martes, 25 de diciembre de 2018

Reportaje "Tras el rastro de una creadora rebelde"

La olvidada poeta alistana Margarita Ferreras

La escritora vivió sus primeros años en Alcañices y frecuentó de joven, ya establecida en Madrid, los ambientes literario de la época, que giraban en torno al Ateneo de la capital.

   
Uno de los centros de Alcañices es la plaza Ferreras, auténtico corazón del barrio comprendido dentro de las murallas, conjunto histórico declarado bien de interés cultural en 2008. En el edificio donde se encuentra hoy el bar Maria y Manolo nació en 1900 la poeta Margarita Ferreras Lorenzo, de la mano de mi bisabuela Antonia Mananes, que asistió en el parto.

    Eran de Alcañices sus padres, su abuela paterna y su abuelo materno; de hecho, los Lorenzo aún subsisten en la capital alistana. Su padre era interventor de Hacienda destinado en Palencia. Su madre, Abelisa Lorenzo, había obtenido el Diploma de Honor escolar en 1878. La plaza que lleva hoy su apellido no lo es por ella sino por su tío, el periodista y político José Ferreras Toro (1839- 1904). 


    Como ha desgranado Fran Garcera en su entrada sobre la poeta en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, Margarita vivió en Alcañices los primeros años de su vida, ya que a la muerte de su padre se trasladó a Madrid, donde vivía la familia de su tío José Ferreras. De su investigación son los datos que desglosamos a continuación, a los que añado reflexiones y algún dato adicional.


    En la capital frecuenta, movida por su inquietud intelectual y la voluntad de prosperar, los círculos artísticos de la España de bonanza posterior a la primera Guerra Mundial, haciéndose una más en la noche cultural y social madrileña. Fue alumna de la Residencia de Señoritas de Madrid. Frecuentando los ambientes teatrales conoce a Álvaro Retana, quien en 1918 le dedica su novela Ninfas y satiros, y en 1928 intenta protagonizar el Amor de Don Perlimplín de Federico Garcia Lorca.


    Su presencia fue habitual en los eventos culturales de la capital, que tuvo uno de sus epicentros en el Ateneo de Madrid, frecuentando a la generación del 27, especialmente a Manuel Altolaguirre, Benjamin Jarnés, Luis Cernuda y Francisco Ayala. También estuvo muy activa en los ambientes intelectuales feministas, especialmente el Lyceum Club Femenino (1926-1939), siendo amiga de Ernestina de Champourcin, María de Maeztu, Josefina de la Torre, Maruja Mallo o Concha Méndez. Fue la denominada Edad de Plata (1902-1939) de la cultura española.


   
En 1932 publica su única obra, Pez en la tierra, un poemario de amor y de paisajes, de resonancias intimas y sensuales, y de connotaciones vanguardistas, magníficamente reeditado en 2016. La crítica literaria la elogió en Luz, Heraldo de Madrid, La Libertad o Blanco y Negro.

    Ala brillante investigación de Garcerá puedo añadir el dato de que en 1930 su residencia estaba fijada en la calle de Miguel Ángel, número 17, de Madrid, como se evidencia de una denuncia policial que interpuso por el robo de una pitillera y un encendedor, ambos de oro. También el dato de que en 1939 residió en la calle de Calderón de la Barca, número 1, de Murcia, desde donde confió sus enseres entre 1939 a 1941 a la empresa de Fernando Gil Stauifer, de Madrid, que acabó denunciándola por impago. Y, finalmente, que 1942 otro juzgado de Madrid saco a pública subasta los enseres que tenía depositados en una caja del Banco Hispano Americano en Madrid, ciudad en cuya calle de Atocha se había vuelto a empadronar en 1940.

    Margarita Ferreras era una persona adelantada a su tiempo. Mujer en un mundo cultural dominado por hombres, persona de provincias en una España centralista y feminista antes de que el sufragio femenino fuera aprobado en 1931. En Madrid frecuenté con su amistad a los grandes autores del período de entreguerras, entre ellos Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, aunque también a personalidades como Gregorio Marañón o Manuel Azaña. Estuvo afectivamente vinculada al infante Fernando de Baviera. Su carácter contracorriente y contracultural, de auténtica pez en tierra, afectaron seriamente a su salud, teniendo que estar temporalmente ingresada en un psiquiátrico, situación que se agravaría aún más con la tensión social de la Guerra Civil hasta derivar en una psicosis.

    En 1964 la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales comunicó a la Junta Provincial de Beneficencia de Zamora la concesión a Margarita Ferreras del auxilio de enfermedad por encontrarse permanentemente incapacitada para el trabajo a causa de su dolencia, entonces incurable, lo que conforme al Decreto 1315/1962 la Junta comunicó al Ayuntamiento de
Alcañices como lugar de residencia de la solicitante. Que estuviera viviendo allí, o que estando en Zamora o Madrid firmara como residente allí, es una incógnita, así como el lugar de su sepelio, probablemente consignado en el expediente 557/63 que actualmente se custodia en el Archivo General de la Administración.

 
    Hace apenas dos años, en su artículo “Noticia de una olvidada Margarita Ferreras”, se lamentaba Luis Antonio de Villena del olvido de la autora. Alcañices tiene ahora la oportunidad de sacarla de ese lugar, leer públicamente sus poesías, animar a estudiarlas en el IES Aliste, dedicarle una calle e, incluso, llevar allí sus restos para darles el relieve que merecen y de esa forma realzar aún más la villa. Solo así se hará realidad el que <<No moriré mientras tú vivas. / Desesperadamente / mis raíces se alargan. / Eres agua y te busco. / Me revuelco como un pez en la tierra / cuando tú pasas».

Sergio Rodríguez López-Ros
Director del Instituto Cervantes en Milán

Domingo, 23 de diciembre de 2018. LA OPINIÓN DE ZAMORA "DOMINICAL"