José Luis Alonso Ponga
Buenos días, nos de Dios, a los presentes. Salud para los asistentes y para todos los de Alba, Aliste y Tierra de Tábara, y cito por orden alfabético. No puedo por menos de mostrar mi agradecimiento a la ASOCIACIÓN PARA LA PROMOCION Y ESTUDIO DE LA CAPA ALISTANA QUE PRESIDE ANDRÉS CASTAÑO FERNÁNDEZ, y aprovecho también para ajustar cuentas de agradecimiento con Felix Marbán, responsable de estos mismos actos en otras convocatorias, y Ricardo Flecha, que con sus esculturas ha logrado llamar la atención de esta indumentaria más allá de nuestras fronteras. Debo reconocer públicamente el compromiso con estas tierras de Chani Sebastián infatigable divulgador de las esencias culturales, patrimoniales e identitarias alistanas, y entre ellas, como es lógico de las capas pardas.
Quisiera
resaltar el acierto de la Asociación al honrar en esta jornada a los héroes que con su vida quisieron defender
nuestras riquezas silvícolas,
paisajísticas y agropecuarias , para asegurar los valores sobre los que se
asientan estas comarcas. Aunque en la
entrega de los galardones lo van a hacer mejor que yo, quiero agradecer en
nombre de Zamora, del Noroeste, de los hombres y mujeres de ambos lados de la
raya el gesto de estos valientes. No hay amor más grande, dice el Evangelio que
el que da la vida por los otros, y los antiguos romanos afirmaban que siempre
es glorioso morir por la patria. Ellos son ejemplo de amor a la tierra
alistana, a la de Alba, a la de Tábara.
La capa que entregaréis a los familiares
y deudos no es un sudario, es un documento donde está grabado con el
cincel de la amistad y la admiración el mensaje del reconocimiento a los
valores de solidaridad y altruismo innatos entre vosotros.
Eterna
memoria a Daniel Gullón Vara, Victoriano
Antón Ratón, Eugenio Ratón Blanco Ángel
Martín Azcona . Un sentido abrazo a
Víctor Domínguez Marcos (afortunadamente superviviente) y larga y feliz
vida a tu hija Jara en quien vemos una perivencia segura de nuestras
aspiraciones colectivas.
Nos
convoca hoy aquí en Bermillo de Alba su asociación cultural Prendadores y el
alcalde del municipio. Gracias D.
Gregorio Martín Pichel y D. Ignacio Martín Lira. Y yo, como forastero creo que debo hacerme
perdonar el atrevimiento de ocupar esta ocasional cátedra de lo popular . Por eso siguiendo la tradición que
aprendí en los textos de las logas y
representaciones dramáticas religiosas del Aliste, Alba y Tierra de
Tábara inclinándome ante ustedes para recitar con reverencia aquellos versos
que dicen:
Para
hablar ante este grupo,/
licencia pido primero /
a la señora justicia /
y
al sacerdote del templo.
No
hemos reunido aquí en esta iglesia de S. Mamés
en un acto comunal; de la
comunidad del concejo y de la parroquia, devolviendo al templo uno de los valores que tiene desde la
Edad Media, desde la repoblación de estas tierras. El templo como casa de Dios
y casa de los fieles donde caben no sólo los oficios religiosos, si no también las reuniones comunales que se celebren con decoro y respeto. El edifico que nos acoge es, con sus peculiaridades y particularismos,
un templo como cualquier otro de nuestra comarca. De digna factura, con esta
magnífica cabecera de bóveda gótica, y la esbeltez de la torre que
sostiene las campanas,
Imprescindibles en la vida rural tradicional como instrumentos de comunicación
para los oficios religiosos y profanos,
para las procesiones y los entierros, para las hacenderas y los concejos. En este templo, como en todos los de Aliste
Alba y Tierra de Tábara se han atesorado a lo largo de los siglos, y gracias a
la devoción popular, pendones y estandartes, alhajas para las imágenes de mayor
devoción, mantos de bellos bordados, cálices custodias y cruces parroquiales de
singular belleza como podemos ver en la
exposición Salus de
Alcañices. La iglesia que hoy nos acoge
ha visto a lo largo de su historia muchas reuniones de hombres vistiendo esta
prenda en actos oficiales de religiosidad popular. ¡Qué sería de la capa de
chiva sin la religiosidad popular!. Se
ponía para ir al rosario, en los entierros, para cantar el Miserere, para
cantar el Viacrucis, en fin para las reuniones religiosas más importantes.
El
pueblo anfitrión, presume también de una historia grande y profunda. Y con
razón. Destaca entre todos los eventos
la famosa “Concordia”, firmada en Bermillo de Alba en 1564. Se trata de un documento por el cual se regulaba la vida
cotidiana de los vecinos de la comarca. En ella se lee que El Conde de Alba y Aliste elegía al Gobernador de la
tierra, que tenía que residir en Carbajales.
A él le correspondía el nombramiento de los jurados y regidores de los
pueblos de la villa, los cuales debían ser elegido previamente por los concejos de cada uno de los pueblos,
en junta habida el día uno de diciembre.
El documento concordial reconocía
al Conde el patronato de todas la iglesias. Lo que le autorizaba a proponer a
los candidatos a ocupar los puestos de sacerdocio parroquial y cobrar los
diezmos. Se debía preocupar de ayudar a la iglesia en sus necesidades. Desde mi punto de vista LA Concordia es de vital importancia para comprender como
ha funcionado el poder en el mundo rural. Para saber exactamente quien o
quienes controlaban el concejo, y de qué mecanismos se servían los poderosos
para ello. Porque el concejo, que se ha
tomado como el ejemplo más puro de la democracia, no siempre ha sido así, o a
veces no lo fue tanto. Controlado por intereses señoriales los vecinos hacían
lo que podían. Y estaban seguros de que su poder era limitado. Eran tan
conscientes de esto que se hizo famosa una poesía popular recogida un poco más
arriba de esta zona, pero que v ale también para aquí:
Pobre, si vas a concejo,
Tus palabras son en balde,
El rico te contradice
Y, chitón, dice el alcalde.
En
las sesiones solemnes del Concejo era obligatorio el uso de la capa, como lo
era en la iglesia y en las reuniones de las cofradías. Una manera expeditiva de
exigir a nuestros antepasados a ir decentes y medianamente aseados. Lo dicen
los documentos. Y hablando de religiosidad popular quiero recordar que Bermillo contaba con una ermita dedicada a
los mártires Fabián y Sebastián, cuya
devoción estuvo muy desarrollada en todo el Noroeste, y contaba con tres
cofradías de peso El Rosario, por
influencia de los dominicos de Tábara, Las Ánimas que no faltaba en ningún
pueblo, y El Santísimo, devoción universal que ha pervivido hasta nuestros días
y que en estas tierras marca un hito en la religiosidad popular. .
Las
jornadas de exaltación de la capa lo son de refuerzo de una prenda que
parafraseando a uno de nuestros clásicos, Baltasar de Alcázar “ella a sí misma
se alaba, no es menester alaballa”.
Porque llama la atención a
primera vista, y cuando mejor se la conoce más se la admira. Si nos adentramos
en los pliegues del manto o nos dejamos atrapar por los geroglíficos de sus
adornos nos asomamos a un mundo
insondable de matices patrimoniales en el que la materialidad sólo es soporte
de la inmaterialidad que sustenta. Porque en el paño, en la manufactura, en los
diseños están escritas las historias de vida de los responsables de cada uno de
los pasos.
El
vestido, el calzado, la indumentaria en general, la gastronomía, la
arquitectura tradicional, son lo que denominaríamos elementos “altavoces” que
pregonan las maneras de ser, de una
comarca, las señas de identidad que, interiorizadas por el grupo, se pasan de padres a hijos durante
generaciones. Pero es la indumentaria la que se lleva la palma en esta
comunicación. Su vistosidad, atrae
incluso a los neófitos. Al ser fácil de
conservar, se atesora como una de las manifestaciones de la memoria
familiar por lo que se transmite con
cariño y se convierte en el eje que vertebra al grupo y le dota de elementos
visibles de diferenciación.
Dentro
de las piezas de la indumentaria sobresalen las joyas de oro y plata femeninas y los botones de la
masculina, y con ellas los bordados de manteos y otras prendas femeninas o los chalecos y camisas del masculino. Pero
entre los hombres es la capa la preferida.
A las primeras de cambio el propietario te señala con afecto y emoción
que la suya era de su abuelo o de su padre y por eso la tiene tanto cariño que
no la empeña por nada del mundo. La capa es
un patrimonio y el patrimonio sólo lo es cuando se puede transmitir,
entregar a alguien para asegurar su pervivencia.
Creo
que ha sido un acierto por parte de la Asociación, el recurrir a esta prenda
para, a través de ella, recuperar en el sentido amplio y completo la memoria
colectiva del pueblo, de la comarca y de la provincia. Es el elemento
transmisor de mensajes de orgullo y pertenencia a un grupo y a una tierra que
se jacta de la cultura de sus antepasados y que ha querido hacer partícipe de
la misma a propios y extraños. Es un acierto honrar con esta prenda a
personalidades que se han empeñado en engrandecer con entrega e ilusión El Aliste, Tábara y Alba, o bien que están
dispuestos a hacerlo aunque sólo sea como embajadores luciendo esta vestidura
señera.
Cuando
vi la imagen del Santo Padre cargando
sobre sus hombros nuestra vestimenta me pregunté ¿Su Santidad enaltece esta
prenda, o humildemente está aceptando que como pontífice también se siente
honrado por llevar una prenda religiosa y laboral tejida durante siglos con la
urdimbre de las plegarias procesionales
los sudores de los campesinos y los fríos y turbiones que han pasado los
pastores en el monte?. Si un día pudiésemos explicar al Papa Francisco I el profundo significado de ella,
seguro que se sentiría honrado de participar con tantos y tanos hermanos que la
han endosado a lo largo de la historia. Orgulloso de ser uno más entre los
católicos de estas tierra, lo mismo que vosotros estáis orgullosos porque el
papa aceptó colocársela sobre los hombros un
mediodía en la plaza de San Pedro.
La
primer vez que oí hablar con cariño de las capas alistanas fue hace casi
cuarenta años, en Riofrío de
Aliste. Conocía las capas porque una
noche de miércoles Santo en la Semana
Santa de 1972, fui a ver la procesión de la cofradía del Santísimo Cristo del Amparo a Zamora, que dicho sea de
paso me impactó de tal manera que desde entonces estoy enganchado a la Semana
Santa de la capital del Duero.
Pero, como digo, fue en Riofrío de Aliste cuando
Serafín Blanco, que según me dijo había andado de joven con los rebaños por la Sierra de la Culebra,
me mostró la suya. La pude observar de
cerca sin atreverme casia a tocarla, porque tenía miedo de profanar lo que me
pareció un objeto sagrado. Me comentó
que siempre la ponía para cantar la Loga
de la Cordera. Porque los pastores, que en el campo usaban una mucho peor, no
podían venir así al templo. Por respeto al lugar y a los asistentes. La capa de chiva, las cholas ferradas, bien
limpias y lustradas con grasa o tocino, el zurrón y la cayada visibilizaban a
unos personajes que se pasaban la vida en
el campo durmiendo en los chiviteros. Mucho
más tarde, en 2012, entre en contacto directo con las capas rituales de la
procesión de Bercianos de Aliste. Y de
esta manera acabé haciéndome una idea de las tres maneras de ser de la capa
alistana: Agrícola pastoril, de representación social y vestidura sacral. Las tres patas de la trébede que sostiene el
equilibrio de esta maravilla joya de la indumentaria zamorana y envidia de la
española que la luce con orgullo, cuando se lo permiten, en el extranjero.
La capa como representación social,
se plasma en las estrofas que el carbajalino Francisco Rodríguez Pascual
r3cogió en esta comarca y nos trasmite cuando habla de la “capa de respeto”.
Te has hecho
una capa nueva,
Y me parece
muy bien
A los hombres
se respeta
Por aquello
que se ve.
La capa de chiva o de honras, se ha
conservado en estas comarcas de Aliste, Tábara y Alba, al igual que en Tras os
Montes y Tierra de Miranda porque todas
ellas forman una región cultural natural, aunque estén separadas por una
frontera política nacional, que como todas las fronteras políticas tienen en
cuenta los intereses de gobiernos y gobernantes lejanos, pero casi nunca las
necesidades de los habitantes de ambos lados, a los que separan los mojones
pero no las relaciones de vecindad o de
amistad, y el reconocimiento de
valores mutuos. Por eso las comarcas rayanas constituyen una fuente inagotable
de recursos culturales, hoy día
patrimoniales, de matices variados dentro de la macro-geografía.
El enriquecimiento semántico de un
objeto es una muestra del cariño que tiene los usuarios hacia el mismo. Y en el
caso de la prenda que hoy nos ocupa, no cabe la menor duda.
Con
frecuencia se ha buscado el arranque de la prenda pesando que una belleza tan
impresionante bien merece un origen extraordinario. Los historiadores buscaron
el abolengo en la antigüedad. La capa, dicen,
es la prenda evolucionada del “sagum” con que se cubrían las tribus
prerromanas, otros pensaron que era una popularización de las que usaban los
monjes de Moreruela. Se buscaba siempre un origen en la cultura
hegemónica. En mi opinión nace de la
necesidad del hombre de cubrirse ante las inclemencias del tiempo, y una prenda multiuso que como recalcan los
usuarios quita el frío, sirve de mullida cama, protege de la lluvia es la roza
la perfección utilitarista. Por eso el
refrán pastoril de “en invierno y en verano la capa en la mano”.
En estos momentos creo que es
importante hacer todos los esfuerzos posibles para documentar la decoración que
la enriquece. Nos encontramos en momentos de cambio tanto de la forma
como de las decoraciones por el gran
desarrollo que está adquiriendo, porque además de los sastres locales, aquellos
que son herederos de la tradición, también están trabajando otros de esta parte
de La Raya y de la otra, es conveniente fijar con trabajos de campo el origen
de cada uno de las decoraciones y crear un archivo que permita a futuros
investigadores y manufactureros hacer
evolucionar las composiciones sobre criterios contrastados. La decoración de las esclavinas capillos y chivas es un arte
popular. El nacido de unos esquemas básicos, sencillos pero bellísimos. La base
de la decoración es la línea recta y la curva,
La imaginación, y sobre todo la pericia
del autor o autora hace el resto.
Crea fabulosas combinaciones, intrincadas decoraciones por el sistema de
sobrepuesto. Paño sobre paño, negro sobre marrón o marrón sobre negro. Así se
componen los bellísimos lienzos de estas obras de arte. Destacan las rosáceas,
las decoraciones de círculos que llevan inscritos elementos floreados. Abundan los ajedrezados, y sobre todo las
composiciones de meandros y líneas. En
ocasiones son reproducciones esquemáticas de dibujos más antiguos y
complejos. Desde una perspectiva
antropológica es muy interesante, también conocer el significado que se les
atribuyen en este momento, los discursos que se están creando en una nueva
resemantización.
La apreciación por parte de los
nativos de esta prenda queda reflejada en el empaque que tiene y el respeto y
la elegancia que se suponía a los que la utilizaban: Como relumbra el sol
Al pasar por el cristal,
Así relumbran las capas
De la gente del lugar.
Los significados, varios y variados
de la capa, están en que se utiliza en la alegría y en la tristeza. En la
alegría luciendo los adornos ante todos y en el luto colocado el espejuelo
doblado hacia adentro de manera que no se viese la riqueza del bordado. Un
código semántico compartido por todos los que formaban parte de la comunidad.
Señal de respeto a la memoria de los difuntos para el portador, y aviso a todos
de que la persona estaba de luto.
Afortunadamente cada vez son más los
pueblos en los que se recuperan, no sólo las capas, sino los contextos de uso.
Porque no es lo mismo tener la indumentaria para un desfile que tenerla en un
contexto. Para mí es una satisfacción ver cómo cada vez son más los pueblos que
acompañan sus ritos semanasanteros con esta prenda. Las procesiones, viacrucis
y Misereres que obligan a los presentes a sacar los recuerdos de sus
antepasados. Y aquí, y permítanme que proclame lo que es de justicia, no
podemos olvidarnos de Bercianos de Aliste y su Semana Santa que como el gran
fenómeno de la religiosidad popular de larga duración ha servido de mudo
testigo , de venero perpetuo, de
referencia histórica y tradicional para la conservación y recuperación de esta
prenda en el noroeste ibérico.
Hoy como seña de identidad ha
traspasado la frontera de la tradición y habla nuevos lenguajes. Es una prenda
de hombres y mujeres, y que sirve también para inculturar a los niños y a las
niñas. Las reuniones transfronterizas de exaltación, las procesiones
semanasanteras a las que asisten personas de diversos lugares y comarcas de
España y Portugal muestran la fuerza de esta prenda, aunque a veces da la
impresión de que en estas puestas en escena cabe todo. Y sin ánimo de ser
purista, esto en principio no es ni
bueno ni malo, pero si queremos preservar la tradición debemos cuidar también
su evolución porque de lo contrario podemos dañar las raíces de la misma, y un
árbol con la raíces
dañadas o muere o languidece durante mucho tiempo.
Larga vida a nuestras tradiciones.
Gracias a todos los presentes por el interés que mostráis en la conservación
mantenimiento y promoción de nuestro patrimonio. Gracias.