE BERCIANOS DE ALISTE 2019
(La pasión de un pueblo)

Celedonio Pérez Sánchez






        Soy Celedonio Pérez Sánchez, zamorano nacido en Sanzoles, en el corazón de la Tierra del Vino. Periodista y cultivador, amante del ámbito rural, de la cultura agraria y de todas las culturas. Enamorado del sentir popular y de las tradiciones, retazos vivos de un tiempo pasado, ese que hicieron nuestros padres y abuelos. Estoy muy preocupado por lo que está pasando en los pueblos, que se están desangrando y muriendo sin que nadie levante un dedo para denunciarlo allí donde hay que hacerlo. Estoy muy orgulloso de estar aquí junto a ustedes y espero que me perdonen por mi arrogancia…

        Señor cura párroco, hermanos cofrades, vecinos, autoridades, señoras y señores, amigos, voy a iniciar el pregón contándoles un milagro…

        Fue una tarde imprecisa, borrosa, de esas que dejan rocío en la cabeza. Era abril seminal, cuando la tierra bulle y se abre a la vida. Llovía como quería mi padre que lloviera: con crespón de neblina y la humedad brotando de la tierra. Las gotas gateaban hacia el cielo, buscando arriba explicaciones. Un Viernes Santo con mantas de mulas cubriendo el horizonte. El verde del grano durmiente se hizo mar profundo, revuelto por corrientes inmóviles que se pegaban al verde sucio de los campos.

        Manchones grises e inquietudes nos sacaron en volandas de la Tierra del Vino donde las lomas se pintan de chaguazos. Miramos al norte, escrudiñando el manantial, donde alboreaba una lágrima de claridad; las luces del coche titilando goterones mientras avanzamos entre pueblos de adobes desdentados, piedras de aristas perfiladas y caminos desdibujados por el agua. Pasaban ya las cuatro de la tarde cuando llegamos al corazón de la provincia que palpitaba inquieto. Fue un milagro.

        Ni los arroyos ni el Aliste se habían desbordado. Bercianos estaba allí, culebreando en medio de un hoyo roto por las ramas acaracoladas de los fresnos. El pueblo, piedra y pizarra, lucía resplandeciente. De la lluvia solo quedaba una pátina de claridad doliente sobre la iglesia de San Mamés que aparentaba divina proporción. Los coches afeaban los caminos sin baches, repletos sus huecos de agua bendecida.

        Una gran multitud se apiñaba en la plaza. En el centro, una cruz y un hombre clavado en ella. Al lado una mujer dolorosa con la cara cubierta. Todos buscando inmortalizar el momento, unos con cámaras de fotos pegadas a sus manos, otros con el alma a la intemperie buscando que el sentir reventara. El hombre muerto fue descolgado con extremo cuidado, con mimo. Se oyó una voz: “Quiten el letrero…, la corona…, los clavos…”. Y las órdenes fueron cumplidas sin rechistar. Silencio en medio del bullicio. Y lágrimas, que yo las vi.
        
        El hombre desnudo, de tez cadavérica, fue cubierto con una sábana blanca y depositado con mimo en un féretro añoso con ventanas de cristal apagado. Se oyó el llanto de un niño justo cuando el cortejo fúnebre respiró. El maraño multicolor con una gran veta alba se revolvió sobre sí mismo e inició una marcha lenta, acompasada. Ya nadie miraba al cielo que dejaba escapar la claridad a través de una persiana glauca.

        Varios jóvenes con pañuelos de colores abrazando sus cabezas y esgrimiendo lanzas de hojalata escoltaban al muerto, que respiraba soledad en la urna. La procesión fúnebre, una mimbre tiritando dolor que estiraban más de dos centenares de cofrades y mujeres, caminaba con pasos armónicos, dolida por los años y abrazada por el tiempo. Resaltaba entre el verde abrileño el blanco níveo, sayal de penitencia. “¿Esas son las mortajas?”, preguntó una mujer vestida de grandes almacenes, “sí”, contestó otra, “calla…”. Detrás, hombres, la mayoría de tez campesina, siguieron el camino empinado, ataviados con capas pardas manchadas con jeribeques apenas perceptibles, escondidos entre la domeñada lana de oveja.

        La mujer dolorosa llevaba en su caminar el castigo de la pena, que no lograron enjugar las jóvenes que iban a su lado. Ni las sombras que marchaban con la cabeza agachada mirando las entretelas del camino. Entonces me acordé de mi madre, de las noches de velo prieto y puchero de papel, cuando lloraba junto a la Soledad.  Y sonó una voz gastada, de arena de arroyo cristalino: “Miserere mei, Deus, secundum magnun/ misericordiam tuam…”. Y el alma se nos encogió. Valentina me apretó la mano. “Ya me ves postrado aquí con penitente dolor…”. “Amplius lava me ab iniquitate mea”.

        El murmullo de la concurrencia no logró ni un momento desviar al cortejo fúnebre del dolor, simbolizado en los cruceros de piedra. Aquello debía ser el Calvario, Gólgota de salvación al que se llega tras penar mil veces y pasar decenas de rubicones sin mojarse. “¿Qué quieres de un pecador que se concibió en maldades?”. Los clics romos de los fotógrafos no consiguieron romper la hora. Los recuerdos hicieron una escalera en el cielo. ¡Dios, todos miramos al muerto, buscando respuestas! La sábana que cubría el cadáver se movió. Fue un instante intenso que coincidió con la espiración de la sincopada brisa abrileña.

        La comitiva giró sobre sí misma y se dejó caer, ladera abajo, estirándose como un ronzal de cuerda frágil. El pueblo, al fondo, lloroso, vacío, gris, moteado de verde esperanza. La procesión, viva, formando un cuerpo propio, sin cofrades, sin mujeres, marchando por sí misma, como una neblina en la madrugada que quiere y no quiere, un río de sensaciones. Todos con el corazón abierto, como la pradera del valle de abajo tras la nieve tardía de febrero. Los visitantes, rebujados en la pena, con la sensación de que algo se nos había despegado, de que algo se nos había clavado muy dentro. Habíamos vivido el milagro del sentir.

        Fue la primera vez que presencié, que viví, la procesión del Santo Entierro en Bercianos, después ha habido otras, pero nunca tan transcendentes como la primera. Fue la de los milagros, por dentro y por fuera. Descubrí que la vida se consume por capítulos. Y que yo, tras lo vivido en el corazón de Aliste, abría y cerraba episodio. Sería ya siempre un cristiano viejo, de los que sienten debajo de la piel, de los que nunca encuentran respuestas porque quizás no las hay, de los que aman las tradiciones porque ahí está la vida de nuestros antepasados, de los que comulgan con los que están al lado, con los sufrientes.

La Pasión en el ADN

        La oportunidad de estar aquí, pregonando la Semana Santa de este rincón zamorano, la Pasión rural más conocida del mundo, un ejemplo, arquetipo y paradigma de religiosidad popular no popularizada, me ha hecho deudor de por vida de este pueblo, de sus gentes.  Al intentar ahormar este alegato en defensa de la pureza de una celebración singular, que ha logrado hacer de lo más sencillo lo más conocido, de lo más pequeño lo más grandioso, me he dado cuenta de que lo más importante es que presenciar, revivir esta manifestación, me ha hecho mejor, nos hace mejores a todos.

       También he descubierto que soy un atrevido al haber aceptado el ofrecimiento de Fernando de estar aquí, en este púlpito sagrado; soy un arrogante al hablaros a vosotros de vuestra Semana Santa, a vosotros que nacéis marcados por la cruz, que lleváis la Pasión en el ADN, que iréis al más allá ataviados con el vestido de cofrade, porque aquí la mortaja, como escribió el gran poeta zamorano León Felipe, “no es triste ni sombría/la mortaja no es más que un ligero vestido de viaje”.

        Pido solemnemente perdón por pretender emular a quienes me precedieron en el afán de engrandecer con palabras un hito que representa como ningún otro el alma rural doliente. Es imposible igualar ni la erudición ni la fuerza expresiva de José Luis Alonso Ponga, Joaquín Díaz, Ricardo Flecha, Vicente Díez, José Ángel Rivera de las Heras, Pedro García González y Luis Jaramillo; no lo pretendo, solo quiero licencia para intentar hacer justicia y defender la autenticidad de esta Pasión que nace entre lágrimas de granito y se esconde entre las vetas más brunas de la pizarra gastada que acoraza el corazón líquido de los alistanos.

Ostracismo oficial

        Porque el primer milagro de esta celebración es haber sobrevivido a los tiempos, mantenerse viva más de cinco siglos, haberse convertido en un acontecimiento provincial, nacional e internacional a pesar del ostracismo oficial que se prolongó durante muchos años, auspiciado por la jerarquía semanasantera de otros municipios, incluido, por qué no decirlo, el de Zamora. Afortunadamente, todo ha cambiado y ahí está para probarlo la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional y Bien de Interés Cultural Inmaterial (BIC). Se ha hecho justicia humana con quien nunca la ha pedido, porque humildad siempre ha sobrado en esta tierra de trabajo y sudores, de bien hacer y estoicismo. Aquí en Bercianos, aquí en Aliste nunca la palabra ha servido para quejarse, sí para dar ánimo al vecino en las tareas colectivas, un ejemplo para todos los zamoranos por hacer del esfuerzo compartido el mejor estandarte para luchar contra una naturaleza no siempre amable.

        Está no es la “otra” Semana Santa de Zamora, la humilde, la de los labriegos y amortajados, es la Pasión de la provincia en mayúsculas, la que refleja desde lo más hondo como vive el campo el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo. Aquí no hay alharacas ni pasos acolchados por flores recién almidonadas ni cofrades que presuman de cargar con tal o cual figura para alimentar el ego o la autoestima, sobran el “postureo” y los gestos ante el espejo de los espectadores, aquí todo es autenticidad y sentimiento, la sencillez del devenir de unas gentes que tienen en su origen su condición y mayor orgullo.

Un espejo de vida
       
        Bercianos no escenifica la Pasión, pone el espejo que refleja la vida y la muerte que pasa por la puerta. Los nacidos y mecidos en estas tierras, que dan alimentos comprimidos pero exquisitos, no representan, viven el entierro de Cristo, el hermano mayor, un cofrade más que está junto a ellos todo el año. No asisten al cortejo fúnebre para que los vean, para buscar su posición dentro del colectivo, están para sentir, para sufrir, para llorar la pérdida de uno de ellos. Y lo mismo hacen cuando se unen al desgarro de la Dolorosa o sienten la explosión de felicidad que trasciende la procesión del Encuentro, el símbolo de la Resurrección, el misterio que da sentido al Cristianismo y lo libera de la negrura y el túnel de la muerte.

        La Semana Santa de Bercianos lo que clava en el marco rural es un conjunto de vivencias grupales e individuales. Existe como existe porque sale de abajo, donde vive el sentir colectivo. Hay tradición, claro, no se puede tapar con algodones lo que fluye líquido, pero hay más, hay una participación viva que bebe en las raíces. Nada está pensado para que los foráneos hagan fotos e intenten robar el alma de esta tierra para llevarla lejos como trofeo de caza. No estorban los turistas, como se dijo tiempo atrás desde fuera, qué va, pero nunca se ha pensado en ellos cuando los naturales se tapan con mortajas, capas pardas o velos. No hay contaminación porque no hay intereses; lo que mueve a los nacidos en esta tierra es la fuerza del origen, esa condición que nos hace diferentes porque distinta es la naturaleza que nos rodea y ha abrazado a nuestros antepasados.

        Quizás las señas de identidad de esta celebración religiosa, porque nunca sobra repetir que es religiosa y que está arropada por la fe, haya que buscarlas en la historia, en el devenir y la dependencia eclesial de esta zona de la provincia, que vivió durante siglos pegada a la diócesis de Compostela (hasta el XIX no fue incorporada a Zamora). La lejanía de Santiago, según concluye el antropólogo zamorano, Francisco Rodríguez Pascual, al que tanto debe este pregón y este pregonero que gozó de su amistad y sapiencia, propició una religiosidad autóctona y popular más vigorosa que en otros lugares. Y también un conocimiento teológico más elevado ya que los párrocos que han pasado por el lugar han tenido gran autonomía y conocimiento, que han sabido transmitir a los parroquianos. Durante cientos de años la religiosidad cristiana de Aliste ha convivido con la praxis mágica, representada por el curanderismo.

Cofradías

        Las cofradías que han existido en Bercianos, además de la del Santo Entierro actual, las del Rosario, Ánimas, San Cosme y San Damián, Hijas de María y otras, además de funciones religiosas siempre han cumplido labores sociales y asistenciales, atendiendo sobre todo la demanda de los menos favorecidos y el mandamiento de Cristo. Esta tierra siempre ha sido solidaria y comprometida y sus gentes muy activas, conservadoras de lo suyo. No es de extrañar, por tanto, que haya habido más de un estudioso que haya citado a la comarca alistana como la quintaesencia de la zamoranía, ese singular sentir, profundo, sincero y honesto que nos define y que llevamos como mochila los que hemos nacido dentro de este mapa de pistola, trazado a punta de cuchillo.

        Bercianos no es solo el Santo Entierro y esa forma natural de entender la muerte como el final del camino y el principio del todo. Es toda una Semana Santa plagada de momentos que se clavan como navajas en los huecos del sentimiento, donde más duele, donde más alegra. Es el Domingo de Ramos de regocijo para los mayores y respiro para los pequeños. Es la celebración de la Penitencia el Martes Santo. Es el Monumento, que se eleva como expresión de fe y alabanza al Salvador y a la naturaleza de la tierra. Es el Jueves Santo la Eucaristía de la cena del Señor, la procesión, donde las capas pardas marcan el camino de un singular Vía Crucis que se enrosca en el Calvario para implorar perdón y fuerza ante lo que está por venir; el Miserere en latín venteado que suena a quejido, a lamento por culpas que no se han cometido; el otro en castellano, el de Fray Diego José de Cádiz, que con voz gastada de mujer penetra donde más estremece; las Cinco Llagas que aquietan la fe; el Juramento del Beso de Vara de los nuevos cofrades; la Hora Santa para el recogimiento que se anuncia a golpe de traqueteo de matraca que rompe corazones y vigilias, a la vez que limpia las almas de telarañas. Son los Santos Oficios del mediodía del Viernes Santo que allanan y purifican el espíritu de los vecinos ante lo que ya alumbra: el Sermón del Descendimiento y la procesión del Santo Entierro, antes de que la Dolorosa recorra el pueblo penando su sentir y abriendo la espita del desasosiego y las dudas, que diluye el Stabat Mater en la oscuridad más absoluta, preludio del canto cristalino de la Salve.

La mortaja que invita a sentir

        Y es la Procesión del Encuentro del Domingo de Resurrección, que escenifica un canto de fe y esperanza. Este es el gran mensaje de la Semana Santa de Bercianos, que entiende la muerte a través de la vida. Se pone la mortaja para sentir, para enterrar al Hombre-Dios. La Pasión y Muerte de Cristo es la pasión y muerte del hombre, pero Cristo resucitó y este mensaje es el que vivifica y da sentido. Los naturales de este pueblo alistano lo saben cómo nadie y esperan el más allá, pero viven el más acá y lo festejan con celebraciones como las pastoradas cuando se inicia el ciclo de regeneración coincidiendo con la Navidad o las fiestas patronales de San Mamés. Las celebraciones cristianas no existen sin alegría y esta no se entiende sin la presencia de la madre de Dios. La religiosidad cala profundamente y va más allá de cualquier interés. Aquí se siente y se hace, ya está. Y se tiene en cuenta la tradición, el cordón umbilical que une presente y pasado formando un nudo ante el oleaje que ya apunta en la espuma del futuro.

        No hay que olvidar tampoco un componente ajeno a la celebración de este pueblo que la abriga y la proyecta hacia el exterior. Es la estética. Esas hileras de cofrades y mujeres de luto riguroso ascendiendo hacia el Calvario entre la naturaleza apenas domeñada componen escenas de una belleza que cala. La mezcla del recogimiento, la profundidad y la verdad ensalzan el escenario que queda enganchado a los recuerdos de los espectadores, muchos impactados por esa determinación y autenticidad. Aquí se vive con intensidad la peregrinación hacia el interior en busca de la verdad, nada que ver con manifestaciones religiosas sobre todo del sur de España que suponen una salida al exterior. Aquí, el marco natural y el marco que dibuja la fe, junto a una religiosidad formada e informada, componen el cuadro, que es real, es honesto, hace sentir y transmite. Es el arte de lo sencillo, que impacta y llega a los rincones del alma más escondidos.

        Si no ha ocurrido hasta ahora, es difícil que ocurra, pero no se puede bajar la guardia y hay que estar vigilantes. Hay que encastrar sacos terreros para evitar que la presencia masiva de espectadores, de turistas, haga de la Semana Santa de Bercianos un mero espectáculo. Que la gente, según apuntaba ya hace décadas Francisco Rodríguez Pascual, venga, pero que lo haga movida por la fe o al menos con la disposición de respetar las creencias de este pueblo y mantenga un comportamiento digno.

La religiosidad de abajo

        Lo que aquí se manifiesta es la pureza de la religiosidad que nace de abajo, no se pueden construir presas en los ríos que arrastran la verdad. Hay que respetar el sentimiento que vive dentro de las mortajas y hacer posible que los cofrades se centren y se concentren en su universo, al que llegan desde la fe y desde el camino de la pasión humana. Para muchos procesionar en su pueblo es el hecho más importante del año, no acabemos con esta ilusión ni con ese ejemplo al mundo que supone y amplifica todos los años la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

        Para ir acabando, les pido perdón de antemano por la sugerencia que les voy a plantear desde este púlpito. Entiendo que sería un paso adelante reconstruir la ermita que hasta hace unas décadas estaba situada a las afueras del pueblo, junto a la carretera que unió Galicia y Castilla, y que, según algunas fuentes, servía de cobijo a Cristo Yacente tras la procesión del Santo Entierro. Entiendo que su recuperación supondría un reto y un plus para la celebración que junto, al magnífico centro de interpretación ya abierto, ejemplo de hibridación entre lo tradicional y lo moderno, serviría de polo de atracción para los visitantes y una forma de avanzar hacia el entendimiento del pasado como candela de futuro.

        Manifestaciones como la Semana Santa de Bercianos, no lo olvidemos, son una manera de luchar contra la despoblación que amenaza con llevarse por delante todo el ámbito rural zamorano y de muchas provincias de interior, la zona conocida como España vacía. Las celebraciones populares entroncadas en la tradición y selladas por la fe católica son símbolo de permanencia en el tiempo y, por tanto, un seguro de vida ante el devenir suicida que viven los pueblos, dejados de la mano de los hombres y, sobre todo, de aquellos que tienen la obligación de gestionar lo que está por venir.
Elevemos plegarias al Señor para pedirle que mantenga viva la sociedad rural, que no deje que los pueblos se diluyan por la gatera del olvido, que preserve la cultura agraria como símbolo de riqueza y variedad, además de cofre de las enseñanzas de nuestros antepasados. Es nuestra obligación y responsabilidad mantener vivo un universo que ha regido la vida humana desde el principio y que ha servido para hacer preguntas y dar respuestas sobre nuestra condición. Es preciso agarrarnos a la fe católica para creer en la resurrección y demandar pueblos llenos de vida. Roguemos al Señor para qué Bercianos bulla todo el año como lo hace la tarde del Viernes Santo.

        Y ya para terminar esta disertación permítanme que formule una plegaria a Cristo, el hermano cofrade que será enterrado el próximo viernes.
                                                      
                                                           Muerto dicen que vas
                                         
                                          Muerto dicen que vas, pero es mentira
                                          que te he visto llorar entre cristales.

                                          Qué castigo, por Dios, todos los años
                                          morir cuando renace el fresno
                                           y la primavera se enrosca en el Aliste.

                                           Esta tierra tan dura se entristece
                                           cuando vas de la cruz hasta la urna
                                            y yacente te llevan al Calvario.

                                            Bercianos se entierra en Viernes Santo
                                            y acompaña al hermano más querido,
                                            tarde de luto blanco, de pesares,
                                            de amortajados campos, de recuerdos.

                                            Misericordia, Señor, cuánta injusticia
                                            prendida en el albur seco del tiempo.

                                            Deja solo que un año en vez de entierro
                                            te llevemos andando hasta la vega,
                                            a enseñarte los prados, los negrillos,
                                            que veas correr el agua entre las piedras.

                                            Queremos que vivas con nosotros,
                                            que hagas la sementera del centeno,
                                            necesitamos verte en nuestras tierras,
                                            sentir que santificas nuestra vida,
                                            que contigo no vamos a  morir nunca
                                            ni tampoco el perfil de nuestro pueblo.

                                            Santísimo Cristo aparta de esta tierra
                                            la amenaza del vacío, de la despoblación,
                                            que sintamos siempre el mismo sol
                                            que dio cobijo y fuerza a nuestros padres.

Marzo de 2019

sábado, 6 de abril de 2019

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA EN ALCAÑICES 2019

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA EN ALCAÑICES 2019

Luis Manias Dacosta

     
 Buenas tardes a todos. Mi intención era hacer mi presentación para los pocos de los aquí presentes que no me conocen. Pero se ha dicho ya todo y más sobre mí, que se podía haber resumido en que solo soy un sencillo jubilado y medio-vecino de Alcañices, ya que me reparto el año al 50% entre Alcañices y Valladolid.

Bien, he de recordar, por obvio que parezca, que lo que vamos a celebrar a partir de los próximos días durante la S. Santa son los más grandes misterios de nuestra redención: La pasión, la muerte y la resurrección de Cristo con unos ritos que tienen una especial dignidad, por ello debemos asistir a los mismos, no como meros espectadores, llevados de la rutina o de la curiosidad, sino penetrando en su sentido espiritual y litúrgico.

No voy a hacer un relato cronológico de los distintos actos religiosos, oficios o procesiones de nuestra S. Santa, voy a contar mis vivencias semanasanteras a través de aquellos actos, no todos, solo los que más me impactaron y que pueden también evocar algún grato recuerdo y mover a la religiosidad de alguno de los aquí presentes.

La S. Santa en Alcañices, la he vivido en dos etapas distintas de mi vida, más intensa la primera, más pasiva la segunda pero más reflexiva.

La primera etapa, que abarca desde principios de la década de los sesenta, cuando tenía diez años y mi familia se instala en Alcañices de donde era oriunda mi madre, hasta mediados de los setenta, coincidiendo con mi periodo de estudios y formación, siempre los hice fuera del pueblo, aunque volvía en las vacaciones, por tanto, también en las de S. Santa. A esta primera etapa, siguió un periodo largo de distanciamiento por motivos profesionales y porque mis padres se trasladaron los inviernos a Zamora capital, y aunque en verano seguía viniendo al pueblo, el contacto con la S. Santa fue muy esporádico, alguna procesión del Jueves o Viernes Santo para cantar el Miserere. No sería hasta finales de la década de los noventa y ya con el nuevo siglo, una vez instalado en Valladolid, cuando volví a retomar la S. Santa.

Estos dos periodos estén perfectamente diferenciados, no solo en el tiempo sino también en la evolución que ha tenido el sentimiento religioso y por tanto de la S. Santa en toda la sociedad española.

Durante ese primer periodo, etapa (década de los sesenta y mitad de los setenta), era muy fácil participar de todas las solemnidades de la S. Santa porque lo favorecía el ambiente dada la confesionalidad del Estado (lugares de ocio cerrados, retrasmisiones televisivas de distintas procesiones de todo el territorio nacional, así como películas sobre la vida de Cristo o de "romanos” y en la radio, música religiosa, si bien es cierto que las formas se fueron relajando conforme avanzaba la década), se vivía con un recogimiento casi desconocido hoy. En mi familia, mis padres asistían a todas las ceremonias con profunda religiosidad, eso y el ambiente animaban a la participación también.

La organización de la S. Santa contaba con una persona clave y fundamental para el buen desarrollo de la misma, la Sra. María, la madre de Alberto, preocupada siempre de todos los detalles de los actos religiosos y de las personas que colaboraban en dichos actos; mi recuerdo y reconocimiento para esa mujer.

Algo que ejercía una influencia enorme en la familia, yo diría que tiránica influencia, era el canto del MISERERE, extensivo también al STABAT MATER.

Debía ser algo genético, pues desde el comienzo de las vacaciones, en la zapatería de mis tíos, se cantaban los distintos versos del salmo Miserere.

Recuerdo que mi tío Arsenio estando destinado en S. Sebastián, en una ocasión, se vino en coche, no había autovía y tampoco los coches tenían la potencia de los actuales; canto el Miserere y con las mismas se volvió a S. Sebastián.

Durante aquellos veranos acompañando a mi tío Domingo, entonces capellán de emigrantes en Alemania, hicimos turismo por España y Europa, y en esos viajes, además de los cánticos regionales a los que es tan aficionado, cantábamos el Miserere, en latín y en Castellano, de tal forma que aun ahora lo llevo en la guantera de mi coche.

Creo que fue esa mi primera aportación a la S. Santa de Alcañices, formar parte, como todo el pueblo, del coro en castellano en el canto del Miserere durante las procesiones del J. y V Santo, siendo mi objetivo final poder cantarlo algún día en latín, en cuyo nutrido coro formado por varios sacerdotes y seglares, sobresalían las voces graves y poderosas de Emilio y Felipe.


¡Realmente impresionante!

Por cierto, que, pasados tantos años, aún no he conseguido entrar como titular en el coro de latín, ni siquiera ser un reserva de lujo, he salido del banquillo, pero ya en la prorroga cuando el sacerdote abandona la procesión para atender otras obligaciones en otros pueblos de su responsabilidad. Soy tenaz, no me resigno, seguiré confiando en mis posibilidades hasta conseguirlo.

Unos años más tarde, fui más participativo. Con D. Casimiro de párroco primeramente y con D. Salvador después, formé equipo con mis amigos Enrique y Pepe Pena, equipo al que posteriormente se incorporó Geno, con ella conformé un dúo muy compenetrado que duro bastante tiempo. Este equipo, tenía como finalidad realizar las lecturas en todos los actos religiosos además de ejercer la labor de acolito del párroco. La noche más completa para nosotros era la de la Vigilia Pascual, así recuerdo sus largos oficios, con las lecturas del Antiguo Testamento( la Creación, paso una tarde, paso una mañana y vio Dios que lo que habla hecho era bueno...) y del Nuevo Testamento, el Pregón de Pascua, las bendiciones del agua y del cirio pascual, la renovación de las promesas del bautismo, hasta llegar a la misa solemne y durante el Gloria, mientras sonaban las campanas, enmudecidas desde el J. Santo, retirábamos los paños purpuras que habían cubierto retablos e imágenes.

Era la alegría por la Resurrección de Cristo en la más importante de las celebraciones cristianas, pero también por la finalización de cuarenta días de cuaresma iniciados el M. de Ceniza con el recuerdo de que somos mortales “memento homo quía púlvis es, et in pulveren revérteris ”, “recuerda que eres polvo, y en polvo te vas a convertir”; recitaba el sacerdote mientras imponía la ceniza en nuestras cabezas; días que acababan. en la S. Santa con una sensación de dolor y de amor, de consuelo y de tragedia; una semana en definitiva de corazones abiertos a la fe y al prójimo.

Así, y en este ambiente de alegría a la mañana siguiente, el desfile procesional del Domingo de Resurrección adquiría una dimensión especial. Desde la esquina del ayuntamiento, seguía con devoción el momento del Encuentro que tenía lugar en la Plaza Mayor, entre el Resucitado, acompañado por los hombres, y su Madre por las mujeres; después de las reverencias y del cambio de mantos, el negro luctuoso daba paso al blanco jubiloso; reunidos Madre e Hijo, el cortejo con los cánticos del coro de fondo, se dirigía al Convento, donde tenía lugar la Misa Mayor.

Se habla cumplido un año más con la misión, celebrar la S. Santa con todo Alcañices en la calle.

Entonces, una pena me asaltaba, porque aquella misma tarde el internado demandaba de mi presencia de nuevo, y tres meses de estudios por delante, eran un negro horizonte. Los chicos de ahora esto lo tienen superado porque saben que se llama “stress post-vacacional”, pero en aquel momento, desde luego para mi, era como revivir mi propia pasión.

La noche del X. Santo es una de las noches mágicas en nuestra S. Santa. Todos sabemos que no hay nada como la imaginería religiosa de la Contrarreforma del siglo XVII expresando la muerte como algo más que una aventura sin esperanza y el sufrimiento a través del cual se ha obrado la redención del mundo. A sus Cristos y a sus Vírgenes es hacia donde las gentes de nuestros pueblos han dirigido sus oraciones, quizás porque los descubren impregnados de sus angustias, sufrimientos y hasta de sus dudas.

Pero para nosotros, no hay nada más sobrecogedor que ver a nuestro Cristo de la Piedad, esa maravillosa talla gótica, en la procesión del Silencio y, escuchar ese silencio solamente roto por el redoble del tambor a la tenue luz del recorrido, a cuyo paso se bajaban las persianas de las casas y se cerraban los bares. Antes se habla aceptado la fórmula del juramento” ¿Juréis mantener el silencio durante todo el recorrido? Si así lo hacéis que el Señor os lo premie y si no os lo demande”, sustituido a posteriori por un más suave "os lo perdone".

La prédica en el Convento contribuía también a ese estremecimiento. La muerte, el pecado y el infierno, estaban muy presentes. “Piensa que has de morir que hay cielo y hay infierno, bien y mal y todo eterno. ¿Y si te ocurre un accidente y te mueres de repente adonde irías a parar? ¿Al infierno acaso?
Ya de vuelta a esta parroquia, donde concluía el recorrido, con el corazón en un puno y el alma encogida, regresábamos a casa.

El día más repleto de actos religiosos es el V. Santo. En este día se conmemora la Pasión y Muerte del Señor que se sacrifica para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna.

Así, cuando el amanecer acaba de romper el día y la mañana se ofrece a la emoción, se pone en marcha el Vía Crucis camino del Calvario, deteniéndose en cada una de las catorce estaciones que, del Pretorio al Calvario, representaban los episodios más notables de la Pasión, para rezar y cantar la oración correspondiente a cada parada. El regreso al pueblo se hacía entonando los cánticos penitenciales, debiendo coincidir el "Perdona a tu pueblo..."con la llegada de la procesión al centro del casco urbano. Unos churros, finalizada esta, reconfortaban por el madrugón.

A media mañana, tenía lugar en el Convento la liturgia de la Adoración de la Cruz, acto sencillo donde de manera personal y previas tres reverencias, se besaba la Cruz, entonándose los cantos de antífonas e improperios.

Pero, aunque en el V. Santo, la atención se reparte por igual entre la mañana y la tarde, los acontecimientos más importantes son de tarde.

Previamente a los actos vespertinos, está la comida de vigilia del V. Santo con un menú a base de potaje de cuaresma y escabeche con cebolla, no muy atractivo para un niño, se salvaba solo el postre, un trozo de aceitada de mi tía Justa. Protestábamos a mi abuela y ella nos decía: hambre es lo que os hace falta, siendo niña en Sejas, ayunaba todos los días de la cuaresma. Más tarde comprendí que su ayuno se extendía no solo a la cuaresma, sino también al resto el año.

Esa tarde, congregado por la llamada de carracas y matracas, el pueblo acudía al Convento comentando que el orador sagrado que iba a dar el sermón del Descendimiento “creo que habla muy bien”, y es D. David, D. José, no sé, D. Manuel, un canónigo de la catedral de Zamora y así, se esperaba con expectación inusitada la subida solemne, con paso firme del predicador hacia el pulpito, para, con potente voz, iniciar la prédica: IN HOC SIGNO VINCIS. Con este signo vencerás. Dignísimas autoridades, hermanos en el sacerdocio, queridos todos. Paseaba yo una mañana a las orillas del Duero, las flores abrían sus pétalos al sol, mientras el rubicundo Apolo extendía sobre la faz amplia y espaciosa de la tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos. Era una mañana, la mañana del V. Santo.

Esa bien cuidada oratoria forense, con sus pausas e inflexiones de voz perfectamente calculadas, me dejaba atónito.

Y continuaba la tan poética introducción desgranando uno a uno los padecimientos que sufrió Jesús en la Cruz insistiendo en que no solo el sufrimiento físico, sino también el moral, la soledad, la humillación, son las causas de su Pasión.

Luego el Descendimiento: “Quitad ese clavo de la mano derecha, esa mano que tanto bendijo y tanto bien hizo", “quitad el de la mano izquierda, la de la resurrección, la que empuña la bandera de la vida”, y “esa corona de espinas”, y “ese letrero infamante”, bajadlo y presentadlo a su Madre deshecha de dolor "mira Madre que han hecho con tu amado Hijo, El que nunca hizo mal a nadie, El que repartió el bien por donde quiera que fue, mira en qué estado te lo han dejado .... ". ” Ponerlo en el sepulcro, no en el de la muerte y el luto, sino en el de la gloria".

Una vez introducido en la urna, acompañada esta por las autoridades y escoltada por una escuadra de guardias civiles con el arma a la funerala; y ya con el resto de los pasos incorporados a la procesión, se recorría el casco antiguo del pueblo, donde las calles y las plazas parecen diseñadas para acoger el paso de las distintas procesiones de la S. Santa; llevando como fondo el canto multitudinario del Miserere, que en el V. Santo y en Alcañices, adquiere otra dimensión.

De estos pasos, alguien en sucesivos arios hablaré de ellos, siempre me atrajo la Verónica, no por la talla en sí, sino por ser un motivo poco frecuente y por lo original de la historia de esta mujer anónima que limpio el rostro de Jesús en su camino hacia el Gólgota y Él se lo premio dejando impresa su faz en el paño.
Cuando en televisión se empezó a hablar del ECCE HOMO del pueblo aragonés de Borja, esa pintura cuyo intento de restauración por una vecina del pueblo lo ha convertido en lugar de peregrinaje, me dije, si nosotros en Alcañices también tenemos nuestro particular ECCE HOMO en forma de escultura, no sé dónde ni como apareció, estaba tan deteriorado que habla dos alternativas para él, o se quemaba, o se restauraba. Se optó por la segunda, y así montamos un taller de restauración en el almacén de la fábrica de gaseosas de mi tío Paco, sustituyendo la túnica carcomida por un trozo de hojalata y con unos brochazos de Titanlux, que no desmerecían en nada a la restauración de Borja, salió a procesionar, y lo hizo varios años más. No he vuelto a saber nada de él, pero en aquella ocasión, se salvó de la hoguera seguramente.

Como dije anteriormente, hay muchos momentos mágicos en los cortejos procesionales de Alcañices, pero si hay alguno que representa lo que siente el pueblo, es el paso de la Dolorosa. María se ha quedado sola. Sin El queda sumida en la mayor soledad. Ya adentrada la noche que nos lleva al S. Santo, lenta y en silencio, tiene lugar la procesión de la Soledad, creo que es la más multitudinaria, el pueblo con sus cirios arropa y da luz a la Madre. Mientras el cuerpo de Jesús reposa en el sepulcro, la Virgen es la imagen de la Iglesia que espera llena de fe el triunfo del Hijo sobre la muerte, glorificado por el Padre y, que es lo mismo que quiere para sus hijos y fieles devotos, verlos resucitados y con la esperanza puesta en nuestro creador y redentor, nuestro Señor Jesucristo.

Se entona a lo largo del recorrido el STABAT MATER, que refleja que no hay dolor más agudo para una madre que Ver morir a su hijo. Y en esta anochecida, la Virgen Dolorosa a hombros de sus devotos, que se han ganado el honor de llevar sus andas, por haber portado la urna del Yacente esa misma tarde, avanza inconsolablemente sola con la mirada de resignación, de aceptación de la vivencia que el destino le ofrece, pero con la confianza de albergar un final feliz.

Mis años alejado de la participación activa en la S. Santa, han coincidido con los de la Transición en España en que las costumbres se relajaron hasta tal punto que ahora para muchos españoles la S. Santa, son solo vacaciones, el recogimiento y el silencio han dado paso al ocio y al bullicio, y eso se refleja también en nuestro pueblo.

En Santiago de Compostela, en una de las visitas que hizo a España J. P.II decía: "La vida civil se encuentra marcada por las consecuencias de ideologías secularizadas, que van desde la negación de Dios o la limitación de la libertad religiosa, a la preponderante importancia atribuida al éxito económico respecto a los valores humanos del trabajo y de la producción; desde el materialismo y el hedonismo, que atacan los valores de la familia, a un nihilismo que desarma la voluntad de afrontar problemas cruciales ".

En la segunda etapa de la que hablaba al principio, soy menos participativo si, aunque haya portado al Nazareno hasta que la mala salud me impidió seguir haciéndolo, pero más observador. Lo que he visto, lo expongo a continuación.

La Iglesia ha reconducido sus liturgias hacia planeamientos más espirituales, más comprensivos, menos turbulentos. Ahora se dan los dos contrastes, los que siguen haciendo ayunos, visitas a los monumentos y que van a los oficios, y los que simplemente se desplazan para ver las procesiones como un atractivo turístico más.

Pero también he visto en el pueblo como sigue la preocupación por mejorar y actualizar nuestra S. Santa, recreando la Cofradía de la Vera Cruz nuevamente, recuperando para las procesiones con su vistosidad la capa alistana y los mantos negros, hay una excelente banda de tambores y dulzainas que capitaneé mientras pudo Luciano; se han restaurado nuestras imágenes y se han mejorado los pasos, destacaría la labor de Isidro por su dedicación no solo a la S. Santa, sino a todos los eventos religiosos. Hay que hacer también una concesión a la parte lúdica, faltaría más, la que ponen las hermanas del Amor de Dios con el reconfortante chocolate con bizcochos después de la Vigilia Pascual.

Solo hay un pero que impide recuperar el esplendor de las procesiones, se llama carretera N-122. Esperemos que pronto sea otra vez calle S. Francisco.

Un paisano nuestro alistano que hace unos años publico varios libros sobre estos pueblos escribe: entre los factores que se tambalean o sobreviven a duras penas esta la cultura tradicional. Hay que velar por ella, hay que conservar el patrimonio histórico-cultural de nuestro pueblo. Los valores permanentes, tradicionales, culturales, religiosos y familiares, son nuestra esencia misma. No estén reñidos con el progreso, al contrario, deben convivir juntos.

Finaliza el libro el mismo autor con esta frase lapidaria: La memoria del pasado nunca debe ser refugio, sino incentivo de futuro.

He vivido la S. Santa en distintos lugares de España y también del extranjero. Unas veces como espectador percibiendo la austeridad y el silencio de las procesiones de nuestra Región con sus imponentes pasos, o el bullicio de las del sur de España con sus ostentosos tronos. Seguramente los actores de esas procesiones vivan intensamente su propia religiosidad, pero para mí no son más que un museo en la calle. Otras veces, por imperativo institucional, he participado en la S. Santa integrado en los desfiles procesionales, con la sensación de formar parte de la parafernalia que rodea a unos actos religiosos que más se asemejan a una atracción turística.

Solamente aquí, en Alcañices con una participación activa en sus actos, es donde la S. Santa tiene para mí un significado especial y muy íntimo. Es aquí, donde como católico y como persona me acerco a ella y donde experimento una serie de sentimientos profundos, inspirados en nuestra fe común.

En este momento de incredulidad, casi incluso de laicismo hay que sacar aquello que se venera a la calle sin vergüenza y mostrarlo al mundo, porque alguien se mueve por algo más que por una mera atracción turística, pero para que se mantenga la tradición, hay que implicar a las nuevas generaciones.

Que disfrutemos de la S. Santa en respeto y libertad, penetrando como dije al inicio, en su sentido espiritual y litúrgico.

Gracias por vuestra presencia y atención, ha sido un honor para mí abrir los pregones de S; Santa y me ofrezco para futuras colaboraciones, siempre y cuando lo creáis oportuno.

Acabo con el final de una canción de nuestra tierra: Perdóneseme por el mi mal cantar.


Buenas tardes/noches y gracias nuevamente.

jueves, 4 de abril de 2019

Tipología documental del marquesado de Alcañices

Tipología documental del marquesado de Alcañices  (Archivo Casa Ducal de Alburquerque-Cuellar) 


Julia María Montalvillo García 
Archivo Histórico de Cuellar-Archivo Casa Ducal del Alburquerque 

Foto de aytocuellar.es 

          En 1830 Nicolás Osorio y Zayas, marqués de Alcañices, fue declarado poseedor del ducado de Alburquerque, con ello, en la persona de este hombre, confluyeron los siguientes títulos y mayorazgos:

          Los ducados de Alburquerque, Algete y Sesto, los marquesados de Alcañices, Balbases, Cadreita, Cuéllar, Cullera, Montaos, los condados de Alba de Aliste, Benelua, La Corzana, Fuensaldaña, Grajal, Huelma, La Torre, Las Torres, Ledesma, Santa Cruz de los Manueles, Villanueva de Cañedo y Villaumbrosa, los señoríos de Mombeltrán y Villacid y los mayorazgos de Angulo, Menchaca, Oropesa, Pineda, Recalde, Trejo, Vergara, Vicuña y Villafuerte.

          En 1986, el XVIII duque de Alburquerque, Beltrán Osorio y Díez de Rivera, hizo una cesión en depósito a la villa de Cuéllar del Archivo de su Casa, y finalmente este año 1997, su sucesor, D. Ioannes Osorio y Bertrán de Lis, XIX duque de Alburquerque, ha firmado, junto con el Ayuntamiento de Cuéllar y la Diputación Provincial de Segovia, la creación de una fundación llamada “Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque”, con sede en la villa de Cuéllar. Por lo cual la documentación referente al marquesado de Alcañices, se encuentra en esta villa segoviana.
       
          Geográficamente, esta documentación abarca las provincias de Zamora, León y Valladolid, y por vinculaciones del título comprende también la documentación referente al condado de Alba de Aliste. Cuando comencé la catalogación de este archivo en 1989, intenté no crear confusiones reorganizando los documentos, por lo que respeté la ordenación que había realizado en el siglo XIX don Antonio Rodríguez Villa, y no separé-los documentos de Alba de Aliste y los de Almanza de los de Alcañices.

          Aunque este congreso está circunscrito a la historia de Alcañices, he creído preferible no limitarme exclusivamente a los documentos de esta villa, sino que, por cercanía geográfica, he incluido también los correspondientes al condado de Alba de Aliste y la villa de Ayoo.

          Cronológicamente, los documentos van desde el siglo XII hasta el siglo XIX. El más antiguo, es un pergamino en latín de 1154, se trata de la donación que hizo Alfonso VII al monasterio de Bridales del monasterio que llaman de Nogales y los más modernos hacen referencia a D. José Osorio y Silva, duque de Sesto.

          Pero entrando ya en la materia que nos ocupa, es decir, la tipología documental del marquesado de Alcañices, podemos decir que en general no se aparta de lo que es tipología
de los archivos nobiliarios, hay abundancia de pleitos, ejecutorias, cédulas reales, privilegios, concordias, donaciones, y esos otros documentos difíciles de clasificar y que, para evitar confusiones, casi todos clasificamos bajo la denominación de «Otros documentos». Hecha esta aclaración, pasemos a ver qué tipo de documentos encontramos en el marquesado de Alcañices:

          ALHÓNDIGA Y HOSPITAL 

          Escritura de fundación de la alhóndiga de Alcañices por Francisco Enríquez de Almanza e Isabel de Ulloa en 1541, desde ese año encontramos visitas hechas por el obispado de Santiago de la obra pía y la alhóndiga. En el siglo XVIII una petición del administrador del Hospital de San Nicolás al Director General de Pósitos solicitando que se declare al Hospital exento de la exacción del 20% y en el siglo XIX tenemos una declaración de bienes pertenecientes a la alhóndiga.

          APEOS 

          Se trata sobre todo de apeos de heredades de los marqueses de Alcañices y de apeos de términos entre lugares y jurisdicciones. Los más antiguos corresponden a los siglos XIV y XV y están relacionados con Almanza y Villavellid. Ya en el siglo XVI encontramos un apeo de los términos comunes entre el condado de Benavente y el marquesado de Alcañices. En el XVII se hace apeo de las tierras «marquesas» de Belver y de los bienes y heredades dé Álvaro Enríquez de Almanza.


          ÁRBOLES GENEALOGICOS 

          El primero está fechado en 1502 y corresponde a Francisco Enríquez de Almanza, el resto es de los siglos XVII y XVIII: la descendencia de Francisco de Borja, IV duque de Gandía, de los litigantes por dicho ducado y las armas que corresponden al marqués de Alcañices por el apellido Enríquez de Almanza.

          ARRENDAMIENTOS 

          Se inician en el siglo XV, con el arrendamiento que hace el monasterio de San Martín de Castañeda de sus rentas en Maid (aparece en los documentos escrito así y también como Maíz, supongo que se trata del actual municipio de Mahide), a Lope Meneses y se prolongan hasta el siglo XIX, con el arrendamiento del molino, las fincas de la fortaleza de Alcañices, así como otras fincas en el término de la villa y los pastos de invierno y primavera del montecillo de San Babiles en Belver.

          AUTOS 

          Cronológicamente van desde el siglo XVI al XVIII. Del siglo XVI hay autos contra el merino y jueces de Belver; contra Alonso González Martín Blanco y Antonio Turriel; contra vecinos de Alcañices por no haber cumplido una real provisión ganada por el marqués, por la que los granos se le habían de pagar con «colmo»; sobre términos y mojones de los concejos de Poyo y Gallegos del Campo; sobre las nuevas imposiciones de portazgo en Belver; contra un merino de la marquesa de Astorga sobre el robo de varios documentos de un pleito; autos seguidos por el arrendador de las alcabalas de Alba de Aliste contra un vecino de San Vitero por no pagar la alcabala de varias compras y ventas, sobre los pastos comunes en el Prado de las Latas entre Maid y Figueruela, y por motivo también de pastos comunes entre Maid y
Pobladura; autos hechos en Figueruela de Arriba contra un vecino de Maid por haber cortado leña en una dehesa, y los hechos por un juez pesquisidor contra la justicia de Castro Ladrones, el alcalde mayor de Alcañices y otro por haber prendido unos guardas de sacas. Del siglo XVII son los autos hechos contra Amaro Gallego, vecino de Gallegos del Campo por delitos contra la justicia y administración de millones; contra Diego Carrión sobre media onza de oro que se le dio para cortar; sobre la graduación de acreedores del marqués de Alcañices; para que el corregidor de Zamora no interviniese en Alcañices; a instancia de los procuradores de Alcañices contra Diego Carrión y Losada, su corregidor; y sobre la muerte de Juan de Angulo que se imputaba al marqués de Alcañices. Del siglo XVIII destacan el auto dado por el corregidor de Alcañices para que Marcos Antonio de la Bandera asistiese con él a la percepción de granos que eran de mala calidad, para lo cual se le dio una de las dos llaves de la panera y los autos realizados ante el gobernador eclesiástico de la vicaría de Alba de Aliste por José Mata, cura del lugar de Sejas, como apoderado de 1a clerecía de Alcañices sobre la mitad de los diezmos que pertenecían al marqués de Alcañices y para que Antonio Turriel y consortes curas del marquesado contribuyesen a los gastos del pleito.

          BULAS Y BREVES   
 
          Por lo que respecta a las bulas destaca una dada por el Papa Clemente VII y que afectaba a Francisco de Borja y se extendía a sus sucesores. Es interesante también la dispensa matrimonial dada por Pío IV para el matrimonio de Álvaro de Borja y Elvira Enríquez. En los siglos XVIII y XIX las bulas tienen una temática común, permitir a los marqueses de Alcañices tener oratorio en su casa y celebrar misa diaria en él, además de confesar y comulgar. Los breves tienen fecha, casi todos, en los siglos XVIII y XIX, uno de ellos da indulgencias a los fieles que practicasen devociones a una imagen de Cristo Crucificado con la Virgen de los Dolores, perteneciente al marqués de Alcañices.

          CAPITULACIONES MATRIMONIALES 

          Comienzan en el siglo XVI. Tenemos las de Juan Alonso Mejía con Elvira de Rojas, Juan Enríquez y Juana de Velasco, Manuel de Osorioo y Mª Dominga Spínola de la Cueva, Miguel Osorio y Joaquina de la Cerda, Nicolás Osorio e Inés Francisca de Silva, Ramón Osorío y Mª Teresa Pérez y José Osorio y Silva con la princesa Sofía Troubetzkoy.

          CARTAS DE PAGO 

          A partir del siglo XVI, a favor de los marqueses de Alcañices, otorgadas por otros nobles, órdenes religiosas, monasterios, iglesias,  artesanos, etc.

          CARTAS DE PODER 

          Desde el siglo XVI, a favor de personas que toman posesión, en nombre de los marqueses de Alcañices, de sus villas y lugares; a favor de sus administradores, procuradores, etc. Y también cartas de poder de algunos lugares a favor de sus representantes para pleitos, concordia, apeos, etc.


          CARTAS DE REYES 

          Dando a los marqueses el pésame por algún fallecimiento, felicitaciones por la sucesión en el título, participándoles la muerte, el nacimiento o e matrimonio de reyes y otros miembros de la familia real.

          CÉDULAS REALES 

          Este grupo de documentos se inicia en el siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos y su temática es variada: se insta en una a Real Chancillería de Valladolid, para que viera con brevedad los pleitos entre Francisco Enríquez de Almanza y Pedro Pimentel; se ordena en otra a Juan Enríquez de Almanza que no deje sacar armas, caballos ni cosas vedadas fuera del reino; dan también cédula real; cometida a su repostero; para que cobrase a Juan Enríquez de Almanza lo que hubiese cobrado de más de los 50.000 maravedís que le habían concedido sobre bienes de judíos; otra ordena a la justicia de Alcañices que aprese a unos criados del conde de Benavente. En el siglo XVI destaca una del rey Manuel de Portugal mandando al corregidor de Tras os Montes que sosegase ciertas diferencias que tenían los vecinos de Alcañices y de Braganza; la reina Juana da  una real cédula para que un juez evacuase diligencias en el pleito entre lugares de Alcañices y Benavente; Carlos V mediante real cédula suple a Juana de Aragón la edad para que pudiera ser curadora de sus hijos. Y finalmente un grupo de reales cédulas dadas por Felipe II levantando las penas a las que había condenado a varias personas por el casamiento realizado entre Álvaro de Borja y Elvira Enríquez de Almanza, su sobrina, y ordena que no se proceda contra la madre de ésta por el citado matrimonio. En el siglo XVII una ordena a Álvaro Enríquez de Almanza que proceda a la expulsión; otra ordena al marqués de Alcañices que prevenga gente de guerra para enviar a Lisboa y que se alisten de nuevo los soldados que lo eran antes de 1609, prefiriendo los voluntarios a los sorteados; por otra se le permite poner 5 soldados, a su costa, en los presidios a cambio de las lanzas que debía pagar. En el siglo XVIII una real cedula confirma al marqués de Alcañices los diezmos de trigo, cebada, y menudos en Ayoo y sus barrios y Alcañices y su tierra.

          CENSOS 

          Datan los más antiguos del siglo XV y se prolongan hasta el siglo) XIX, siguen la pauta habitual en este tipo de documentos, imposición y redención de censos y foros, así como el pago de los réditos.

          CONCORDIAS Y CONCIERTOS 

          La más antigua que encontramos está fechada en el siglo XV una escritura de ajuste y convenio entre Pedro Pimentel Francisca de Almanza y Juan Enríquez y Constanza de Almanza, por 1o cual pasó la villa de Alcañices a Constanzá, en tanto que Almanza y Tábara pasaban a Francisca. Del siglo XVI, encontramos una concordia con Francisco Enríquez de Almanza para la guarda y conservación de los montes de Belver; otra entre la iglesia de Belver y el Monasterio de Sahagún; entre Juana Enríquez y los procuradores generales de la jurisdicción de Alcañices sobre quedarse éstos con los granos de los diezmos pagando la tasa establecida por el rey; sobre el repartimiento de los diezmos de Codesal.

          CUENTAS 

          De gastos de la familia de los marqueses; cuenta que rendían mayordomos y administradores; cuentas dadas por los curadores de los hijos menores que quedaban de los marqueses; cuenta dada por los administradores generales; y cuentas que éstos tomaban a los mayordomos de los lugares del marquesado.


         CURADURÍAS 

          Son curadurías ad litem que empiezan con la que hizo la justicia de León en el siglo XV a Ramiro, Mencía e Inés Carrillo, hijos de Gómez Pérez de Valderrábano, y continúan con otras dirimidas a miembros de la familia Enríquez y la familia Osorio.

          DESPACHOS 

          Los encontramos a partir del siglo XVI, el primero es del obispo de Cuenca al obispado de Zamora para casar a Álvaro de Borja con Elvira Enríquez. Del siglo XVIII del Tribunal del Excusado sobre la nulidad de las elecciones de casas dezmeras hechas por las iglesias anejas de parroquias de los lugares de Alcañices y su jurisdicción; del mismo siglo es otro despacho dado por el provisor y vicario general de las vicarías de Alba de Aliste para que varios curas del marquesado de Alcañices pagasen al marqués lo que le debían de diezmos.

          DONACIONES 

          La primera data de 1489, se trata de la donación que hicieron Juan Enríquez y Constanza de Almanza a su hijo Francisco Enríquez de las villas de Almanza y Tábara, y del siglo XVIII donaciones monetarias hechas por los marqueses de Alcañices para urgencias de la corona.


          EJECUTORIAS 

          Comienzan en el siglo XV. La primera se da en la demanda criminal que puso Pedro Pimentel contra Gómez Fernández de León, acusándolo de falsedad en el traslado que dio del testamento de Diego de Almanza. En los siglos siguientes encontramos las que se dieron en el pleito entre Francisco Enríquez de Almanza y Pedro y Bernardino Pimentel por las villas de Tábara, Alcañices y Almanza; en el pleito entre los lugares de Aliste y Francisco Enríquez; entre Alcañices y su jurisdicción y Francisco Enríquez sobre nombramiento de justicias y pago de rentas; en el pleito de los «lugares de población antigua de Alcañices sobre aforar libremente lo que estaba fuera y dentro de los límites; en el pleito entre el marqués de A1cañicés y la villa de Belver sobre corta de leña en el monte raso; en el pleito entre el marqués de Alcañices y los lugares de su jurisdicción con la iglesia de Santiago por el pago del voto y otra sobre la sucesión en el ducado de Gandía. Ya en el siglo XIX hay dos importantes ejecutorias, la primera en el pleito entre los 53 pueblos del marquesado de Alcañices y el marqués sobre contribución de prestaciones y otra sobre la incorporación de las alcabalas de la jurisdicción de Alcañices a la Corona.

          ESCRITURAS DE OBLIGACIÓN 

          Se inician en el siglo XV, las otorgan los marqueses de Alcañices, albañiles, mercaderes, etc. Cabe destacar una otorgada en 1575 por Juana de Aragón comprometiéndose a pagar 300 ducados por la pintura del retablo de Santa María de Alcañices.

          FUNDACIONES Y MEMORIAS 

          Cabe destacar tres, la primera, de 1741, es la dotación y fundación de la alhóndiga de Alcañices por Francisco Enríquez de Almanza e Isabel de Ulloa. En 1575, la fundación de una limosna para la fábrica del hospital de Alcañices por Juana de Aragón y del mismo año, la fundación de cuatro aniversarios en el convento de San Francisco de Alcañices por la misma señora.


          INFORMACIONES 

          Son casi todas informaciones judiciales y se inician en el siglo XV, con una sobre el derecho que tenía Francisco Enríquez de Almanza a la posesión y rentas de Alcañices y su tierra. Del siglo XV cabe destacar la información que hizo el alcalde mayor de Alcañices contra diferentes vecinos de Belver que rompieron su fidelidad e Isabel de Ulloa; otra hecha ante el justicia mayor de Alcañices a instancia de su concejo y vecinos en razón de que no podían subsistir si los jueces de sacas y alzas no les permitían la compra libre de vinos en Portugal e informe que dio el juez de sacas de Zamora sobre el asunto. Y de 1548 hay una información que ordenó hacer en Ayoo e1 marqués de Alcañices de los vecinos pobres de dicha villa para socorrerlos. Del siglo XVII, varias informaciones sobre el convento de San Francisco de Alcañices, una de cómo se estaba hundiendo el convento; otra sobre la obra que necesitaba la capilla de los marqueses de Alcañices en dicho convento y más adelante de cómo amenazaba ruina. Sobre la ruina de edificios, cabe destacar la información que se hizo de cómo se estaba cayendo la iglesia de San Pedro de las Ferrerías. En el siglo XVIII encontramos una información sobre la corta de leña en Alcañices.

          INVENTARIOS 

          Los encontramos desde el siglo XVI, por lo general se refieren á los inventarios hechos con motivo del fallecimiento de algún miembro de la familia. Así tenemos el que se hizo a la muerte de Isabel de Ulloa, a la muerte de Francisco Enríquez, de los bienes que dejó Juan Enríquez, Elvira Enríquez; y ya en el siglo XIX todos los inventarios de muebles; tapices, plata, joyas, ropas, caballos, casas y otros bienes, para la testamentaría de Nicolás Osorio y Zayas. Interesantes son también dos memorias simples que se hicieron en el siglo, XVI de los papeles correspondientes a Francisco Enríquez de Almanza que.se hallaron en un arca a la muerte del licenciado Barahona, alcalde, mayor de Alcañices y otro de las escrituras que estaban en el cofre de Juan de Bringos.

          MAYORAZGOS 

          El primer documento referente a este asunto es la confirmación que hizo Enrique IV en 1467 de los mayorazgos instituidos por Diego de Almanza. A partir de este momento hay facultades reales para poder fundar mayorazgo y la fundación de éstos tanto para los primogénitos de la casa como para otros hijos, y las cláusulas de fundación de mayorazgo hecha por Alfonso Enríquez.


          MEMORIALES 

          Se trata sobre todo de memoriales en derecho sobre la tenuta y posesión del marquesado y otros títulos de la familia, cabe destacar el memorial sobre la incorporación de las alcabalas de Alcañices y su jurisdicción a la corona.

          MERCEDES 

          Son, sobre todo, concesiones del habitó de Santiago a varios miembros de la familia de los marqueses de Alcañices, la más antigua data de 1409, es 1a merced que Enrique III hizo a Gómez Pérez de Valderrábano, por juro de heredad, de las villas de Mombuey, Alcañices, Tábara y Ayoo. En el siglo XVII al marqués de Alcañices se le incluye en la junta de Obras y Bosques, se le nombra gobernador de las Galeras de Nápoles y General de la caballería del reino de Nápoles y también se le hace gracia de que él y sus sucesores no
paguen media annata por la merced de grande de España y no se le cobre el derecho de lanzas durante la guerra con el rey de Portugal. Por último, la reina le hace merced a Luis Enríquez de la llave de gentilhombre de cámara del rey, Carlos II.

          NOMBRAMIENTOS 

          Podemos encontrar los nombramientos y títulos de algunos marqueses de Alcañices, para ocupar cargos militares y en la corte; en en el siglo XVIII nombramientos de justicias para la jurisdicción del marquesado. Destaca de 1819 el nombramiento de alcaides para las fortalezas de Alcañices.

          ORDENANZAS 

          De 1473 tenemos las ordenanzas que se otorgaron entre Villalpando y Belver sobre uso y aprovechamiento de términos y pastos; de 1552 las ordenanzas que se hicieron para el régimen y gobierno de la villa de Belver y para la guarda y conservación-de sus montes y pinares.

          PARTIDAS SACRAMENTALES 

          Podemos dividirlas en tres grupos: DE BAUTISMO; a partir del siglo XVI: de Pedro de Almanza, Francisco Gaspar Enríquez, Álvaro Enríquez de Borja, Mª Concepción Fernández de Velasco, Francisco Javier Osorio, Manuel Juan Osorio, Francisco Javier de la Portería Osorio, Mª Dominga Spínola de la Cueva, Mª de la Portería Osorio, Mª Dominga de la Portería Osorio, Manuel Miguel Osorio, Mª Teresa Osorio, Manuel Mª Osorio, Mª de las Mercedes Zayas, Cayetano Osorio. DE ENTIERROS: Manuel Miguel Osorio, Joaquín Osorio, Inés Francisca de Silva, Nicolás Osorio, Ignacio José Pimentel. DE CASAMIENTO: Manuel Osorio con Mª Dominga Spínola de la  Cueva, Miguel Osorio con Mª de las Mercedes Zayas.

         PLEITOS 

Tratándose de una jurisdicción tan amplia, la mayor parte son pleitos entre los diferentes lugares del marquesado, con otros limítrofes con el señor jurisdiccional, así como pleitos por la posesión de estos lugares. Los más antiguos son del siglo XV, así encontramos los agravios qué los procuradores de Alcañices presentaron contra Francisco Enríquez; el Pleito entre Francisco Enríquez con Benavente sobre el amojonamiento entre Riomanzanas y Santa Cruz; el marqués de Alcañices contra los hombres buenos de Aliste para que éstos llevasen el pan de los diezmos a una panera directamente desde las eras; y el pleito más largo, él que hubo entre Francisco Enríquez y Pedro  y Bernardino Pimentel por la posesión de las villas de Tábara, Alcañices y Almanza, que se inicia a finales del siglo XV y se prolonga a los primeros años del siglo XVI.  Íntimamente relacionado con los pleitos están las probanzas que se hacen para ellos y que se inician en el siglo XV, tanto para pleitos entre lugares de la misma jurisdicción como con otros de jurisdicción diferente o pertenencias á otro señor, y las probanzas hechas en los pleitos dirimidos por presentación de beneficios curados.


          PRIVILEGIOS 

          Podemos dividirlos en dos grupos, los privilegios rodados y las cartas de privilegio. En lo que se refiere a los primeros destacaremos dos:  1208. Concesión de Fueros a Belver por Alfonso IX de León. 1255. Concesión hecha por Alfonso X de las martiniegas de Aliste y Alcañices a los templarios, en compensación de Betanzos. En lo que toca a los segundo señalamos los siguientes: 1293. Carta de Sancho IV confirmando otras de Alfonso X y Fernando III señalando los límites de Almanza. 1408. Privilegio de Juan II confirmando a Belver todos sus fueros, usos, costumbres y privilegios.

          PROVISIONES 

          Podemos destacar las siguientes: 1464. Provisión de Enrique IV para que todos los lugares del obispado de Zamora satisfaciesen la moneda forera. 1514. Provisión del Consejo para que Francisco Enríquez entregase 85.000 maravedís al convento de San Francisco de Alcañices para la ejecución de una capilla. 1516. Provisión dada a petición de los lugares de la tierra de Alcañices para que el alcalde mayor de la villa no exigiese a dichos lugares el carnero que solía llevar por derechos de nombramiento de justicias. 1516. Provisión del Consejo ordenando que los lugares de la tierra de Alcañices llevasen los diezmos de granos desde las eras a las casas que el marqués señalase en cada pueblo, donde debían permanecer hasta el momento de conducirlos a la panera de Alcañices. 1526. Provisión Real cometida a Alonso de Tovar, juez pesquisidor para que hiciera información de varios delitos cometidos por vecinos de Benavente contra otros de la tierra de Alcañices. 1558. Provisión del Consejo para que el juez de sacas no impida a los vecinos de Alcañices y su tierra sacar vino del reino de Portugal.

          REQUERIMIENTOS 

          Se trata sobre todo de requerimientos judiciales; de unos lugares de la jurisdicción de Alcañices y Aliste a otro; para asuntos de términos y mojones; a los jueces para que procediesen contra las personas que habían sacado cosas vedadas del reino. Son de destacar un requerimiento hecho por el marqués de Alcañices al conde de Benavente para que sus vasallos no entrasen a aprovecharse de términos de la jurisdicción de Alcañices y el que se hizo para que el barquero no cobrase más de tres maravedís por persona.

          RECIBOS 

          Los primeros datan del siglo XVI y se refieren a la entrega de escrituras y papeles, otros son de gastos domésticos y generales, así como obras de los marqueses de Alcañices, y,
por supuesto, de órdenes religiosas por limosnas y de los curas de las iglesias del estado de Alcañices en concepto de contribución del marqués a esas iglesias.

          SENTENCIAS 

          La más antigua está fechada en 1263, la da Alfonso X ordenando a la abadesa del monasterio de Santa Coloma que no impida a sus vasallos de Freres que trabajen con los de Belver en el castillo. Del siglo XIV encontramos una que se da en el pleito entre Figueruela de Arriba y Gallegos del Campo por un prado. A partir del siglo XV encontramos sentencias sobre aprovechamiento de términos comunes; amojonamiento de términos entre el marquesado de Alcañices y el condado de Benavente; sobre pertenencia de lugares, contra algunos vecinos de Figueruela por haber roto varios baldíos en su término; contra vecinos de la jurisdicción de Aliste por incitar a la revuelta de los comuneros; contra algunos vecinos de Benavente por haber apresado y maltratado a un vecino de Figueruela; por derribos de mojones; sobre separación de beneficios curados y adjudicación de diezmos.

          TESTAMENTERÍAS 

          Las más importantes corresponden a Nicolás Osorio y Zayas y a su hijo José Osorio y Silva, duque de Sesto.

          TESTAMENTO Y CODICILOS 

          Entre los documentos del marquesado de Alcañices tenemos los testamentos de Diego de del Enrique Enríquez, Francisco Enríquez de Almanza, Isabel de Ulloa, Juana de Aragón, Antonio Enríquez de Almanza, Baltasar de Zúñiga, Manuel Juan Pérez Osorio, Joaquina de la Cerda, Pedro Sánchez Dávila. Nicolás Osorio, Inés Francisca de Silva, Inés de Guzmán y Diego de Aragón (duques de Terranova), Francisco Osorio y Ramón Osorio, así mismo hay un testimonio de los codicilos otorgados por Elvira Enríquez, marquesa de Alcañices.

          VENTA 

          Hay cartas de venta otorgadas por los marqueses de Alcañices como de otras personas a favor de éstos. Las más antiguas son del siglo XIV, corresponden a la venta de unas tierras en Belver. Del siglo XV es la venta de la villa de Belver a Alfón Enríquez, Almirante de Castilla. De los siglos siguientes tenemos la venta de tierras en Villavellid, diferentes inmuebles en Toro y en Zamora, unas casas y corral en la villa de Alcañices que vendió María Álvarez, una casa con su huerta, palomar, prados y linares en Ayoo, que eran de Antonio de Puelles. Las escrituras de venta otorgadas por los marqueses corresponden en su mayor parte al siglo XIX, época;. en que la familia se desprende de gran parte de sus propiedades en Alcañices, Belver, Ayoo, etc. Cabe destacar dos cartas de venta del siglo XVI que corresponden a la compra por parte de los Enríquez de las dos partes del lugar de Codesal, la primera otorgada en 1535 por Martín Enríquez a favor de Juan Enríquez e Isabel dé Ulloa y la segunda otorgada en 1556 por Pedro de Losada y Jerónima  Cabeza de Vaca a favor de Juan Enríquez de Almanza.

          OTROS 

          A partir del siglo XV, posesiones de los diversos lugares que componían el marquesado de Alcañices y el condado de Alba de Aliste.


         1484. Escritura de emancipación y libertad del poderío paternal otorgada por Juan Enríquez de Guzmán a favor de su hijo Juan Francisco Enríquez de Almanza.

         1651-1654. Posturas y remates de los servicios de abastos de, carnicería, taberna y abacería de Alcañices.

          1749. Parecer judicial dado por un catedrático de leyes de la Universidad de Valladolid sobre el derecho del marqués de Alcañices a la sucesión del condado de Alba de Aliste.

         1830. Petición dirigida al marqués por Lucas Casimiro de Anquilozar, para que se le conservase en la posesión de la alcaidía del Castillo y fortaleza de Alcañices que le había dado el abuelo de Nicolás Osorio.

          1847. Certificaciones del Cronista de Armas explicando la organización del escudo de Nicolás Osorio, marqués de Alcañices.

          Encabezamientos de alcabalas y repartimientos de maravedís por este concepto, así como repartimiento de multas a vecinos de los lugares de Alcañices y su jurisdicción.

          Escrituras de fianza de los administradores y comunicaciones que éstos enviaban a su señor.

          Plano del recinto antiguo de la villa de Alcañices.

          Particiones de bienes entre los herederos de los marqueses.

          Espero haber dado con este escrito una visión general de la riqueza de documentación que alberga el Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque sobre el marquesado de Alcañices. Es sólo un esbozo, hay muchos más documentos que, necesariamente, los estudiosos, no sólo de la historia de Alcañices sino dé la historia de Zamora, habrán de consultar si desean completar la visión de esos siglos pasados de los que somos herederos sucesores.