jueves, 28 de marzo de 2019

Semana Santa en Alcañices

Prólogo

¿Qué es la Semana Santa de la Villa de Alcañices?: «UN PURO CÁNTICO». Creo que sería la definición más exacta que podríamos encontrar para dar contestación a tal pregunta. Sí; y acertaríamos porque en esta localidad cada acto conmemorativo de la Pasión de Cristo y cada desfile procesional se identifican con un cántico concreto, con estrofas y versos que brotan fervorosos y entusiastas desde lo más hondo de los corazones de sus habitantes. Alcañices siente la Semana Grande, la vive y lo manifiesta cantando.
Motivado por esta afición común, me he decidido a realizar el presente trabajo, con el que pretendo lograr dos fines: el recopilar en una sola edición los cánticos semana santeros, populares y típicos de Alcañices y otros, también interpretados en diversos pueblos de la comarca, como «El Miserere», en Bercianos de Aliste, etc.; y por otra parte, intento cortar esa cadena de copias manuscritas, mecanografiadas y trasmitidas con los correspondientes e inevitables errores, con modificaciones infundadas que, a la hora de cantar rompen la unión de voces y la armonía de obras tan bellas.
Aprovecho la ocasión para animar desde estas líneas a los hijos de la Villa de Alcañices, presentes y ausentes, a que cada uno aporte su granito de arena a fin de intentar desempolvar la Semana Santa de nuestros antepasados, poniendo en marcha las Cofradías que en su día funcionaron, encendiendo esos faroles que duermen arrinconados en los desvanes, portando las varas de la VERA CRUZ y revistiéndose nuevamente con las túnicas moradas para que la polilla no acabe con ellas y la tradición. Estos logros y nuestros cánticos corroborarán la auténtica Semana Santa de Alcañices.
Alcañices, 1988




ESTEBAN FERRElRA

Boceto Histórico
Poco se ha investigado y escrito sobre la Semana Santa de Alcañices. Consta que, al igual que en la
mayoría de los pueblos alistanos de gentes con profundas raíces religiosas, existieron varias cofradías socio-religiosas con diversos aspectos y cometidos.
Fray Diego José de Cádiz (1743-1801) recorrió la Comarca Alistana inculcando prácticas religiosas y escribió para los alistanos el bello cántico del «Miserere» que a través de varias generaciones ha llegado hasta nuestros días, cantándose durante la Semana Santa.
La Tercera Orden, comunidad o cofradía, desarrolló su actividad desde varias décadas anteriores a 1850. Dirigida por padres franciscanos, contaba con el siguiente organigrama: Hermano Ministro, el Abad y los Hermanos. Entre otros, organizaba los actos de la Semana de Pasión y precedentes: Cruces, Tinieblas de Cuaresma, Procesiones y Oficios, entonándose el Miserere y el Stabat Mater en el transcurso de los mismos. Ya entonces se realizaba la procesión del Vía Crucis el día de Viernes Santo:
recorrían el Calvario, y en la iglesia del Convento representaban un breve simulacro de la Pasión de Cristo.
La cofradía de la Vera Cruz toma forma en el año 1920, estableciéndose con estatutos propios y uniformada con hábito morado, cíngulo amarillo y guante blanco el Jueves Santo; el mismo hábito, cíngulo y guante negro, el Viernes Santo. De 1920 a 1925, incorporan un nuevo paso a las procesiones: Cristo Yacente, imagen de brazos articulados, donada por D. Manuel Calvo Casado y usada en el majestuoso acto del Descendimiento; su hermano, D. Antonio Calvo Casado, subvencionó la urna y la confeccionó D. Félix Martín, «El Serrador».
En el año 1950 la cofradía cuenta con tres pasos más, donados por Dª. Catalina Manzano: la Verónica, la Magdalena y el Nazareno, que vino a sustituir al popular «Nazareno de Acacio».
Por los años sesenta comienza a decaer la cofradía de la Vera Cruz: los hábitos desaparecían al usarse de mortaja de los cofrades, otros se deterioraron y los restantes terminaron en los baúles, donde aún reposan; arrinconaron las varas, símbolos de la cofradía, y los faroles que lucían durante las procesiones del Silencio y de la Dolorosa, se apagaron.
Sí, la cofradía ha llegado hasta nuestros días, pero sin estructura y normas que la rijan; no obstante, el fervor y entusiasmo que cada hijo de la Villa siente por su Semana Santa, por el Miserere y el Stabat Mater, hacen que cada año vuelvan a vibrar las calles con ecos de cánticos sinceros.
NOTA: Al hablar de la cofradía de la «Vera Cruz», me refiero a la que actualmente subsiste: creada en el año 1920, uniformada y centrada sólo y exclusivamente en los actos procesionales de la Se- mana Santa.

Anteriormente a 1515 existió una cofradía, denominada de la «Santa Vera Cruz», de la que trataré en otra ocasión, perdiéndose el rastro de la misma a mediados del siglo XIX.

De tal cofradía da fe el manuscrito de 1555 firmado por el Licenciado Alegría, párroco de la Villa de Alcañices, y que transcribe íntegra la Bula que se concedió a los cofrades el veinte de octubre de 1515: «Este es Vn traTado bien y fielmente Sacado De vna bulla que tienen los confrades De la Santa Vera Cruz desta Villa de Alcanizas...»; «Datis Rome in domibus nostris ano a nativitate Domini milesimo quingentesimo quinto decimo, die vero vigesima mensis octobris Pontificatus Santissimi in patris el domini nostri P. Leonis Divina providentia Pape decimi ano tertio...».

ACTOS PROCESIONALES
DOMINGO DE RAMOS
A las doce de la mañana, celebración de la Santa Misa en la iglesia del Convento; finalizada la misma, se procede a la procesión de las Palmas por los lugares acostumbrados.
MIÉRCOLES SANTO
A las nueve de la noche tiene lugar la Procesión del Silencio: los, cofrades prestan el juramento de rigor y parten de la Parroquia hacia el Convento, donde se recoge después de recorrer varias calles de la Villa. La Imagen antiquísima del Cristo Crucificado (estilo románico del siglo XIV), preside la comitiva, envuelta en imponente silencio.
JUEVES SANTO
A las cuatro de la tarde y en la iglesia del Convento, se celebra la Eucaristía con Reserva del Santísimo. Concluidos estos actos, comienza la procesión en la que, por primera vez, se entona el «Miserere». Participan los siguientes pasos: Cruz de madera con sudario; la Verónica y la Magdalena; el Nazareno, Cristo Crucificado y la Dolorosa.
VIERNES SANTO
Al amanecer, sobre las seis de la mañana, tiene lugar el Vía Crucis, rezándose la primera estación a la entrada del Convento y continuando hacia el Monte Calvario, donde finaliza el rezo. Se regresa al pueblo cantando estrofas de penitencia.

Salen los mismos pasos del día anterior, excepto Cristo Crucificado.
A las cuatro de la tarde, procesión del Santo Entierro con el mismo itinerario que la anterior.
Llegada la comitiva al Monte Calvario, tiene lugar el impresionante Descendimiento: desclavan a Cristo, lo presentan a su Madre y lo introducen en la urna. Los mismos pasos de la mañana y Cristo Yacente; durante el recorrido, se canta el «Miserere».
De noche, sobre las nueve, y de la iglesia parroquial, sale la procesión de la Dolorosa. Durante la misma se entona el Stabat Mater. Un único paso: Nuestra Madre de los Dolores.
DOMINGO DE PASCUA
Al mediodía, procesión del Encuentro: salen los hombres de la iglesia conventual con Cristo Resucitado y las mujeres con su Madre, de la Parroquia. El encuentro se efectúa en la Plaza Mayor, regresando al Convento donde se celebra la Eucaristía.
 NOTA: Los horarios indicados son meramente orientativos.


Semana Santa de Alcañices vista por nuestros mayores

4COFRADÍAS
«LA TERCERA ORDEN», como nos consta, regentó durante largos años los actos de la Semana Santa de Alcañices: comunidad de hermanos u organización socio-religiosa, inspirada en la Orden de San Francisco, lo que hace suponer que el origen de la misma date de la época en la que los padres franciscanos fundaron el Convento de la Villa.
Contaba con el Hermano Ministro, el Abad, Secretario, Tesorero y Hermanos. Accedían a la misma una vez aprobada la solicitud de ingreso, verbal o escrita, y pagada la cuota anual de cuatro reales.
Las actividades propias de la congregación, entre otras, eran las siguientes: la organización de la Liturgia en la Cuaresma y Semana de Pasión; fallecido un cofrade, los hermanos, en grupos de cuatro y por riguroso orden de edad, estaban obligados a descubrir la fosa, velar el féretro y transportarlo al Campo Santo; si un miembro caía enfermo, el Hno. Ministro nombraba a dos para que lo visitaran. Con los fondos recaudados por cuotas, donativos y limosnas, hacían frente alas necesidades de los más pobres: medicinas, pan, leche, gastos de entierro, ataúd, etc.
Una vez al mes, previa convocatoria, se reunían en la iglesia y después de tratar los asuntos pertinentes, celebraban la Eucaristía, cantando al final de la misma: «Honor y bendición al Padre amante; / Honor y bendición al Serafín. / A San Francisco seguid...».
La cofradía carecía de hábito: los hermanos vestían ropas de labor o festivas, entre las que se encontraban las populares capas alistanas («anguarinas» o «capas chivas») que hoy día encarnan el tipismo de la comarca alistana.
La Tercera Orden perduró hasta los años treinta, siendo absorbida, en parte, por la joven cofradía de la Vera Cruz.
* * *
LA COFRADÍA DE LA VERA CRUZ, fundada en el año 1920, vino a dar más esplendor y realce a la Semana Santa de la Villa. Con estructura similar a la de la Tercera  Orden, centró su cometido en el terreno estrictamente religioso y, dentro de éste, en el de la Semana Santa. Uniformados con hábito morado, cíngulo y guantes, cuyos colores variaban: amarillos y blancos el día de Jueves Santo; negros el Viernes Santo. Como símbolo portaban la vara negra de un palmo mayor que el cofrade, coronada con cruz metálica y sudario.
A esta cofradía debemos la reposición de pasos e imágenes que desfilaron antes de su creación y que perecieron, pasto de las llamas que asolaron la iglesia del Convento el 17 de agosto de 1917. Reorganizaron las procesiones y lograron que el Descendimiento, después de siete u ocho años, volviera a conmover los corazones alcañizanos.
Como la mayoría de las cosas, también tenía su lado negro o negativo: limitó la participación de los varones en edad de ser cofrades, disminuyendo en número, debido, en parte, a que no podían costear la adquisición del hábito preceptivo, cuyo valor ascendía a veinticinco duros.
La Vera Cruz ha subsistido durante sesenta y siete años con altibajos más o menos importantes; momentos de gran apogeo y de decaimiento total motivados, en la mayoría de los casos, por la influencia de los distintos párrocos que han desfilado por esta localidad.


EJERCICIOS
Próxima la efemérides de la Pasión, las últimas semanas de Cuaresma y en días alternos, tenía lugar en la iglesia conventual la práctica, hoy desaparecida, de los «Ejercicios», organizados por la Tercera Orden.
El Ministro congregaba a los hermanos. A lo largo de la iglesia, formando un pasillo central, disponían varios bancos donde se colocaban los cofrades. A la entrada, en el cancel, el sacerdote dirigía la ceremonia asistido por el mencionado Ministro, el Abad, el sacristán y los cantores, acomodados en respectivas sillas tras la mesa, en cuyo centro se alzaba la diminuta cruz con Cristo Crucificado. A varios pasos de distancia, sentado en un taburete, el hermano de turno mantenía un palo o caña entre los brazos a modo de «Ecce Homo». Le seguía otro apoyado a la columna de madera: símbolo de «Cristo atado a la columna»; más adelante, un tercero arrodillado y los brazos en cruz en señal de penitencia. En el altar mayor, al final del pasillo, una cruz de madera presidiendo el acto y a ella asido, un cofrade: alegoría de la Crucifixión; a los pies, en el suelo, la tétrica calavera: la muerte.
Sacerdote y coro entonaban salmos penitenciales en latín. Entre salmo y salmo dos cofrades tocados con corona de espinas, soga al cuello y cruz a cuestas recorrían los pasillos laterales, regresando al altar mayor por el centro.
Terminada la celebración de los «Ejercicios» mostraban a cada miembro de la cofradía el Crucifijo y la calavera, diciendo: «Este es el Señor que te ha de juzgar»; «Considera, hermano, que hemos de morir».



DOMINGO DE RAMOS
Tras la bendición de los ramos, comenzaba la Misa Solemne presidida por el Alcalde y autoridades locales y a continuación de la misma, la procesión, que en doble fila recorría los lugares acostumbrados. 
Los ramos que portaban los fieles eran de laurel, olivo de la desaparecida viña de «Marciano» y madroño de los montes de Cabañas y Villarino. Los más devotos guardaban éstos, usándolos con gran fervor en circunstancias especiales: quemaban las hojas para que el humo ahuyentase las tormentas; construían hisopos con los que, impregnados en el agua bendita del Sábado Santo, exorcizaban las casas, establos, etc. El resto de tales ramas servían para la hoguera de la Vigilia Pascual y para el Miércoles de Ceniza. Aún se continúa, en parte, con tales tradiciones y creencias.


MIÉRCOLES SANTO
«El que a Tinieblas va, bien demás está»: frase popularizada y motivada por la escasez de asistentes al acto denominado «TINIEBLAS», que al oscurecer del Miércoles Santo se desarrollaba en la iglesia parroquial bajo la dirección de la Tercera Orden.

Actualmente no se practica.
El sacerdote, miembros de la congregación y cantores interpretaban en latín salmos penitenciales. Entre los diversos cantos producían breves pausas y, a la voz de «apaga otra vela», el sacristán iba apagando, poco a poco, las que estaban colocadas en el «tenebrario» (aparejo de madera a modo de árbol de copa triangular, en cuyos lados disponían velas de cuarterón, siendo mayor la del vértice, de una o dos libras, conocida como la «Vela María»).
La Vela María (Jesús Crucificado), era la última en extinguirse y con ella todas las luces de la iglesia, quedando envuelta en profundas tinieblas. En este instante, los mozos, portadores de matracas, carracas y sonajeros metálicos, ponían en marcha tales artilugios provocando estruendos ensordecedores, escenificación de la muerte de Cristo: «...la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos...» (Mt. 27, 52).
Los más fervorosos codiciaban el poseer la Vela María por atribuírsele varios poderes: alejaba las tormentas; en los partos de los animales, la encendían para que al caer la cera sobre la parturienta tuviera asegurada la leche y él cariño de las crías; etc.
PROCESIÓN DEL SILENCIO: el mismo día, a las nueve de la noche, parte de la Parroquia después de jurar los cofrades guardar absoluto silencio que la caracteriza.
Rodeado de antorchas y faroles, camina Cristo Crucificado hacia la iglesia del Convento, recorriendo las principales calles. Ya en el templo, el predicador exhorta a los presentes a que vivan con verdadero sentido y fe la Pasión del Salvador.
Procesión antiquísima que ha variado muy poco a lo largo de la historia: la cofradía de la Vera Cruz, mediante aportaciones de los devotos del Cristo, adquirió la mesa que desfila en la actualidad, elaborada por D. Félix Martín, «El Serrador»; anteriormente, transportaban la imagen en andas. El predicador, contratado por los hermanos, se encargaba de los sermones a realizar durante la Semana Santa.

JUEVES SANTO
Considerado día de labor hasta las doce de la mañana: los agricultores «enyugaban» las vacas para arar o acarrear leña y camas para los ganados; los industriales aperturaban los negocios, etc.
El repiquete de campanas reunía, a las cuatro de la tarde, a los cofrades: hermanos de la Tercera Orden; posteriormente, de la Vera Cruz, revestidos con hábito morado. Misa de alto copete: presidencia de Alcalde y Juez con bastones de mando, Corporación en pleno, Capitán de la Guardia Civil y demás autoridades.

Al final de la Eucaristía, el sacerdote bajo palio reservaba el Santísimo en el Monumento, adornado con vistosa flores y cuajado de cirios que en su día el sacristán recopiló casa por casa y que devolvía después de la Semana Santa para ser guardados, al igual que los ramos, con profunda veneración. Seguidamente comenzaba el desfile procesional: doble fila de cofrades, de fieles, cantando entusiasmados, todos juntos, el Miserere.

Ya en el Centro la Villa entraban a Cristo Crucificado en la iglesia parroquial y proseguían nuevamente hacia el Convento. Sacaban los mismos pasos que hoy.
Asiduamente y a lo largo de la tarde hasta bien entrada la noche, visitaban el Santísimo, rezando las estaciones y acumulando indulgencias. Cuatro mozos, cubiertas sus caras con pañuelos negros, con sombrero y sable a la cintura, escoltaban el Monumento. Estos guardianes serían al día siguiente los portadores de Cristo Yacente y Nuestra Madre de los Dolores.





VIERNES SANTO
La procesión del VÍA CRUCIS ha sufrido a través de la historia diversas modificaciones.
Desde tiempos inmemorables y hasta 1917, año en el que se incendió el Convento, cada amanecer del Viernes Santo subían los hermanos al Monte Calvario, rezando y cantando estrofas apropiadas a cada estación. Salían los pasos del Nazareno y la Dolorosa, tallas desaparecidas en el incendio. Dos cofrades coronados de espinas, la soga al cuello y la cruz a cuestas, abrían el cortejo.
Posteriormente, durante varios años, abandonaron tal práctica y desaparecieron las cruces del Calvario, hasta que la Vera Cruz compró la nueva imagen de la Dolorosa y el Sr. Acacio aportó el Nazareno, obra de sus hábiles manos, volviendo de nuevo la procesión, aunque con itinerarios distintos: unos años iban a la era, y por las Moreras, el Cuesto y la Plaza Mayor regresaban a la iglesia; otros, se limitaban a recorrer las calles del Hospital, Plaza Mayor y San Francisco; en época de D. Agustín Albarrán dividieron la procesión, yendo las mujeres por la calle del Hospital y los hombres por la de San Francisco, produciéndose el encuentro en la Plaza Mayor, momento en el que se cantaba: «La Madre del cielo / a su Hijo ha encontrado, / con la Cruz a cuestas / camino del Calvario». Seguían los penitentes arrastrando las cruces.
Años más tarde pasó otra vez al olvido, a causa de la aversión de cierto párroco. Allá en el año 1974, reconstruido el Calvario, resurge con sus cánticos y rezos, con la Dolorosa y el Nazareno, con la Verónica y la Magdalena, y cada año sube al Calvario sin portadores de cruces, pero con el mismo entusiasmo que nuestros antepasados.
Este mismo día, a la una, acudían los hermanos a la iglesia del Convento. El sacerdote rezaba los DIVINOS OFICIOS, leían la Pasión, consumían las Sagradas Formas y al final, descubierto el Crucificado entre rezos y rogativas, desfilaban ante El de dos en dos, hacían tres genuflexiones y besaban sus pies.
* * *
EL DESCENDIMIENTO.

Desde tiempos muy remotos, cada tarde del Viernes Santo, las matracas, enmudecidas las campas, llaman a los cofrades para desclavar a Cristo y dar sepultura a su cuerpo.
Hasta 1974 representaron tal escena en la iglesia conventual: el imponente Árbol de la Cruz plantado en el altar mayor; en El, el Hijo de Dios muerto, clavado de pies y manos. Los hermanos, sentados en el pasillo central, escuchaban y meditaban las palabras del orador, quien elocuentemente exponía actos de la Pasión. Llegado el momento, ordenaba que ascendieran a la Cruz, que arrancaran el «lNRl», que desprendieran la corona de espinas, que quitaran el clavo de la mano derecha, el de la izquierda, el de los pies y que con cariño descendieran el Cuerpo Sagrado para que, una vez presentado a su Madre, reposara en la urna.
Comenzaba la procesión: hermanos de la Tercera Orden o de la Vera Cruz con sus capuchones, cíngulo y guantes negros; la Cruz de madera con sudario, la Verónica y la Magdalena, el Nazareno, el Yacente y la Dolorosa; autoridades y fieles en general, desgranando estrofas latinas y castellanas del Miserere. Cuatro guardianes del Monumento enlutados eran los encargados de llevar la urna bajo palio y
escoltada por la Guardia Civil. Estos mozos alardeaban de fuerza y resistencia sobrecargando el paso con plomo y manteniéndolo a hombros sin descanso. Concluía la procesión en la misma iglesia y un grupo de congregantes custodiaba el cuerpo de Jesús.
La tradición del Descendimiento sigue latente en la Semana Santa de la Villa de Alcañices, y desde 1974 se realiza en el Monte Calvario, escenario de belleza indescriptible.
NUESTRA MADRE DE LOS DOLORES. Procesión profundamente arraigada en la localidad: a las nueve de la noche, a hombros de cuatro mozos, la Dolorosa, Madre de gracia, partía de la iglesia parroquial entre melodías del «Stabat Mater» y el monótono retumbar del tambor: escena enormemente emocionante.
En el Convento el predicador contemplaba los dolores de la Madre con tal énfasis que arrancaba lágrimas a los más devotos. Concluido el sermón, se ponía en marcha la comitiva hacia el lugar de origen con la Dolorosa, el «Stabat Mater» y con sus sentimientos prolijos.
Los hermanos de la Tercera Orden ya sacaban esta procesión, existiendo entonces la imagen que hoy se venera. Ha experimentado pocas variantes: cambios de túnicas y mantos de la Virgen bordados con hilos de oro, coronas, etc.; ciertos años la pasearon en la mesa de Cristo Crucificado. Llevaban farol y la
mayoría de las señoras lucían trajes negros.


DOMINGO DE PASCUA
Las doce de la mañana.
Las campanas al vuelo con alegres y acompasados repiques atraían a las mujeres hacia la iglesia de arriba y a los hombres hacia la de abajo. Salían las procesiones: las damas con Nuestra Madre y los varones con Jesús. Se producía EL ENCUENTRO en la Plaza Mayor: las tres genuflexiones de rigor; aproximaban los pasos y en ese instante el manto negro de la Virgen caía y resurgía vestida de azul. Madre e Hijo, mirándose mutuamente, con los hijos de la Villa encaminaban sus pasos hacia el Convento, celebrando a continuación la Eucaristía.
La imagen de la Virgen es la misma del día anterior: Nuestra Madre de los Dolores. Durante la historia han paseado distintas imágenes de Jesús: antiguamente la familia de D. Paco Corcobado aportaba la imagen del Niño Jesús, de sesenta o setenta centímetros de altura, pero un hijo de esta familia trasladó su residencia a Santander, llevándose la talla mencionada (valorada antes de 1920, según cuentan, en varios miles de pesetas); posteriormente, con la fundación de la Vera Cruz, la familia de D. José Calvo donó el «Niño Jesús de Praga», de altura parecida al anterior, usado en la procesión del Encuentro hasta el año 1975, en el que fue sustituido por la imagen del Corazón de Jesús, adaptada para tal fin con capa blanca, con báculo y bandera en la mano derecha.
Concluida la Santa Misa, los niños en edad de la primera comunión, iban a sus casas en busca de un huevo que entregaban al párroco, quien se lo canjeaba por una «Rosca de Pascua». Tal tradición, que no perdura, era conocida por «LA CONFESIÓN, DEL HUEVO».

El Salmo «Miserere »
Los cánticos del «Miserere», tanto en latín como en castellano, se inspiran en las Sagradas Escrituras, Libro de los Salmos:
«Confesión de los pecados y súplica de perdón.
1. Al maestro del coro.

Salmo de David.
2. Cuando fue a él el profeta Natán después que pecó con Betsabé.
3. Apiádate de mí, ¡oh Dios!, según tu benignidad. / Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad.
4. Lávame enteramente de mi iniquidad...».
(Sal. 50, 1-21)
Respecto a la autoría de la versión castellana en décimas del Salmo 50 se atribuye a Fray Diego José de Cádiz (1743-1801), misionero capuchino que evangelizó la Comarca de Aliste. Tal atribución se debe a que estas décimas se asemejan a otras del mismo autor, dedicadas a la Santísima Virgen:
«Es tanto lo que os venera / Y tanto os estima Dios, / Que cosa que queráis Vos / Imposible El no la quiera. / Sed, Madre, mi medianera, / Porque con este cuidado / Vivo y estoy confiado; / Y en vuestro honor decir puedo / Que ni de Dios tengo miedo / Como estéis Vos a mi lado».
Esta bella súplica de perdón, que es el «Miserere», se canta durante la Semana Santa en la mayoría de los pueblos alistanos; en las procesiones del Jueves y Viernes Santos, en Alcañices. Letra y música son comunes, aunque a veces encontramos algunas palabras trastocadas o equivocadas, debido, en parte, a la falta de interés a la hora de copiar la obra.
La edición en castellano que presento está tomada de las publicaciones más antiguas, localizadas en Alcañices, Bercianos y Rabanales, coincidentes entre sí, cuyos textos perduran íntegros en la memoria de nuestros mayores.
NOTA: La interpretación de estos cánticos se realiza alternando estrofas en latín y castellano: las primeras cantadas por el coro y las segundas, por el pueblo.
El coro comienza cantando en latín el Salmo 50: en la primera palabra negrita se produce una elevación de voz; en el signo "/", una breve pausa e igualmente en la segunda negrita, pero ésta un poco más corta.
SALMO .50 (LATIN)
Miserére mei, Deus * secúndum magnam / misericórdiam tuam.
Et secúndum multitúdinem miseratiónum tuárum, * dele / iniquitá tem meam.
Amplius lava me ab iniquitáte mea: * et a peccáto / meo munda me.
Quóniam iniquitátem meam ego cognósco: * et peccátum meum / contra me est semper.
Tibi soli peccávi, et malum coram te feci: * ut justificéris in sermóni bus tuis, / et vincas cum judicáris.
Ecce enim, in iniquitátibus concéptus sum: * et in peccátis / concépit me mater mea.
Ecce enim, veritátem dilexísti: * incérta et occúlta sapiéntiae tuae / manifestásti mihi.
Aspérges me hyssópo, etmundábor: * lavábis me, / et super nivem . dealbábor.
Audítui mea dabis gáudium et laetítiam: * et exsultábunt / ossa humiliáta.
Avérte fáciem tuam a peccáris meis: * et omnes / iniquitátes meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: * et spíritum rectum / ínnova in visribus meis.
Ne projícias me a fácie tua: * et spíritum sanctum tuum / ne áuferas a me.
Redde mihi laetítiam salutáris tui: * et spíritu principáli / confírma me.
Docébo iníquos vías tuas: * et ímpii / ad te converténtur.
Líbera me de sanguínibus, Deus, Deus, salútis meae: * et exsultábit língua mea / justiam tuam.
Dómine, lábia mea apéries: * et os meum / annuntiábit laudem tuam.
Quóniam si voluísses sacrifícium dedíssem útique: * holocáustis / non delectáberis.
Sacrifícium Deo spíritus contribulátus: * cor contrítum, / et humiliá tum, Deus, non despicíes.
Benígne fac, Dómine, in bona voluntáte tua Sion: * ut aedificéntur / muri Jerúsalem.
Tunc acceptábis sacrifícium justítiae, oblatiónes, et holocáusta: *tunc impónent / super altáre tuum vítulos.


MISERERE EN CASTELLANO

VERSO I

Ten mi Dios, mi bien, mi amor,
Misericordia de mí;
Ya me ves postrado aquí
Con penitente dolor.
Ponga fin a tu rigor
Una constante concordia;
Acábese la discordia,
Que causó el yerro común,
Y perdóname según
Tu grande misericordia.

VERSO III

Lávame, mas buen Señor,
De mi iniquidad, porque,
Aun lavado, yo no sé
Qué me asalta de temor.
Fuentes de mi Salvador
Que habéis al mundo regado,
A mi corazón manchado,
Lavad en vuestras corrientes,
Y tú, Dueño de estas fuentes,
Límpiame de mi pecado.

VERSO V

Contra ti sólo pequé,
A ti sólo te ofendí,
Hice delante de ti
El mal con que te agravié;
Lo confieso para que,
O bien si me castigares
O bien si me perdonares,
Te justifiques, Señor,
En tus palabras de amor,
Y venzas cuando juzgares.

VERSO VII

Ya ves, ¡oh! Dios de mis cultos,
Pues amaste la verdad,
Con cuánta sinceridad
Te confieso mis insultos.
Tú los inciertos y ocultos
Arcanos, que has reservado
Allá, en el seno sagrado
De tu alta sabiduría,
Ciertos, claros como el día
Me los has manifestado.

VERSO IX

A mi oído le darás
Un gran gozo y alegría,
Cuando oiga anunciar el día,
En que me perdonarás.
Mis entrañas llenarás
De placer, escucharán
Tu voz y te cantarán
Himnos a ti consagrados,
Y mis huesos humillados
de contentos saltarán.

VERSO XI

Un corazón limpio haría,
¡oh Dios!, en mi pecho impuro,
Rompe este corazón duro,
Derrite esta nieve fría.
jAh! engañosa pasión mía,
¡Cuán blandamente me engañas!
Tú, Señor, que a nadie engañas,
Dame un casto y dulce afecto,
Y un noble espíritu recto,
Renueva tú en mis entrañas.

VERSO XIV

Yo mismo, yo enseñaré
A los malos tus caminos,
De sus torpes desatinos,
Señor, los apartaré:
Yo con tu luz guiaré
Los tristes hijos de Adán,
Ya que tan ciegos están
En los locos desvaríos,
De su error; y los impíos
A ti se convertirán.

VERSO XV

Líbrame de sangre ajena,
¡Oh Dios!, Dios de mi salud;
Yerros de mi juventud
Me han labrado esta cadena.
Cautivo el corazón pena,
Gime, llora y llorará;
y el mundo todo sabrá
Que el mar de mis culpas mengua
Con lágrimas, y mi lengua
Tu justicia cantará.

VERSO XVIII

Sacrificio es para Dios
Un espíritu rendido,
Atribulado, afligido,
Partido de pena en dos.
Confiado llego a Vos,
Resuelto a no pecar más;
Que un corazón que verás,
Ya contrito y humillado,
Arrepentido, enmendado,
Mi Dios, no despreciarás.

VERSO XIX

Con benigna compasión,
Señor, con dulce piedad,
Con tu buena voluntad
Trata a la amada Sión.
Benigno tu corazón
Acabe de hacer también
Que no tarde más mi bien,
Que se enjuguen ya mis llantos,
Que se edifiquen los Santos
Muros de Jerusalén.

VERSO II

Y según la multitud
De tus dulces y adorables,
Misericordias amables,
Sácame de esclavitud.
Ya me ofrezco a la virtud
y protesto a tu bondad,
Que con letras de verdad,
Caracteres de mi fe,
Yo tu amor escribiré;
Borra tú mi iniquidad.

VERSO IV

Porque yo en mi desvarío
Conozco mi iniquidad,
Conozco que mi maldad
Atropelló a mi albedrío:
Que fue doble el yerro mío,
Miré, vi, quise, caí;
Fui sangriento, te ofendí,
No puedo ocultarlo ya.
Conozco que siempre está
Mi pecado contra mí.

VERSO VI

Ya ves que en iniquidades
Fui concebido, Señor.
¿Quéquieres de un pecador
Que se concibió en maldades?
Merezca ya tus piedades
Quien en culpa se formó;
Si esta hechura se quebró,
Templa tus ojos airados,
Pues, en males y en pecados,
Mi madre me concibió.

VERSO VIII

Me rociarás, ¡oh! bondad,
Con hisopo de tu sangre,
Hasta que, en fin, se desangre
La vena de mi maldad.
Me limpiaré, y tú, piedad,
Si sobre mí se conmueve
Y el sacro rocío llueve,
Me lavarás y seré
Puro; limpio quedaré,
y blanco más que la nieve.

VERSO X

Aparta tu rostro ya
De mis pecados, y mira
Que tu dulce vida expira
Por mí, que por mí seda.
Tu sangre pidiendo está
El perdón de mis maldades;
Y para que a tus piedades
Veloz mi espíritu corra
Destruye, consume y borra
Todas mis iniquidades.

VERSO XII

No me arrojes enojado
De tu presencia, Señor,
Que esta hechura tu dolor
Y tu sangre te ha costado.
Perdí a Dios, dejé a mi amado,
Y pues que yo te perdí,
Deja que se anegue aquí
Mi culpa en un mar de llanto;
Mas, a tu Espíritu Santo,
No le retires de mí.

VERSO XIII

Vuélveme ya la alegría
De tu salud que he perdido,
Y volverá a su sentido
Y placer, el alma mía.
Venga ya el alegre día
Que ponga fin a mi mal,
Y con la gracia final
Confírmame en tu afición,
Con un noble corazón
Y espíritu principal.

VERSO XVI

Señor, abrirás mis labios,
Publicarán tus grandezas,
y te volveré en finezas
Cuanto te quité en agravios.
Si para tus desagravios
Das aliento a mi esperanza,
Te entregaré, sin tardanza,
Este corazón de roca;
Y, agradecida, mi boca
Anunciará tu alabanza.

VERSO XVII

Porque si hubieras querido
Sacrificio ensangrentado,
Cierto que lo hubiera dado
Para aplicarte ofendido;
Pero estoy bien advertido
Que al corazón miras más;
Y  pues lágrimas me das,
Lloro mis días infaustos,
Buen Dios, que en los holocaustos
Tú no te deleitarás.

VERSO XX

Entonces aceptarás
De justicia el sacrificio,
Las oblaciones propicio,
Y los holocaustos más;
Entonces recogerás
De montes, valles y cerros
Víctimas, que por sus yerros
Penitentes gemirán;
Entonces, Señor, pondrán
Sobre tu altar los becerros.

Stabat Mater


Como colofón de los cánticos de la Semana Santa está el Stabat Ma- ter, cantado en la noche del Viernes Santo durante la procesión de Nuestra Madre de los Dolores. Muerto Cristo, los hijos de la Villa acompañan a la Madre, afligida y dolorosa, desparramando las estrofas de tan bella obra, muestra de sincero pésame.
La versión castellana en estrofas octosílabas, redondillas, de autor desconocido, es réplica de los versos latinos que los sacerdotes rezan en sus breviarios el Viernes Santo.
Se interpreta alternando una estrofa en latín con la correspondiente en castellano.



STABAT MATER (LATÍN)
1.°
Stabat Mater dolorósa
Juxta crucero lacrimósa
Dum pendébat Pílius.
3.°
O quam tristis et afflicta
Puit illa benedícta
Mater Unigéniti!
5.°
Quis est horno qui non fleret
Matrem Christi si vidéret
In tanto supplício?
7.°
Pro peccátis suae gentis,
Vidit Jesum in torméntis,
Et flagéllis súbditum.
10.º
Fac, ut árdeat cor meum
In amándo Christum Deum,
Ut sibi compláceam.
11.º
Sancta Mater, istud agas
Crucifíxi fige plagas,
Cordi meo válide.
13.º
Fac me tecum pie flete,
Crucifíxo condolére,
Donec ego víxero.
15.º
Virgo vírginum praeclára,
Mihi jam non sis amára;
F ac me tecum plángere.
17.º
Fac me plagis vulnerári,
Fac me cruce inebriári,
Et cruóre Fílli.
19.º
Christe, cum sit hinc exire,
Da per Matrem me veníre
Ad palmam victóriae.
2.°
Cujus ánimam geméntem
Contristátam et doléntem
Pertransívit gládius.
4.°
Quae moerébat, et dolébat,
Pía Mater duro vidébat
Nati poenas ínclyti.
6.°
Quis non posset contristári,
Christi Matrem contemplári,
Doléntem curo Pillo?
8.º
Vidit suum dulcero natum
Moriéndo desolátum,
Dum emísit spíritum.
9.º
Eia Mater, fons amóris
Me sentíre viro dolóris
Pac ut tecum lúgeam.
12.º
Tui nati vulneráti,
Tam dignáti pro me pati,
Poenas mecum dívide.
14.º
Juxta Crucero tecum stare
Et me tibi sociáre
In planctu desídero.
16.º
Fac ut portem Christi mortem
Passiónis fac consórtem
Et plagas recólere.
18.º
Flammis ne urar succénsus,
Per te, Virgo, sim defénsus
In die judíii.
20.º
Quando corpus moriétur,
Fac ut ánimae donétur
Paradísi glória.

STABAT MATER (CASTELLANO)

1.°
Estaba junto a la Cruz
la Madre de Dios hermosa (1),
afligida y dolorosa,
viendo pendiente a Jesús.
3.°
¡Oh!, qué triste y afligida
con el llanto y el tormento,
se vio en tanto sentimiento,
la Madre de Dios querida.
5.º
¿Qué hombre hay que no llorara
con un dolor nunca visto,
si allí la Madre de Cristo
con tanta pena mirara?
7.º
Por pecados de sus gentes,
después de ser azotado,
vio en la Cruz atormentado,
a su Jesús inocente.
9.º
Madre, pues, ¡oh! amargo mar,
pues eres fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para contigo penar.
11.º
Ruegote, Madre, me hagas
esa merced y favor,
fijando de aquel Señor,
en mi corazón, las llagas.
13.º
Hazme, pues, Madre afligida (4),
que las penas, desolado,
llore del Crucificado,
mientras me dure la vida.
15.º
Virgen, Reina singular,
de vírgenes hermosura,
no me muestres la amargura,
hazme contigo llorar.
17.º
Haz que yo sea llagado
con tus llagas, y mi amor,
de tu (5) precioso licor,
sea siempre embriagado.
19.º
Haz que yo, Madre de gracia,
sea por la Cruz defendido,
por la Pasión guarnecido,
confortado por la Gracia.
2.°
Allí fue su alma, en rigor,
tristemente traspasada
con la más aguda espada
de la pena y del dolor.
4.°
La que con pecho sentido
piadosa se entristecía,
cuando las penas veía
de su Hijo esclarecido.
6.º
¿ Y quién no se entristeciera
con sentimiento prolijo,
si al padecer con el Hijo (2),
a la dulce Madre viera?
8.º
Y vio la piadosa Madre (3)
que su Hijo muy amado,
muriendo desamparado,
volvió su Espíritu al Padre.
10.º
Hazme que llegue a abrasar
en amor mi corazón,
para que con perfección
a Cristo Dios pueda amar.
12.º
Para que pueda contigo
de Cristo el dolor sentir,
que por mí quiso morir,
parte tus penas conmigo.
14.º
Contigo, Estrella de luz,
mi amor desea entretanto,
acompañando tu llanto,
estar al pie de la Cruz.
16.º
Haz que a Cristo, de tal suerte,
acompañe en su Pasión,
que siempre en mi corazón
lleve presente la muerte.
18.º
A tu amor pido propicio
que, inflamado y encendido,
por ti, Virgen, defendido
sea yo el día del Juicio.
20.º
Y, cuando sea preciso
que el cuerpo haya de morir,
logre mi alma, al partir,
la Gloria del Paraíso.
NOTAS:
(1) «la Madre de gracia hermosa»
(2) «si padecer con el Hijo»
(3) «Vio la más piadosa Madre»
(4) «Haced, pues, Madre afligida»
(5) «su...»
Estas variaciones existen en la edición del Stabat Mater de 1946, Imp. Riveras.

Mantengo la letra popular que actualmente se canta, pues no es necesario modificarlas, dado que las estrofas se mantienen correctas.


Via Crucis


En el amanecer del Viernes Santo tiene lugar la práctica del Vía Crucis: procesión con un encanto especial, debido al momento y al entorno.
El cántico consta de catorce estrofas dedicadas a cada una de las estaciones y que se van interpretando en el intervalo de las mismas después de rezar el sacerdote las preces pertinentes. Un solo coro.

1.ª JESÚS CONDENADO A MUERTE

Acompaña a tu Dios, alma mía,
cual vil asesino llevado ante el Juez,
y al autor de la vida contempla,
por ti condenado a muerte cruel.

Dulce Redentor,
para mí era la pena de muerte.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...
de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca peca.

3.ª JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

Con sus alas de nieve los ángeles,
pasmados de espanto, cubrieron su faz,
bajo el tosco y pesado madero
en tierra caído su Dios, al mirar.

Dulce Redentor,
por mis yerros caísteis en tierra.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón,

Madre afligida...

5.ª EL CIRINEO LE AYUDA A LLEVAR LA CRUZ

Porque al monte con vida llegase,
los duros escribas, con saña infernal,
a Simón Cirineo alquilaron,
que a Cristo ayudase la Cruz a llevar.

Dulce Redentor,
yo también quiero ser cirineo.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

7.ª CAE JESÚS EN TIERRA POR SEGUNDA VEZ

Otra vez el Señor de los cielos
volvió fatigado el polvo a besar;
y otra vez los esbirros crueles.
en El desfogaron su ira y crueldad.

Dulce Redentor,
nunca más caeré ya en pecado.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

9ª JESÚS CAE EN TIERRA POR TERCERA VEZ

Con sus duras caídas, cristiano,
las tuyas pretende Jesús resarcir.
A tu Dios por tercera vez mira.
de polvo y de sangre cubierto por ti.

Dulce Redentor,
vuestro amor del infierno me libre.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

11.ª JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ

Ya, alma mía, en la Cruz, duro lecho,
sus miembros sagrados extiende tu Bien,
y con clavos agudos taladra.
los viles soldados sus manos y pies.

Dulce Redentor,
yo esos clavos clavé en vuestros miembros.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

13.ª JESÚS MUERTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
De Jesús el cadáver sagrado
María en sus brazos, llorando, tomó;
y con voz de dolor le decía:
«¿Quién muerte te ha dado, mi bien y mi amor?».

Dulce Redentor,
respondedle que aquí está el culpable.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

2.ª JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS

Con la Cruz de tus culpas cargado,
exhausto de fuerzas camina tu Dios;
y a subir la pendiente, le impelen
por fuera sayones, por dentro tu amor.

Dulce Redentor,
mis pecados tus hombros oprimen.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...



4.ª JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

Del Calvario subiendo la cumbre,
el Reo Divino a su Madre encontró,
y una espada de filos agudos
del Hijo y la Madre hirió el corazón.

Dulce Redentor,
Yo esa herida causé a vuestra Madre.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

6.ª LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Con ternura y piedad la Verónica
el rostro sangriento de Cristo enjugó,
y en tres pliegues del lienzo, por premio,
grabada la imagen llevó del Señor.

Dulce Redentor,
en mi pecho grabad vuestra imagen.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

8.ª HABLA JESÚS A LAS HIJAS DE JERUSALÉN

Vio Jesús que unas cuantas mujeres,
movidas a lástima, lloraban por El,
y les dijo: «Llorad por vosotras,
piadosas mujeres, por mí no lloréis».

Dulce Redentor,
vuestras penas taladran mi pecho.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

10.ª DESPOJAN A JESÚS DE SUS VESTIDURAS

Con furor los vestidos quitaron.
del monte en la cumbre al paciente Jesús,
y por no iluminar tanta afrenta,
las puras estrellas negaron su luz.

Dulce Redentor,
ya no más liviandad ni impureza.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...

12.ª JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Tiembla el orbe y el sol se oscurece.
al ver en un palo expirar a su Dios.
Rompe en llanto, también tú, alma mía,
pensando que muere Jesús por tu amor.

Dulce Redentor,
mis pecados os dieron la muerte.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

14.ª JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO

En un frío y profundo sepulcro,
los restos sagrados guardaron se ya.
Triste Madre, cuán sola te quedas,
seré yo el consuelo en tu soledad.

Dulce Redentor,
yo a la Madre privé de su Hijo.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida...









M.      Salid Madre del templo
y echadnos la bendición
para que con ella andemos,
Virgen, la Resurrección

M.      La resurrección de Cristo,
la resurrección del alma,
la resurrección de Cristo
en buena hora se anda.

M.       Ya cantan los pajaritos
mañana de primavera
porque ya ha resucitado
el Señor de Cielo y tierra.

M.      Dónde vas paloma blanca,
rosa de la Alejandría.
Voy en busca de mi hijo
el hijo del alma mía.

M.      Me parece que lo veo
y que lo he de encontrar.
Es aquel que resplandece,
en la calle viene ya.

H.       ¿Dónde vienes madre mía
afligida y sin consuelo?

M:       Voy en busca de mi hijo
el tesoro que más quiero.

H:       Habéis de saber: Soy yo
ese hijo tan amado
que vengo resplandeciendo
aunque me crucificaron.

M.       Acércate hijo mío,
acércate a tu madre
que naciste Nió Dios
de mis entrañas virginales.

H.       Ya me acerco madre mía
y me arrodillo a vuestros pies
que en ausencia y en presencia
veo que mi madre es.

M.       Buenos días hijo mío,
¿Dónde te habías metido?

H.        En la Calle La Amargura
           me prendieron los judíos.

M.       Levántate hijo mío,
levántate ya del suelo,
que ya se quitó mi pena,
ya llegó el consuelo.

H:      Ahora me llegó el consuelo
y del gozo de alegría
triunfante subí a los cielos
con mi madre en compañía.

M.      Hijo mío de mi vida
cuánto resplandeces tú
en esas andas de flores.
¡Oh! Dulce Rey, mi Jesús.

H.       Yo aquí estoy resplandeciendo
como la rosa y el lirio
y por rey me coronaron
a gozar del cielo empirio.

M.       Yo pasé muchas fatigas
cuando te andaba buscando
en la Calle La Amargura
por tí andaba preguntando.

H.       Quitad madre el manto negro
y poned el de alegría,
que ha resucitado ya
vuestro hijo Virgen María.

M.      Hijo ya lo voy quitando
porque ya llegó la hora
de verte resucitado
¡Oh! Dulce Rey de la Gloria.

H.       Quita madre el manto negro
y poned el de las flores
que ha resucitado ya
el Señor de los Señores.

M.      Hijo de mi corazón,
sufriste grandes dolores
por querer salvar las almas
de todos los pecadores.

H.       Madre de mi corazón,
yo quise ser enclavado
por querer salvar las almas
de todo el genero humano.
  
M.      El día de Viernes Santo
expiraste en la cruz
resucitaste glorioso
¡Oh! Dulce Rey, mi Jesús.

H:       Si, Señora, Madre mía,
me prendieron en el huerto
me coronaron de espinas
y vengo resplandeciendo.

M.      Estrella de la mañana,
claro sol de mediodía
no dejes perder las almas
que es la prenda más querida.

H:       No las dejaré perder
cariñosa madre mía
que las llevaré al cielo
aquellas que fueron mías.

M:      Arrodillemos todos,
y hagamos
oración.
Le rezaremos un credo
delante del Redentor.

H. y M. Levántese el auditorio
y siga la procesión
cantando el Regina Celi,
alabando al Redentor.

Regina caeli, laetáre, allelúia;
Quia quem meruísti portáre, alleluia;
Ressurréxit sicut dixit, alleluia;
Ora pro nóbis Deum, alleluia.