martes, 25 de diciembre de 2018

Reportaje "Tras el rastro de una creadora rebelde"

La olvidada poeta alistana Margarita Ferreras

La escritora vivió sus primeros años en Alcañices y frecuentó de joven, ya establecida en Madrid, los ambientes literario de la época, que giraban en torno al Ateneo de la capital.

   
Uno de los centros de Alcañices es la plaza Ferreras, auténtico corazón del barrio comprendido dentro de las murallas, conjunto histórico declarado bien de interés cultural en 2008. En el edificio donde se encuentra hoy el bar Maria y Manolo nació en 1900 la poeta Margarita Ferreras Lorenzo, de la mano de mi bisabuela Antonia Mananes, que asistió en el parto.

    Eran de Alcañices sus padres, su abuela paterna y su abuelo materno; de hecho, los Lorenzo aún subsisten en la capital alistana. Su padre era interventor de Hacienda destinado en Palencia. Su madre, Abelisa Lorenzo, había obtenido el Diploma de Honor escolar en 1878. La plaza que lleva hoy su apellido no lo es por ella sino por su tío, el periodista y político José Ferreras Toro (1839- 1904). 


    Como ha desgranado Fran Garcera en su entrada sobre la poeta en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, Margarita vivió en Alcañices los primeros años de su vida, ya que a la muerte de su padre se trasladó a Madrid, donde vivía la familia de su tío José Ferreras. De su investigación son los datos que desglosamos a continuación, a los que añado reflexiones y algún dato adicional.


    En la capital frecuenta, movida por su inquietud intelectual y la voluntad de prosperar, los círculos artísticos de la España de bonanza posterior a la primera Guerra Mundial, haciéndose una más en la noche cultural y social madrileña. Fue alumna de la Residencia de Señoritas de Madrid. Frecuentando los ambientes teatrales conoce a Álvaro Retana, quien en 1918 le dedica su novela Ninfas y satiros, y en 1928 intenta protagonizar el Amor de Don Perlimplín de Federico Garcia Lorca.


    Su presencia fue habitual en los eventos culturales de la capital, que tuvo uno de sus epicentros en el Ateneo de Madrid, frecuentando a la generación del 27, especialmente a Manuel Altolaguirre, Benjamin Jarnés, Luis Cernuda y Francisco Ayala. También estuvo muy activa en los ambientes intelectuales feministas, especialmente el Lyceum Club Femenino (1926-1939), siendo amiga de Ernestina de Champourcin, María de Maeztu, Josefina de la Torre, Maruja Mallo o Concha Méndez. Fue la denominada Edad de Plata (1902-1939) de la cultura española.


   
En 1932 publica su única obra, Pez en la tierra, un poemario de amor y de paisajes, de resonancias intimas y sensuales, y de connotaciones vanguardistas, magníficamente reeditado en 2016. La crítica literaria la elogió en Luz, Heraldo de Madrid, La Libertad o Blanco y Negro.

    Ala brillante investigación de Garcerá puedo añadir el dato de que en 1930 su residencia estaba fijada en la calle de Miguel Ángel, número 17, de Madrid, como se evidencia de una denuncia policial que interpuso por el robo de una pitillera y un encendedor, ambos de oro. También el dato de que en 1939 residió en la calle de Calderón de la Barca, número 1, de Murcia, desde donde confió sus enseres entre 1939 a 1941 a la empresa de Fernando Gil Stauifer, de Madrid, que acabó denunciándola por impago. Y, finalmente, que 1942 otro juzgado de Madrid saco a pública subasta los enseres que tenía depositados en una caja del Banco Hispano Americano en Madrid, ciudad en cuya calle de Atocha se había vuelto a empadronar en 1940.

    Margarita Ferreras era una persona adelantada a su tiempo. Mujer en un mundo cultural dominado por hombres, persona de provincias en una España centralista y feminista antes de que el sufragio femenino fuera aprobado en 1931. En Madrid frecuenté con su amistad a los grandes autores del período de entreguerras, entre ellos Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, aunque también a personalidades como Gregorio Marañón o Manuel Azaña. Estuvo afectivamente vinculada al infante Fernando de Baviera. Su carácter contracorriente y contracultural, de auténtica pez en tierra, afectaron seriamente a su salud, teniendo que estar temporalmente ingresada en un psiquiátrico, situación que se agravaría aún más con la tensión social de la Guerra Civil hasta derivar en una psicosis.

    En 1964 la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales comunicó a la Junta Provincial de Beneficencia de Zamora la concesión a Margarita Ferreras del auxilio de enfermedad por encontrarse permanentemente incapacitada para el trabajo a causa de su dolencia, entonces incurable, lo que conforme al Decreto 1315/1962 la Junta comunicó al Ayuntamiento de
Alcañices como lugar de residencia de la solicitante. Que estuviera viviendo allí, o que estando en Zamora o Madrid firmara como residente allí, es una incógnita, así como el lugar de su sepelio, probablemente consignado en el expediente 557/63 que actualmente se custodia en el Archivo General de la Administración.

 
    Hace apenas dos años, en su artículo “Noticia de una olvidada Margarita Ferreras”, se lamentaba Luis Antonio de Villena del olvido de la autora. Alcañices tiene ahora la oportunidad de sacarla de ese lugar, leer públicamente sus poesías, animar a estudiarlas en el IES Aliste, dedicarle una calle e, incluso, llevar allí sus restos para darles el relieve que merecen y de esa forma realzar aún más la villa. Solo así se hará realidad el que <<No moriré mientras tú vivas. / Desesperadamente / mis raíces se alargan. / Eres agua y te busco. / Me revuelco como un pez en la tierra / cuando tú pasas».

Sergio Rodríguez López-Ros
Director del Instituto Cervantes en Milán

Domingo, 23 de diciembre de 2018. LA OPINIÓN DE ZAMORA "DOMINICAL"





jueves, 29 de noviembre de 2018

María Margarita Ferreras Lorenzo

Ferreras Lorenzo, María Margarita. Margarita Ferreras. Alcañices (Zamora), 26.II.1900 – ?, post. 1964. Poeta.
     Margarita Ferreras vino al mundo a las cinco y media de la mañana del día 26 de febrero de 1900 en la localidad zamorana de Alcañices. Pocos son los datos que se han preservado de los primeros años de vida de la poeta alcañizana, excepto los contenidos tanto en su acta de nacimiento como en su partida de bautismo. Su padre, Francisco Ferreras Toro, fue interventor de hacienda en la provincia de Palencia y procedía del mismo municipio. Su madre, Abelisa Lorenzo García, nació en el pueblo oscense de Canfranc. Tras la muerte del padre, la poeta y su madre se trasladan a Madrid, ciudad donde al parecer residían los únicos miembros que quedaban de la familia paterna. Su tío, José Ferreras Toro (Alcañices, 1839), fue un importante periodista, abogado y político militante en el Partido Constitucional en el cual llegó a ostentar, entre otros, los cargos de senador por Ourense (1891), por Santa Clara en Cuba (1893) hasta llegar a obtener, finalmente, el cargo vitalicio.
     En 1918 apareció la primera referencia sobre la poeta en la dedicatoria que el escritor Álvaro Retana le brinda en su novela Ninfas y sátiros. Escenas pintorescas de Madrid de noche, en recuerdo a una muchacha llamada Margarita. Retana, además de plasmar el momento en el que se conocieron en su estudio a través del primo del novelista y de certificar que la madre de ésta la acompañaba al encuentro, relata cómo Margarita buscaba ascender socialmente a través del teatro. En ese sentido, en torno al año 1928, pretendió asumir el papel protagonista en la obra Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín de Federico García Lorca, aunque el papel fue asignado, finalmente, a la actriz Magda Donato. Por aquellos años fue comentada la amistad que la autora mantuvo con el infante don Fernando de Baviera, por la cual circularon rumores que ella misma, en ocasiones, se encargaba de propagar. Uno de ellos se encuentra en las memorias de Francisco Ayala, donde recuerda su visita a casa de la autora por petición de Benjamín Jarnés para aconsejarla en asuntos legales respecto al infante don Fernando.
     Margarita Ferreras comenzó a ser una presencia constante en el ámbito cultural de la España de los años 30. Asistió como alumna a la Residencia de Señoritas de Madrid y a las reuniones del Lyceum Club Femenino. La poeta fue socia también del Ateneo de Madrid, eje cultural y punto de encuentro de los intelectuales más importantes de aquellos años. Su nombre también fue recurrente en los periódicos por su participación en diversos eventos, como en el banquete ofrecido a Azorín por los jóvenes escritores con motivo de la publicación de su obra Angelita. En 1932 publicó su poemario Pez en la tierra en la imprenta de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre, con unas composiciones cuya originalidad recae en algunas de sus imágenes y en el erotismo que impregna sus composiciones. A partir de este momento, se pierde el rastro de la poeta y hay que recurrir a su correspondencia con Miguel de Unamuno —incluida por F. Garcerá en su estudio de 2016—. En las misivas desarrolla una narración escalofriante de su encierro transitorio en un sanatorio contra su voluntad debido a sus problemas nerviosos y donde le fue diagnosticada una psicosis exógena. Tras este hecho, vuelve a perderse la pista de la autora para reaparecer en el padrón de Madrid de 1940, pese a que Manuel Altolaguirre afirmó haberla encontrado en plena Guerra Civil en las calles de Valencia profundamente trastornada y que, posteriormente, había partido al exilio. El último dato encontrado de Margarita Ferreras aparece en una nota marginal en su acta de nacimiento, fechada en 1964, según la cual la autora había obtenido auxilio por enfermedad de la Junta Provincial de Beneficencia de Zamora. A partir de este momento, se pierde el rastro de la poeta hasta la actualidad.

Obras de ~: Pez en la tierra, pról. de B. Jarnés, Madrid, Impresores Concha Méndez y Manuel Altolaguirre, 1932 (reed. ed., introd. y notas de F. Garcerá, Madrid, Ediciones Torremozas, 2016)

Bibl.: M. Altolaguirre, Obras Completas, vol. I, ed. de J. Valender. Madrid, Istmo, 1986; R. Quance, “Hago versos, señores…”, en I. M. Zavala (coord.), Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castellana), tomo V. La literatura escrita por mujer (Del s. XIX a la actualidad), Barcelona, Anthropos Editorial/Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1998; M. Castillo Martín. Las convidadas de papel. Mujer, memoria y literatura en la España de los años veinte, Premio de Investigación María Isidra de Guzmán 2000, Madrid, Excmo. Ayto. de Alcalá de Henares, 2001; S. Mangini, Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la Vanguardia, Barcelona, Ediciones Península, 2001; M. Altolaguirre, Epistolario (1925-1959), ed. de J. Valender, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2005; M. A. Chaparro Domínguez, “La imagen poética en la obra de Margarita Ferreras según Gaston Bachelard”, en Revista de Literatura, vol. LXXVI, n. 151, (2014), págs. 249-266; F. Garcerá, “’Grité en el cuerpo de las fieras’: tras las huellas de Margarita Ferreras”, en M. Ferreras, Pez en la tierra, ed., introd. y notas de F. Garcerá, Madrid, Ediciones Torremozas, 2016.

Fran Garcerá
Fuente: http://dbe.rah.es/biografias/134702/maria-margarita-ferreras-lorenzo

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Exaltación de la Capa Alistana en San Juan del Rebollar. 11/11/2018

Ana Pedrero. 
"Buenos y lluviosos días:
La tierra de Aliste vuelve a ser testigo de una nueva edición de la Exaltación de la Capa de Honras y de Respeto y os agradezco que sea mi voz la de todos, para todos, en esta mañana de noviembre, de pasacalles festivo en el pueblo y solemnidad y cántico en la iglesia.
Una exaltación de la capa de honras que cobra aquí, en vuestros pueblos, entre vuestra gente, su sentido y su razón de ser. Aquí, en Aliste, donde duerme su sueño en los arcones y en los armarios donde se guardan entre membrillos la ropa de ceremonia, los tesoros heredados de generación en generación que nos hablan en pleno siglo XXI de un lugar donde no existe el tiempo, de unas raíces que se hunden firmes en la tierra, de una historia, de una forma de vida, de la supervivencia extraordinaria de una prenda única y de quienes la han vestido, supervivientes también de tanto olvido.
Es aquí, en Aliste, donde resucita su paño, tupido, compacto, cuando los pueblos y sus gentes celebran el ciclo de la vida, las estaciones y los solsticios, las alboradas y las rondas, cuando se ponen a orear los manteos en la fiesta del santo patrón o se consume la cera nueva en los altares y viene el tiempo de la penitencia y de los ayunos, de Pascuas a Ramos, para abrir después el tiempo de la vida y de las flores, las romerías y las peregrinaciones a las ermitas y santuarios.


Aquí, en esta tierra parda como la lana parda, en esta tierra verde de casas de piedra y pizarra y arroyos de cristal limpio y molinos sin prisa y sin cereal, tierra de brezo y abejas, de robles y castaños, de magostos y el agua cantarina de los regatos y la transparencia de un río que llaman frío; en esta tierra que viste de colores vistosos en sus días de fiesta, de bailes charros y culadas, el pa acá y el pa allá y la jota picada al son de las gaita y el tamboril. Una tierra que cuando ríe sacude cien mil sonajas en su alma como un enjambre.
Tierra de pañuelos franceses y gabachas con cintas de seda y piquillos; tierra de manteos y monteras, de mandiles de picota y de seda, mantillas y mantos de cristianar, anguarinas y camisas de lino de doble puño; aquí, en esta tierra de jubonas y dengues, de toquillas, de sayas pregadas, calabazas, zapatos de oreja, medias de ocho agujas, relicarios, corales, bordados y primores que conforman un testimonio etnográfico impagable sobre los usos, costumbres e indumentaria que perviven a lo largo del tiempo, quizá porque hasta al tiempo se le olvidó echar el borrón para un tiempo nuevo con más ciencia y menos alma, con más prisa.
Porque a veces aquí, en Aliste, es como si el tiempo no existiese o no tuviese medida ni prisa ni efecto, como si la brújula ni la rosa de los vientos no mirasen hacia este oeste cuyo aislamiento lo ha preservado como santuario de la naturaleza y de los usos de los hombres de bien.
Aquí, solo aquí, cobra sentido la belleza, la solemnidad, la majestad de la capa de honras, de la capa de chiva, la más bella prenda que existe entre la más bella indumentaria tradicional, la de Aliste, tan sencilla, tan bonita, tan a salvo del mundo y sus mentiras con lo bueno y lo malo que ello conlleva.

Capa que cobija la memoria de las tierras de Alba y del Aliste y también las de Tábara y las de Carballeda, y la de las tierras que miran más allá del Duero y se pierden en Portugal, en esa otra tierra que suena a verso y a saudade, tan dulce, Tras os Montes, que también resguarda su historia en la lana parda de la capa parda, bajo la esclavina de su capa mirandesa. Una capa que demuestra que somos los hombres los que levantamos las fronteras entre los pueblos que son hermanos cuyo latido se mueve al mismo compás a uno y al otro lado de La Raya .
Aquí, en Aliste, donde los hombres la han acomodado sobre sus hombros, a la anchura de sus espaldas generación tras generación; esos hombros que han sostenido la labranza, la ganadería, la dureza del campo y del pastoreo, el trabajo, el reto de vivir y sobrevivir en un mundo que cada vez entiende menos de todas estas cosas; esos hombros sobre los que ha florecido como un milagro la belleza intemporal, casi mística, de la capa de honras, nacida como de la tierra, brotada, recia, del mismo color oscuro de sus caminos y surcos. Austera, amorosa, sobria y cálida como las propias gentes alistanas, como su abrazo tan de verdad, como las puertas de su casa siempre abiertas y el plato dispuesto sobre el mantel para el que llega a una tierra donde nadie es forastero.
No. No es una capa de pastoreo, la indumentaria humilde de un pastor, como tanto se ha pregonado de forma errónea. No. La leyenda alimentada en torno a la capa es muy bonita, es bucólica, pero es solo eso, una leyenda que se repite de boca en boca y que cobra mayor relieve en la capital zamorana cuando llega la noche del Miércoles Santo y sale a las calles de la ciudad una procesión de pueblo con el Cristo del Amparo sobre un manojo de cardos y una calavera a morirse cerca del Duero, con el sonido lúgubre del bombardino templando la noche de las tinieblas, el clamor de las carracas, la salmodia del arrepentimiento, cuando la capa es hábito del penitente, la más bella túnica de los días de la Pasión.
No. En tierra de pastores, en una tierra pobre como esta tierra, la nuestra, y por ello tan rica en ritos inalterables, un pastor no podría permitirse una capa ceremonial para salir al campo a guardar los rebaños, aunque bien es cierto que en las casas, además de la capa de honras, siempre había una segunda capa de un paño de peor calidad y sin sus filigranas y sus picados, para sentir su abrazo cálido contra el frío de la sierra cuando azota sin misericordia en los inviernos, en los infiernos de diciembre.
Infiernos de nieve y cencella, de nieblas y humedades, de hielo en los regatos y escarcha en los pastos y en las huertas; infiernos, inviernos de aullidos de lobo, de romances y cuentos junto a la lumbre, de soplo gélido como el filo de un hacha sobre el rostro que ha labrado la peculiar geografía, el mapa de las curtidas pieles de los alistanos, la sabiduría de sus arrugas, sus manos agrietadas donde solo cabe verdad, solo trabajo.
Fijáos, y os lo digo en la iglesia. Siempre he pensado que Cristo a la hora de partir el pan tendría las manos limpias, sinceras, de las gentes de aquí. Que sería el de la Cena Última un pan de Carbajales, redondo, de corteza áspera y gloria bendita en su corazón de blanca miga, crecido con el soplo de la leña ardiendo.
No. No es una capa de pastor, aunque hayan sido pastores, ganaderos y campesinos, los que la hayan lucido como la mejor de sus joyas, de hombre a hombre, de padres a hijos, a nietos. Hombres que le han conferido, que le habéis conferido el valor, la dignidad, la honra, a fuerza de ser, de vivir en pueblos humildes en los que el progreso y las oportunidades pasaron de largo, pueblos supervivientes del olvido institucional en un oeste sin trenes, sin indios ni vaqueros, también a veces sin ley, dejados de la mano del hombre, que no de la de Dios.
Pueblos que os veis expoliados de vuestra gente joven, de los niños por las calles, del futuro en la mirada, de jóvenes madres, de bebés en las cunas;pueblos que habéis sabido mantener intacta la dignidad y el orgullo, la bondad en los ojos, los cantares en la lengua y también en el alma, en los latidos al ritmo ternario del charro, la cinta para el pelo, la hebilla para el pie. Pueblos que no le debéis nada a nadie, mientras que la vida y la historia os deben tanto. Tanto.
No. No es capa de pastor. Es la capa parda de las ceremonias y las celebraciones, la que desde niña he visto en la obra de mi padre, Antonio Pedrero, siempre fascinado por su hechizo, por la elegante sobriedad de su factura, inmortalizada en un ciego que canta en romance la leyenda del Motín de la Trucha junto a Santa María La Nueva, la primera, casi la única rebelión del pueblo zamorano contra el poder establecido y los privilegios de unos pocos a favor de la igualdad de todos.
No es una capa de pastor, que es de honras porque la habéis honrado a través de los siglos las gentes humildes y trabajadoras, buenas, puras, del Aliste, de este oeste tierra de nadie, este oeste a caballo entre España y Portugal, allá donde los alcaldes toman su bastón de mando abrigados en su caricia parda en señal de respeto.
Una capa que no ha necesitado, que no ha conocido palacios ni despachos, ni colores ni favores porque es ella la que confiere honra a quien la porta y no al revés, si no es el hábito el que hace al monje; si ya en su propio ser, en cada una de sus hebras, lleva intrínseco el trabajo, la alegría, el respeto de todo un pueblo, el nuestro, el vuestro, el de las gentes de a pie, vosotros, nosotros, los que estuvieron antes que nosotros, que tampoco necesitaron nunca palacios ni despachos ni títulos ni siglas y quizá por ello lograron que todos los zamoranos sintamos esta capa un poco nuestra, símbolo de una identidad común.
Ha sido el pueblo quien ha forjado a lo largo de los siglos una prenda que, hoy sí, lucirá sobre los hombros de quien la merece con todos los honores por justicia, en reconocimiento a toda una vida de juglar y de estudioso, de músico, etnógrafo y poeta; de querer y de cantar muy dentro a esta tierra, de conocer y divulgar su cultura, sus voces antiguas, sus leyendas; un hombre de la talla de Joaquín Díaz, que une su honor, su dedicación, su prestigio a la capa que nos abriga el alma, la de todos. Enhorabuena, Joaquín.
No es una capa de pastor, es el alma, el signo de Aliste. La capa del padre, en el nombre del padre, en el bautizo; la capa a estrenar del novio en la boda, como un torero que sale de la aguja en la tarde de su alternativa, la primera de todas las tardes de su vida; la capa del respeto en los duelos, la capa del anciano en las procesiones, cuando en bajan a Cristo de la Cruz en el Desenclavo y lo presentan a los brazos de la Madre cargada de luto antes de la Resurrección. La capa tejida con el cántico hondo de las Cinco Llagas y el Miserere en las voces graves de los hombres, en las voces imposibles y agudas de las mujeres alistanas cuando despunta el mediodía del Viernes Santo ante un Calvario de piedra junto a un camposanto.
Tiene que ser aquí, en Aliste, y no en otro sitio porque solo aquí conocéis los secretos, lo que los demás no conocen, porque lo lleváis escrito en la piel como un código genético, como los misterios de un Rosario que rezáis, sin saberlo, desde el vientre de vuestras madres, desde la cuna.
Decidme, decidme cuánto pesa el tiempo, cómo es, a qué sabe el aire del otoño, cómo suena el golpeteo de la lana de la oveja negra castellana en el batán, en qué pentagrama se escriben sus ecos, o el de las esquilas en la noche, las carreras locas de las filandorras y las madamas, las loas, las coplas de ciego, los ofertorios, los romances atrapados en los ecos antiguos de una zanfona, en las voces de los mozos bajo los balcones en las noches sin luna y de ronda, en la noche de San Juan.
Decidme si recordáis el traquetreo de los telares, cómo se cuantifica lo intangible, lo que no se ve, que es como la fe; quién custodia la ciencia, el oficio secular de los sastres que se dejaron los ojos y los dedos pespunteando los picados en paño negro, herederos y transmisores de la confección de una capa, del milagro.
Decidme cuánto pesa el orgullo de los mozos que la han portado sobre sus hombros por vez primera, los silencios guardados bajo la cogulla como un secreto de confesión con uno mismo, la emoción del hombre casadero en la víspera del compromiso cuando la recibía de sus mayores, el respeto de quienes portaban las parihuelas y ataúdes y doblaban sus remates para ocultar sus picados en señal de luto, tan sencillo, tan sin aderezos pero tan de verdad.
Dime tú, Chabeli, cuánto pesa la ausencia de Esteban, cuánto amor hay en el abrazo eterno de su capa, ya para siempre.
Contadme cómo duele ese duelo, cuando la tierra se abre para ser sábana, mortaja; cuando las carnes se abren bajo el lino y se va la vida sin sangre ni heridas; cómo resuenan los ecos de los rezos, los pasos hasta el Calvario; cómo se mide la emoción de un Miserere a la manera de Aliste, Ten mi Dios, mi Bien, mi Amor, misericordia de mí; cuánto alumbran en la noche de los tiempo los miles de faroles de pajar que han encendido de rezos el camino de Cristo y su Madre por las calles desde el principio de los tiempos hasta nuestros días, ahora y siempre.
Solo aquí, solo en Aliste, solo vosotros lo sabéis. Solo vosotros podéis transmitir todo esto a quienes sientan un día la caricia, el abrazo, el peso de una capa de honras sobre sus espaldas, que es el peso de todo lo que sois, de vuestros ancestros, del Aliste santo que hay que mostrar sin renunciar a su esencia, a su misterio, al milagro apacible de su día a día.
Por eso os doy hoy dobles gracias en esta mañana en que habéis dejado que mi voz sea de todos y para todos y contar y cantar al amparo de estos muros la emoción, el milagro de vida que encierra cada Capa de Honras que solo es posible entender, sentir, aquí, con vosotros, entre vosotros.
Vuestros pueblos son los palacios, vuestras casas son los templos. Vosotros sois la honra.
Muchas gracias."

jueves, 30 de agosto de 2018

MIS RECUERDOS SIGNIFICATIVOS Y CONEXOS EN LA ESCUELA PRIMARIA DE TOLILLA DE ALISTE (ZAMORA)-ESPAÑA-.ANTIGUO REINO DE LEÓN Y HOY C.A DE CASTILLA- LEÓN.



Simón KATON ÁLVAREZ. (Desde la ciudad de Buenos Aires, República Argentina). 

29-30 de Agosto de 2018. 

En esta tarde del invierno de Buenos Aires y su zona de influencia < que tiene inviernos, hasta ahora, más tropicales que los que pasé en Aliste en la infancia y primera juventud > (sólo he visto algo de nieve en la ciudad el 09-07-2007 en mis casi 68 años), en el escritorio de mi Casa en el Barrio de Almagro, uno de los 48 barrios que por el momento tiene la ciudad de Buenos Aires ( para los que no conocen Argentina, aparte de la Ciudad, Capital de la Nación , como contenedora del Gobierno Nacional, y del propio Gobierno de la Ciudad, como provincia federal, está además la provincia de Buenos Aires – la más extensa y poblada de la Argentina – con sede del Gobierno en la ciudad de La Plata, 60 kilómetros al Sur); y dado que está por finalizar el mes de Agosto y primeros días de Septiembre, retrotraigo el recuerdo a la Trilla de 1932, con Era de trillar al comienzo de la ERAS, frente al prado que era de la tía María GELADO (La Colorada, Madrina de mi Padre), y al lado del prado de los abuelos paternos Francisco y María, de la Silvirona, con el añadido que en esas trillas del 32, falleció el abuelo Francisco, que fue para mí el primer encuentro con la muerte. 

Y como es natural, luego de agosto viene septiembre, y en el mes nueve (9) del año, en mis tiempos empezaba en Tolilla el Curso de la Escuela Primaria, pero siempre, el lunes primero después del día 09 de Septiembre de cada año, habida cuenta que la Fiesta Mayor de Tolilla se celebraba los día 8 y 9 del nombrado mes. Y, si por casualidad el 9 fuera lunes, las clases empezaban el miércoles de esa semana. 

Pues bien, como yo ya sabía leer y escribir – por vocación natural y estímulos de mi Padre –, a instancias del Maestro Don Antonio GONZÁLEZ, de 1930/31 a 1936, natural de Grisuela de Aliste, que convenció a mi Padre, debí comenzar la Enseñanza Primaria el Lunes 12 de Agosto de 1932, con 3 años, 10 meses y 14 días, dado que los 4 años los cumplía el 28 de Octubre de ese año 1932. 

Pero antes de seguir con el relato, a modo informativo, debo decir que la primera Escuela en la Historia de Tolilla (otros muchos pueblos de Aliste, por ejemplo Flores de Aliste y más tampoco las tenían), se construyó entre 1928-1929, en tiempos de la llamada Dictadura de Primo de Rivera, donde al parecer se construyeron bastantes Escuelas. Y aunque no lo sé con exactitud, creo que se inauguró en el Curso 1930/1931, con un Maestro joven, hospedado en la Casa de la prima hermana de mi Madre Cándida ÁLVAREZ, del que tengo una imagen muy, pero muy borrosa y remota. Luego llegaría Don Antonio, para el Curso 1931/1932. Un Maestro inteligente, instruido y capacitado pedagógicamente, dado que ya se le había dado impulso al Magisterio, en toda España y en Zamora también. Que aunque algo tarde, la provincia de Zamora, en especial en su zona de influencia + la zona de Toro, fue productora de muchos Maestros / Maestras (a posteriori). 

No obstante, el pueblo de Tolilla (de Aliste, nombre que podría derivar de atolladero, por las llamadas “viejas” propias de los inviernos lluviosos– tierras encharcadas movibles , que se hundían con facilidad al paso de personas, animales, carros y demás–en algunas calles, en especial en la Calle Real frente al prado del tío Vicente CRUZ y el huerto y cabañal de los primos de mi Madre Marciano y Hermanos, con su negrillo donde anidaba la cigüeña todos los años que en Tolilla viví) , por mediados de los años 20, ya había construido la Casa del Maestro, con un gran salón para la Escuela en la planta baja, y hubo en ella un primer Maestro de apellido PARAMIO. Pero con posterioridad, una nueva normativa, estableció la incompatibilidad de Casa-Escuela intercomunicada. Por eso se construyó la Nueva Escuela en las praderas fuera del caserío del Pueblo, en su parte de arriba; construcción única en medio de la pradera, con las ventajas del propio huerto anexo, y especialmente la libertad de los juegos al aire libre en los recreos, que luego detallaré. Pero claro, esa soledad urbana la sometía a vientos y lluvias de todos los lados. 

De manera que a Tolilla la Escuela / Maestros llegaron tarde, pero con suerte. Suerte, porque era una Escuela Nueva; y, oficialmente esos años de desarrollo global, aunque llegaban a España con timidez; a Zamora como provincia del Noroeste, a dosis homeopáticas; y, a la comarca de Aliste, al Noroeste de la provincia, con lágrimas de secano, la dotación de libros y elementos pedagógicos y complementarios, incluido el mobiliario, fueron importantes, a escala de Escuela Primaria de áreas Rurales: 

“”Mesas-bancos con dos asiendo cada una 12-13; mesa del Maestro con sillón; encerados tres: Uno con trípode y dos colgados en la pared; varios mapas nacionales y mundiales, físicos y políticos de tamaño grande; dotaciones de enciclopedias DALMAU, CARLES, PLA Y CIA de: Primer Grado 10-12; Grado Medio unas 6-8; y, Grado Superior 3-4. Libros de lectura, escritos en letra cursiva diversificada, con cartas modelo, instancias y otros, una media docena. Unos 4 Don Quijote de la Mancha, en un solo tomo, y edición castellanizada simplificada. Diccionario de la Lengua con algunas biografías importantes, de Editorial Sopena y de un tomo 2 ejemplares. ¿Quién soy yo? Libro de lectura inicial (muy importante, como luego expresaré) unos 2 ejemplares. Invenciones e inventores (un libro para mí de especial importancia, que también mencionaré), 2-3 ejemplares. Además una brújula, una cadena grande de agrimensor, un imán, una cinta métrica de 10 metros, tinteros para tinta a granel y otros””. Es de destacar, que la edición/impresión de todos los libros eran de antes de 1930. 

Y suerte también, porque al ser Escuela Nueva, de tiempos más modernos, los Maestros que venían eran más jóvenes y más preparados. Y en la mayoría de los casos, en aquellos tiempos con aires de apostolado, los Maestros / Maestras (menos en cantidad), se preocupaban de enseñar bien, para hacer mérito en sus carreras, pues casi todos eran jóvenes y de paso. En cambio los pueblos que tenían Escuela más antiguas, tenían Maestros de hornadas más viejas, menos capacitados, que no podían competir – salvo las excepciones – con los nuevas generaciones (de Maestros) y se asentaban en los pueblos donde el costo de vida era más barato, vivían con comodidad, respetados, y sin ambiciones hasta su final, lo que iba en desmedro de la cantidad y calidad de la enseñanza, habida cuenta que la pedagogía / enseñanza no se renovabna en las comarcas olvidadas, como Aliste (que no estaba sola). 

En Tolilla, que yo sepa, todos los Maestros fueron de la provincia de Zamora, dado que esta provincia por años fue una fábrica de Maestros, la carrera más primaria y económica (y en mis tiempos todavía respetada y admirada donde el Maestro era el símbolo del saber/conocimiento ¡Si lo dijo el Maestro…! Es así). 

Los Maestros que yo conocí (y los oídos por mentas) fueron todos zamoranos: Don Paramio, de origen sanabrés; Don Martín, zamorano; Don Antonio GONZÁLEZ, de Grisuela de Aliste; Don Maximino, de Jambrina del Vino; Doña Ramona (una mala Maestra interina sin título y acomodada del 37 al 39), de Carbajales de Alba; Don Jerónimo JAMBRINA CALZADA, de Pontejos del Vino; Don Manuel MARTÍN, de Sayago; Don Octavio de un pueblo de Zamora; Doña Adelina, de Maire de Castroponce. 

Yo comencé con Don Antonio GONZALEZ en 1932 y concluí con Don Jerónimo / substituto temporal Wenceslao, en Diciembre de 1942 (si bien fui en unas cuantas clases con Don Manuel MARTÍN, que luego ingresó en la Policía Secreta, a quien en encontré en Vigo, donde tenía destino, cuando emigraba a la Argentina). 

Como expresé más arriba, yo me inicié como escolapio en Septiembre de 1932, con la autorización del Maestro Don Antonio GONZÁLEZ, con menos de 4 años, porque ya sabía leer bien y escribir bastante bien(reglamentariamente debería haber ingresado dos años después).Y mi primer libro de lectura / estudio fue ¿QUIÉN SOY YO? El que comenzaba: ”””Yo soy un niño pequeño y débil que cada vez seré más alto y fuerte…””” Y así fui llegando a la etapa del cuerpo humano, al sistema digestivo de principio a fin: “Aprehensión (con la mano a la boca); masticación(dentadura); insalivación (glándulas salivales); deglución (boca-esófago-estómago); quimificación (quimo estomacal); quilificación(conversión de los alimentos en quilo); absorción(aspirar moléculas nutrientes del quilo por el intestino delgado, vía canales especiales); y, expulsión (de los residuales eliminados en el proceso digestivo, o material fecal).Luego venía el sistema circulatorio, con su corazón, arterias y venas, con explicaciones sencillas e inteligibles, ya visualizados en sus días por el infortunado M.Servet. Y finalmente, el sistema nervioso más complicado y menos conocido, con sus células (neuronas), su torre de control central, y algo más, que de alguna manera respondía a las acertadas hipótesis imaginadas (que a años vista resultaron ciertas) del Premio Nobel de Medicina en 1906, del investigador médico español don Santiago RAMÓN Y CAJAL (1852-1934). 

Este fue un libro que yo leí y estudie de “pe a pa”, que inició en mí la ilusión frustrada de estudiar medicina, por las circunstancias políticas de la vida en la España, de 1936 a 1975 , donde tuve que ser emigrante a la fuerza en 1951, los años de exportación de emigrantes en mayoría jóvenes, porque España me cerró los caminos del empleo oficial, pues privado casi no había; aunque en esencia estoy muy agradecido , y aunque la decisión fue desgarradora familiarmente, y es doloroso tener que irse de su País, fue acertada, habida cuenta que la Argentina, sin regalarme nada, con sacrificio y esfuerzo, me brindó oportunidades (no la de poder estudiar medicina ¡Claro! Pues mis ingresos dependían sólo de mi trabajo, y la Medicina exige casi dedicación exclusiva) que en España no hubiera logrado. Y naturalmente, la constitución de la propia Familia, que aunque pequeña en número, es grande en la intensidad del afecto, con la que ¡Soy feliz! 

Otro de los libros que me dejó marcas, de las buenas, fue el INVENCIONES E INVENTORES, que contenía unas cortas biografías de los inventores/descubridores diversos hasta su fecha de edición de 1928.Entre ellas leí y releí (todas muchas veces), pero especialmente con toda atención y asombro, las para mí más significativas: 

01-EL DESCUBRIDOR DE LA VACUNA DE LA VIRUELA: 

Edward A.JENNER (Berkeley-Inglaterra1749-1823). Médico, filosofo, poeta e investigador médico en una zona rural de pequeños propietarios, que en general tenían en sus establos vacas, para la producción de leche y recría. Eran años, donde todavía la viruela en humanos producía gran mortandad, y para mitigarla, se recurría a las pústulas humanas de la enfermedad, se dejaba secar el contenido, y luego se raspaba con lanceta en brazo del enfermo y se esparcía el contenido para la vacunación (1), lo que se denominaba variolación, que algo mitigaba la mortandad de las epidemias cíclicas. 

Jenner, buen observador; notó, que los que tenían contacto con las vacas en el ordeñe, alimentación y cuidado < que en general era toda la familia >, sí contraían la viruela, pero la enfermedad era más benigna, más corta, y con muy pocas muertes. Percibió además, que las vacas sufrían su propia viruela, muy benigna, y con ella contraían unas pústulas. Ante tal observación, pensó, que de esas pústulas vacunas, se podía obtener una vacuna más atenuada, que la de las pústulas humanas producidas por la enfermedad. Y se dio la oportunidad de experimentarlo en 1796 en un niño de 8 años con resultados satisfactorios, bien conocidos en el mundo entero. De manera que JENNER, es considerado el “padre de la inmunología”. 

02-EL PADRE DE LA MICROBIOLOGÍA MODERNA LOUIS PASTEUR. 

Este investigador francés, Louis PASTEUR (1822-1895), fue un investigador francés en química y biología, que siguió el camino abierto por E.JENNER – citado precedentemente – en el campo de las vacunas y la inmunología; pero en un espectro mucho más amplio. Basta decir, que fue el creador de soluciones múltiples, como: 

a).Solucionó la patogenia que asolaba a los gusanos de seda. 

b).Descubrió la vacuna para la epidemia de cólera de las gallinas. 

c).Vacuna contra el carbunco de los animales. 

d).Decisión de aplicar una vacuna experimental, que tenía en desarrollo, a un niño mordido por un perro rabioso en 1885, aún a riesgo que podía fracasar, pero resultó un éxito. 

e).Descubrió y experimentó con todo éxito la pasteurización alimentaria, que todos los días tenemos a mano en cantidades sin darnos cuenta, pero sin duda, y sin dejar de lado todos los demás descubrimientos; seguro que es éste el que más vidas ha salvado, y complementariamente, ha contribuido en buena parte en alargar la vida de la gente. 

En fin, un genio virtuoso y un investigador genial, al que la humanidad debe rendirle agradecimiento eterno. 

03-EL EMPRESARIO QUE DESARROLLÓ LA TECNOLOGÍA AUTOMOVILÍSTICA MASIVA. 

Henry FORD (1863-1947). Un brillante empresario norteamericano, que si bien no fue el inventor del automóvil, por sus habilidades mecánicas e innovadoras construyó artesanalmente uno, en 1896, que le proveyó la base de sus proyectos industriales, fundando en 1903 la empresa Ford Motor Company, en sociedad con los hermanos Dodge, fabricantes de motores. 

Su éxito empresario, tuvo dos vertientes decisivas: Fabricar en forma masiva automóviles útiles, sencillos, eficientes y baratos. Y para conseguirlo, desarrolló la cadena continua de producción, con la estandarización de todas las piezas, repuestos y elementos (producidos en grandes cantidades, conforme a su imaginación de respuesta del mercado). En 1908, desarrolló el Ford-T con un éxito rotundo. De manera que en la larga cadena de armado, cada obrero con funciones de tareas determinadas en su puesto de trabajo, iba haciendo su parte de tarea en cada vehículo de principio a final, lo que fue un éxito espectacular, pues en 1913, se produjeron ya 25.000 Ford-T, a dólares USA 500 cada uno. 

En esto de masividad, sencillez, eficiencia y precios baratos, discrepaba con los hermanos Dodge, que preferían autos lujosos y caros. De manera que solicitó y obtuvo un empréstito, para quedar dueño absoluto de la a compañía, que la manejó a su antojo, con el éxito conocido por todo el mundo. 

Tal masividad de automóviles, marca Ford y sus éxitos, tuvieron influencia enorme en el modo de ser, pensar y actuar de la gran mayoría de los norteamericanos, tanto en lo social, cuanto en lo económico, y por supuesto en lo político. Pues además, en las dos Guerras Mundiales, Ford, se reconvirtió con rapidez en la fabricación de material bélico, en defensa de sus aliados, y en especial, en la defensa de los intereses norteamericanos incluidos los propios. 

Ford, el fundador, fue genial en las estrategias empresariales, en las innovaciones, y en las previsiones del futuro. En cambio en las relaciones humanas y sociales, y sus evoluciones, al parecer, era un autoritario intransigente, que lo llevó al retiro de la dirección de la Empresa en forma anticipada, por sus discrepancias con las reivindicaciones de los trabajadores y sus sindicatos. 

De manera que yo rescato de H.FORD su inventiva, decisión, previsión y capacidad empresarial ¡Qué no es poca cosa! En momentos importantes de la historia. 

FINALMENTE, RESCATO TAMBIÉN LOS LIBROS MANUSCRITOS, dos, con variedades caligráficas, ambos. Uno hablaba de ciudades importantes y breve historia, ilustradas con fotografías de las mismas, en las partes más importantes: Palacios, museos, jardines, iglesias, catedrales, etcétera. El otro, se ocupaba de modelos de cartas personales, familiares, comerciales y sus respuestas; de diversas instancias a las autoridades respectivas informando o peticionando, que a mí me sirvieron tanto como modelo inicial, cuanto a la interpretación de textos, y las respuestas a las peticiones concretas, accediendo o negando en todo o en parte, con su parte argumental. 

Y no es que los otros libros no fueran importantes, que sí lo eran, y como he sido siempre un lector que tenía avidez de la lectura, y no había libros más allá de los racionados de la Escuela, he dado panzadas de lecturas del Quijote en esa edición mencionada sujeta a dieta demasiado rigurosa, donde sabía de memoria capítulos enteros. Como sabía de memoria los tres libros de Casa: Historia Sagrada, La Buena Juanita, Frases y Cuentos, y uno que me proveyó mi abuelo Simón, Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno. 

Y dejo de lado la disertación literaria libresca, para exponer otros recuerdos de mi Vida en Aliste. Sin olvidar que mi Escuela Primaria, la de todos los vecinos de Tolilla de Aliste, la que estaba en las praderas de la Portilla de las Eras, tardó siglos en llegar, hasta 1930, y sólo 50 años después en derrumbarse al ser abandonada, pues el éxodo de Tolilla (y el de Aliste todo), dejó a la Escuela sin alumnos. Una gran pena por los Recuerdos de las vivencias sepultadas en los escombros, pero su espíritu como molde de la personalidad de base, nos sigue acompañando TODA LA VIDA. Además ¡¡¡Cómo no me voy a acordar de la Escuela y su entorno, si fue mi basamento: “Intelectual, social y comunitario con mis pares, donde ejercí desde bien joven cierto liderazgo de grupo en los saberes y los juegos”!!! 



04-JUEGOS Y RECREOS EN LOS ALREDEDORES DE LA ESCUELA Y EN LA ESCUELA MISMA. 

Antes de entrar en tema, todas las correrías en los recreos por paredes, praderas, árboles y cortinas tenían su precio. Aparte de los chichones, sus equivalentes y parecidos, se rompían con facilidad medias/calcetines, cholas, botones, pantalones, camisas, y otros como las rodillas. En especial, en mi caso, aquellos tirantes de tiras de paño de lana común apisonado, de 3 a 4 centímetros de ancho, que sujetaban los pantalones, cosidos en la parte de atrás, y en la parte de adelante, con su ojal en la punta, sujeto a un botón cosido al pantalón (el botón), que se arrancaba de cuajo con frecuencia. 

Esos tirantes para mí eran un sufrimiento (y para mi Madre más, que debía arreglarlos), pues era muy común que cuando por la tarde regresaba a casa, en el mejor de los casos, llegaba con un solo tirante, de manera que mi pantalón, del lado herido, andaba bizco, como mirando torcido. Y no pocas veces, los tirantes rotos, los dos, atados con cuerdas. 

Es de referir, que aquellos años de mi infancia, eran años muy difíciles por la situaciones creadas por el Golpe militar de 1936, cuya conspiración encubierta empezó cuando el 14 de Abril de 1931 surgió la Segunda República Española, ideado por la minoría española de la razón de la fuerza:”Militar-sociedad conservadora tradicional católica opuesta a todo cambio social + el catolicismo profesional eclesiástico de altura, orden y mando”. Golpe que originó la Guerra de 1936 a 1939, con las consecuencias naturales de toda guerra, potenciadas por ser Guerra fratricida entre los mismos españoles, que ya había tenido “orejas de lobo”(con perdón de los lobos) en las guerras carlistas del siglo XIX. De manera que como toda guerra, aparte de las muchas muertes sin arte ni parte, más las producidas por las injusticias sociales, y la enorme cantidad de añadidos / agregados, producidas por las venganzas del odio < que fueron muchísimas>, esa Guerra, también trajo además la miseria integral de elementos vitales básicos– más allá de las enormes miserias de las conductas humanas–, que mi generación las sufrió de lleno ¡Y, yo, en primera fila! 

A mí me parece que nací, fuera de tiempo, en un período harto complicado en el mundo, en 1928, un intermedio entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial: 1914-1918 y 1939-1945, respectivamente. Y en el medio la Guerra de España, con el plus de ser contemporáneo de la Gran Depresión de 1929, con efectos duraderos, por una u otra causa, hasta los largos años de los 60 en España y las Tierras de Aliste. 

De ahí, que aparte de todas carencias y necesidades básicas, para toda la población marginada, que eran legiones a lo largo y ancho de España, a todas ellas se asociaban además los elementos del vestuario y calzado, que eran muy caros comparativamente, en relación con la economía de subsistencia de Aliste. Así que los elementos de cobertura del cuerpo en todas las estaciones del año, que poco variaban de una a otra, – por necesidad tenían que durar mucho tiempo aunque estuvieran gastados y remendados –, salvo alguna prenda, que la temperatura de la primavera y verano, obligaba a desalojarla. 

Es el caso, de por ejemplo, pantalones, calcetines / medias tejidas por las amas de casa, de los infantes varones (la indumentaria femenina era más estable).Los pantalones de varones, de pana o de tejido más liviano (aunque lo común es que cualquiera de los mismos, en la mayoría de los casos, fuera de uso común en todas las estaciones), cuando nuevos, se hacían llegar hasta la mitad de las pantorrillas, y las medias tejidas hasta la rodilla. Pero ¡Claro! A esa edad los chicos / niños crecen, y como debían durar todo el tiempo posible hasta su extinción por desgaste (bien remendados con lo que había a mano disponible y colores de nuevo y viejo en mosaico), al tiempo vista, el pantalón ya se había subido por encima de la rodilla, y las medias bajado a mitad de la pantorrilla, de manera que la mayor parte de la pierna, de la media pantorrilla al medio muslo, era una gran vidriera de exposición natural, en invierno , primavera, verano y otoño, expuesta a los elementos climatológicos; con rodillas escarchadas como lija en invierno, que se componían hasta el otoño siguiente. 

Por tales causas, aparte del maltrato personal natural, de la variedad de los juegos en los alrededores de la Escuela, ya mencionados, es que yo andaba casi siempre con los pantalones en ladera, en especial de mi lado derecho, no sé por qué, que mi Madre tenía que coser con mucha frecuencia, a pesar delas filípicas de la ¡Burrea que te parió…! Que luego veremos. 

En tales situaciones, que eran muchas y a repetición, yo llegaba con prevenciones a Casa, donde ya esperaba las casi diarias “filípicas” (con toda razón y merecidas) de mi Madre Balbina, que escuchaba a pie firme y sin pestañear, con un introito sistemático repetido como saludo inicial:”¡La burra que te parió…! Y un discurso de obligaciones que debía asumir como “escudero natural de ella”, que lo era de verdad, ante la ausencia de mi Padre. Y aunque yo así también lo sentía, y debí madurar en responsabilidad antes de tiempo (como también mi hermano Paco), tampoco podía sustraerme a la tentación de los juegos naturales con los compañeros, tanto en los Recreos de la Escuela, como fuera de la misma. 

Es de destacar, que con mi Madre siempre hubo una gran comunicación, y ya cuando yo era algo más maduro, recordábamos tiempos pasados y nos reíamos, de aquellos estropicios míos y de sus reconvenciones ¡Pobre! De la noche a la mañana ¡Por las injusticias políticas de España! Se quedó sin marido por 4 largos años, con 3 hijos de 8, 5 y 1 años, a cargo de haciendas y familia con 30 años de edad ¡Todo un ejemplo de constancia, voluntad y tenacidad…! Una Madre única y ¡Nuestra! 

Aparte de las correrías escolares de saltos de paredes, subida y bajada de las encinas de las cortinas de cercanías, rasguños de zarzas, tropezones con piedras, sietes en pantalones, roturas de tirantes de pantalones, rasgados de camisas, desnarigado de puntas de cholas y anexos; boxeos, luchas libres, saltos del burro y otros inventos; estaban los juegos más reglamentados culturalmente, más mixtos, salvo la gallina ciega, y la china, que eran más femeninos, y los días de lluvia eran mixtos en las limitaciones del pasillo cerrado de Escuela, de puerta de Entrada a la Escuela, del Sur a Norte, y al final, hacia el Oeste, puerta de entrada al Salón de estudios de la Escuela misma. 

Fuera de la Escuela, en sus praderas aledañas / camino de la Portilla del Campo, más adelante bifurcado, en recto, Campo arriba hacía la Marra de trozo regular de cantería de Tolilla y Lober, clavado en el suelo; y, en línea hacia el empinado Ramajal, más al Suroeste, el Camino a Ceadea, vía Encima y Debajo el Camino, el Campetón y las Perinquinas. Y en ese sector vecino, se desarrollaban los juegos más clásicos, casi todos mixtos, en especial las chicas más crecidas en cuerpos y años. Que básicamente eran: 

04-01-EL CHITO: Juego de un canto pequeño rodado / trozo de piedra redondeado, montado sobre una pequeña subida del suelo, al que se intentaba pegarle, a cierta distancia con una piedra plana, para lanzarlo lo más lejos posible, medido en pasos, y era ganador el que lo mandaba más lejos, luego de completar la rueda de participantes, en mayoría masculinos. Requería puntería, habilidad y fuerza. 

04-02-LA TAJUELA: A una distancia de alrededor de 10-12 metros, se ponían unas piedras planas en vertical, una en cada lado de la línea recta elegida en el suelo, de unos 12-14 centímetros de alto y unos 10 de ancho (aproximadamente).Se jugaba mínimo de a dos, y máximo (no limitado pero si habitual) de 4, en general se jugaba en parejas, en turnos alternados. El juego, se hacía con otra piedra plana más pequeña, que se tiraba desde atrás de las piedras en vertical, en forma alternada, para tratar de voltear / tirar al suelo la de la otra punta, y se iban anotando los puntos, hasta llegar a la suma acordada por las partes, el que llegaba primero a esa suma de puntos, en la misma cantidad de vueltas de tiro era el ganador, ya fuera individual o en pareja, en tal caso, la suma de puntos de la pareja. Juego de puntería, cálculo de distancia y precisión, donde una buena y sincrónica respiración en el tiro era muy importante. 

04-03-LA PÍNGOLA: Se jugaba entre varios (mayoría varones), las chicas eran espectadoras no imparciales. Los elementos: La píngola / píngula, en alistano, era un trozo de rama de madera de redondez natural, generalmente de encina, de unos 3 centímetros de diámetro, y una longitud de unos 20 + ó -, que se ponía asentada encima de una tarima de piedra, en forma horizontal, con no menos de su mitad sobresaliendo de la tarima sin caerse (en el aire). Los pingoleros participantes, con un palo común, o cada uno con el suyo, de parecido espesor y longitud del orden de 1 a 1,20 metros(siempre era preferido el palo común para todos), se ponían en posición, y le soltaban el golpe en la punta de la píngola, pero no tan en la punta, pues si era así de extremo, la píngola se elevaba más alta, pero caía más vertical y la distancia era más corta al punto de partida; y el ganador era el que tiraba más lejos desde el punto de caída hasta el de partida. De manera que aparte de un golpe seco y veloz (aunque no tanto el empeño de fuerza y lento), pegado + ó – a 3/4de la píngola era el más ganador. 

04-04-LA TONA: Un juego con los palos más o menos equivalentes a los de la Píngola, que era más mixto, pero los palos más largos con más punta. En un redondel ideal, 4 ó 5 operadores marcaban un punto en la pradera del suelo, y ese punto inicial era el lugar de su entierro; y se enterraba el que tuviera el agujero mayor agrandado con el juego (por eso era juego de pradera, más fácil de escarbar). Se sorteaba a quien le tocaba la píngola, y éste, tiraba la píngola en el aire a quien estaba de vecino en la derecha de su agujero, ese debería pegarle a la P.y tirarla lo más lejos que pudiera, y el pingolero correr lo más rápido que pudiera a buscarla y traerla a la base. Entre la salida y la vuelta, el resto de los jugadores le escarbaba su agujero. Y así se iba dando la vuelta a la rueda, y al terminar el barranco picado más grande era el del entierro. 

04-05-CHORRO, MORRO, PICOTÁN…: Este era un juego varonil. A veces no exento de malicia. Entre el grupo se sorteaba quién iba a ser el Burro, con unas pajitas de hierba, el que sacara la más larga era el Burro y el de la más corta el jinete. El Burro con las manos y la cabeza se arrimaba a la pared del Huerto de la Escuela, algo doblado, de tal manera que el jinete pudiera subirse encima; el jinete hacía con la mano una sola figura (que el Burro desconocía por no verla) de las que a viva voz cantaba :Chorro, Morro, Picotán,Tijereta, de Caballo ¿Qué será? Si el Burro acertaba con la figura posicionada por la mano del jinete, que debía adivinar, pues no la veía, el Burro pasaba a jinete y el jinete a Burro. Y si no acertaba seguía de Burro hasta terminar el Recreo ¡¡¡ Unas buenas y sanas diversiones para pasar los Recreos!!! En aquellos difíciles y complicados tiempos de los años 30-40 y más. 

04-06-EL JUEGO DE BAMBOLEO CON LAS SOGAS COLGADAS DE UNA VIGA. Y EL JUEGO CON CARROS EMPINADOS. Estos juegos eran extraescolares, por las tardes, después de la Escuela, o días de sábados y domingos; y las referencia estaban en los portales, donde guardaban los carros tirados por vacas en Aliste, que han tenido la denominación común de “carros alistanos”. Para el bamboleo de la soga, se comenzó en el portal de la Casa de mi abuelo Simón, y en especial, en el Portal-pajar del tío Juan González, que estaba en las cercanías de la Casa habitación, a cuyas puertas de hecho, se producía el solario (toma de sol en invierno) por la vecinas de la parte de abajo el Pueblo. 

De la misma manera, el juego con los carros, que yo había descubierto de casualidad con el nuestro, hubo un ensayo en el portal de mi abuelo Simón, de una sola vez, tras un accidente en mi cabeza¸ pasamos al portal de la casa del tío Benito Martín, con sus hijos Bernardino (muy poco, porque tuvo que ir de pastor) y Cándido, incluso alguna vez participaba algo la hermana menor Gregoria. En la última etapa, ambos juegos, se instalaron en el portal citado del tío Juan González, con sus hijos Angelito y Juanito. 

Los orígenes del juego de la soga, los aprendí de mi tío Agustino, que en el portal citado de su padre, mi abuelo Simón, colgaba una soga larga y gruesa de una viga del techo, en el caso del sobrado que tenía el portal. Se ataba bien anudada en la viga en las puntas, con una separación de un par de metros, se regulaba la altura <a unos 50 centímetros del suelo, el titular de turno del bamboleo / hamacado, sentado en la curva que daba al lado del suelo, y la cuadrilla de los que empujaban con sus brazos a pie firme (la energía humana del movimiento ) de menos a más hasta que tomaba ángulos de distancia hacia atrás y hacia adelante hasta el máximo que daba la soga y los actores de los empujones del movimiento, que a su turno, nos íbamos alternando de empujadores (un par de ellos de cada lado) a empujados / hamacados. Era muy entretenido, y si bien en origen la plataforma estaba en el portal de mi Abuelo, luego la pasamos al referido de Angelito-Juanito, donde todavía tengo en la cabeza las huellas de un chichón, donde me estaban hamacando fuerte, y el carro del tío Juan González estaba atrás, y en el gran movimiento el ángulo de la soga llegó a la costana del carro, y mi cabeza la escuadró. 

Tuve que recurrir al auxilio de la prima de mi Madre Cándida, vecina de cercanía, que me hizo un corte de pelo con tijera, y me puso unas cucharadas de azúcar para contener la hemorragia. Cura que ya había practicado mi madre, en otro accidente, pero de caída de la Burra Cardona nuestra, en las cercanías de los Llenaderos de Tolilla. El azúcar sellaba la hemorragia, y como de hecho contiene en sí misma partícula de alcohol, es un buen desinfectante, si bien la acción obedecía más al corte de la hemorragia ¡Una práctica observada en la cultura ancestral alistana de sobrevivencia y adaptación! 

El juego bascular del Carro surgió de casualidad, y así lo descubrí. Sería por septiembre de 1937/38, y en nuestro carro viejo alistano (el resto lo mismo), el tirado por vacas, tiene una gruesa vara / icesa / iceda larga en forma de V ó Y (la Y más expresiva) horizontal, donde se asienta la caja del carro en la parte abierta de atrás. Los carros al lado de la caja (con base de tablas de madera y costanas), en forma paralela, en la parte de afuera tiene dos grandes ruedas, de pinazas de madera curvas, y rayos / radios de madera insertos de las pinazas al cubo o maza, herradas con una lámina gruesa de hierro que rodea la rueda en toda su circunferencia (por el exterior de las pinazas), sujeta en su forma la rueda en forma integral, y soporta en el rodaje de movilidad la fricción de los suelos. 

Cada rueda tiene un buje interior de hierro en el interior de la maza, y en ese buje penetra la punta de un eje acerado bilateral (atornillado y fijo) en la parte de la mitad de la caja del carro, donde se inserta cada rueda, sobre el que la rueda gira rodando cuando la fuerza de las vacas y / otra lo empuja o arrastra. El carro en sí, cuando está libre de ataduras, se asienta sobre la punta de la icesa, y la caja del carro está inclinada hacia adelante, dado que la Y (icesa integral) del carro, por su longitud tiene más peso. Y como es natural, si la icesa se levanta, la caja del carro se regula con ella hasta un nivel determinado de equilibrio horizontal (el que da la atadura en la punta de la icesa del carro al yugo de las vacas), y si por la causa que sea se sigue levantando más arriba, la icesa se levanta al máximo, hasta que la parte de atrás de la caja choca con el suelo. De manera que la icesa sube cuando la caja del carro en su parte de atrás tiene un peso o fuerza mayor que la parte delantera de la icesa, pero no más, que el ángulo que da el choque con el suelo de la caja del carro. 

Y queda claro, que la basculación o balanceo del carro, es decir el sube y baja del carro, se ejerce sobre el punto de los ejes de las ruedas. Si hay más peso de ese punto hacia adelante, la punta de la icesa toca el suelo y el carro se inclina hacia adelante; y, si el peso es mayor de ese punto hacia atrás, el carro se inclina hacia atrás, hasta que toca el suelo; y en esta situación la punta de la icesa se levanta en el aire al máximo. 

Hecha esta observación, me vino la idea, que si en un carro libre calzado en el portal nos poníamos varios rapaces en la parte de atrás, la Icesa se levantaba. Y en la punta de la icesa, donde está el travesaño de la palomita, que sujeta el carro al yugo de las vacas con el sobeo, podía uno montarse y ser elevado a lo más alto por el peso y la fuerza en la parte de atrás de la caja y sus costanas de los compañeros de aventura. Y así empezó el juego. 

Lo más natural era que el descubridor del juego, fuera el primer jinete que domesticara el carro, y el primer ensayo <con fracaso> es de recordar. Fuimos al portal de mi abuelo Simón, usamos su carro, que estaba debajo de un tablado del sobrado e hicimos el ensayo: Yo montado en la punta de la icesa, con las manos en la palomilla / palomita /travesaño, y los compañeros de aventuras, Bernardino MARTÍN RIVERA (el mayor), su hermano Cándido, Angelito y Juanito González, mi hermano Paco, y la ayuda de la prima de mi Madre Julia Álvarez, en la parte de atrás, ¡Todos a una…! Pero ninguno habíamos calculado que el ángulo de la ICESA chocaba con el tablado del sobrado, y el amortiguador fue mi cabeza ¡¡¡Ay, qué porrazo!!! 

De ahí en más, ante la duda se levantaba la icesa sin jinete para observar la altura. Y el juego fue llevado primero al Portal del tío Benito MARTÍN, y después al del tío Juan González, ya mencionado. 

Saludos y un ¡fuerte abrazo! 

Simón 

Buenos Aires, 29-30 de Agosto de 2018. 

skapjk@gmail.com 



NOTAS: 

(1).Corría el mes de Marzo de 1938, y como al parecer la viruela andaba barruntando por comarcas de la España Nacional– todavía quedaba un largo año de la Guerra de España (1936-1939) –, se hizo presente en la Escuela el médico del ayuntamiento de Gallegos del Río, un tal don Gonzalo Polo Iglesias, del que todavía estoy pensando ¿Quién le regaló el título de médico? Pues nunca vi a ningún machacante de la medicina, que se equivocara tanto en pronóstico, diagnóstico y receta de medicamentos. Aunque podía suceder, pues se comentaba, que al parecer era pariente de la mujer de Francisco Franco, Carmen Polo, y lo enchufaron lejos, en la comarca de Aliste. 

Creo que llegó al ayuntamiento de Gallegos del Río (Zamora-España), por los 1934, con el gobierno de la CEDA (cuando yo emigré en 1951 seguía en el cargo), que integraban estos siete (7) pueblos: Tolilla, Lober, Flores, Valer, Puercas, Gallegos del Río y Domez de Alba. Hasta entonces el Ayuntamiento tenía los servicios médicos de un practicante médico, competente y servicial, llamado Don Gerardo (fusilado en 1936, por ser de ideas socialistas, y al parecer el médico tuvo arte y parte en las denuncias). Pero al parecer cada municipio / ayuntamiento debía tener un médico titulado (¿¡…?!), que debían pagar los vecinos del mismo, y como en 1933 la C.E.D.A (Confederación Española de derechas Autónomas. Léase la alianza de las minorías gobernantes tradicionales, absolutistas , autoritarias, e involutivas sociales, que años después con el golpe militar formarían los cohortes del Nacionalcatolicismo, un remedo de Nacionalsocialismo nazi), ganó las elecciones, formó gobierno con Alejandro LERROUX, como Presidente de Gobierno, del Partido Radical ( un sometido obediente de plataforma interesada) , y dio marchas atrás con las conquistas sociales logradas en los dos primeros años de la Segunda República Española (1931-1936), lo que produjo la Revolución de Asturias y la Huelga general en España (sofocada por los militares asesorados por el Gral. Franco desde Madrid), gobierno que debió renunciar por el alto grado de corrupción, donde quedó instituido el término Estraperlo, derivado de dos juglares del juego clandestino, de origen holandés, llamados Strauss y Perlowitz (StraPerlo, apócope de los dos apellidos con sus primeras letras), que instalaron casinos clandestinos en San Sebastián y Palma de Mallorca en 1935, sobornando a altos funcionarios del gobierno que fue obligado a renunciar ¡Sí, sí, en 1935 también había sobornos! 

Pues bien. Don Gonzalo POLO IGLESIAS, se apersonó en la Escuela de Tolilla, con una frasquito y una lanceta, para vacunar a todos los alumnos, y a las personas que nunca se hubieran vacunado, dado que la vacunación anterior, según los memoriosos (donde destacaba mi Madre), había sido en 1923 ¡Hacía 15 años! 

Nos puso a todos en fila horizontal, y con la misma lanceta (sin desinfectar con nada) y el mismo frasco, uno por uno íbamos recibiendo el corte vertical y horizontal con algo de sangrado en la parte alta del brazo izquierdo. A unos días vista, todos los brazos de los escolapios, y el resto de los vacunados, con pústulas en la superficie de los cortes, con ¡Vacunas prendidas en casi todos los vacunados…! 

Y digo “casi todos”, porque al único que no le había prendido era a mí. Lo que me preocupó. Pero como en el libro referido de INVENCIONES E INVENTORES, en la biografía de JENNER (el descubridor de la vacuna), yo había leído que también se podía vacunar con las pústulas de la vacuna humana, decidí hablarle al compañero de Escuela Cándido MARTÍN RIVERA, que me dejara rasparle con cuidado una de sus pústulas para volverme a vacunar yo, dado que no me había prendido. Me dijo que ¡Bueno! Y como bisturí / lanceta usé la punta afilada de una de las piedras que andaban sueltas por el suelo en los alrededores de la Escuela, le rompí con cuidado una pústula, y con la afilada punta del pequeño guijarro me hice la incisión, en el lugar que había quedado baldío. Y, sí, me prendió. Y ¡Cómo me prendió! Anduve unos días con el brazo bien hinchado, y unas altas fiebres, que soporté casi en silencio, para no preocupar a n/ Madre, dado que n/ Padre ya llevaba tiempo en la Cárcel de Zamora, por haber sido Alcalde (del Pueblo y del Ayuntamiento) en la Segunda República, gracias a las denuncias del Secretario del Ayuntamiento ( que eran los amos absolutos de entonces en su Ayuntamiento, a los que alcaldes, concejales, regidores y jueces de paz estaban sometidos), a quien le había controlado los Presupuestos Municipales, y suprimido los contubernios con funcionarios de Diputación, con presupuestos inflados con un plus oculto¸ y ese plus, pagado por los contribuyentes del Municipio se repartía en forma silenciosa entre las partes ¡Claro! El Secretario era de la C.E.D.A, devenido en jefe de falange del Ayuntamiento en 1936, y mi Padre, de principios e ideas socialistas, aunque católico y de misa; pues él decía < con toda razón > que la igualdad, la fraternidad y el amor al prójimo las había enseñado Jesucristo. 

Bs.Aires 30-31 de Agosto de 2018.SKA