domingo, 13 de noviembre de 2022

PREGÓN EXALTACION DE LA CAPA ALISTANA (Bermillo de Alba, domingo y 13 de noviembre de 2022)

 

José Luis Alonso Ponga

                                            Buenos días, nos de Dios, a los presentes.  Salud para los asistentes y para todos los de Alba, Aliste y Tierra de Tábara, y cito por orden alfabético. No puedo por menos de mostrar mi agradecimiento  a la ASOCIACIÓN PARA LA PROMOCION Y ESTUDIO DE LA CAPA ALISTANA QUE PRESIDE ANDRÉS CASTAÑO FERNÁNDEZ,  y aprovecho también para ajustar cuentas de agradecimiento con  Felix Marbán, responsable de estos mismos actos en otras convocatorias, y Ricardo Flecha, que con sus esculturas  ha logrado llamar la atención de esta indumentaria más allá de nuestras fronteras.  Debo reconocer públicamente el compromiso con estas tierras de Chani Sebastián  infatigable divulgador de las esencias culturales, patrimoniales e identitarias alistanas, y entre ellas, como es lógico de las capas pardas. 

Quisiera resaltar el acierto de la Asociación al honrar en esta jornada a los  héroes que con su vida quisieron defender nuestras  riquezas silvícolas, paisajísticas y agropecuarias , para asegurar los valores sobre los que se asientan estas comarcas.  Aunque en la entrega de los galardones lo van a hacer mejor que yo, quiero agradecer en nombre de Zamora, del Noroeste, de los hombres y mujeres de ambos lados de la raya el gesto de estos valientes. No hay amor más grande, dice el Evangelio que el que da la vida por los otros, y los antiguos romanos afirmaban que siempre es glorioso morir por la patria. Ellos son ejemplo de amor a la tierra alistana, a la de Alba, a la de Tábara.   La capa que entregaréis a los familiares  y deudos no es un sudario, es un documento donde está grabado con el cincel de la amistad y la admiración el mensaje del reconocimiento a los valores de solidaridad y altruismo innatos entre vosotros.

Eterna memoria a  Daniel Gullón Vara, Victoriano Antón Ratón,  Eugenio Ratón Blanco Ángel Martín Azcona .  Un sentido abrazo  a  Víctor Domínguez Marcos (afortunadamente superviviente) y larga y feliz vida a tu hija Jara en quien vemos una perivencia segura de nuestras aspiraciones colectivas.  

Nos convoca hoy aquí en Bermillo de Alba su asociación cultural Prendadores y el alcalde del municipio. Gracias  D. Gregorio Martín Pichel y D. Ignacio Martín Lira.  Y yo, como forastero creo que debo hacerme perdonar el atrevimiento de ocupar esta ocasional cátedra de lo  popular . Por eso siguiendo la tradición que aprendí en los textos de las logas y  representaciones dramáticas religiosas del Aliste, Alba y Tierra de Tábara inclinándome ante ustedes para recitar con reverencia aquellos versos que dicen: 

 Para hablar ante  este grupo,/

 licencia pido primero /

a  la señora justicia /

y al sacerdote del templo.

No hemos reunido aquí en esta iglesia de S. Mamés  en un acto comunal;  de la comunidad del concejo y de la parroquia, devolviendo al  templo uno de los valores que tiene desde la Edad Media, desde la repoblación de estas tierras. El templo como casa de Dios y casa de los fieles donde caben no sólo los oficios religiosos, si no  también las reuniones comunales  que se celebren con decoro y respeto.  El edifico que nos acoge  es, con sus peculiaridades y particularismos, un templo como cualquier otro de nuestra comarca. De digna factura, con esta magnífica cabecera de bóveda gótica, y la esbeltez de la torre  que  sostiene  las campanas, Imprescindibles en la vida rural tradicional como instrumentos de comunicación para los oficios religiosos y  profanos, para las procesiones y los entierros, para las hacenderas y los concejos.  En este templo, como en todos los de Aliste Alba y Tierra de Tábara se han atesorado a lo largo de los siglos, y gracias a la devoción popular, pendones y estandartes, alhajas para las imágenes de mayor devoción, mantos de bellos bordados, cálices custodias y cruces parroquiales de singular belleza  como podemos ver en la exposición Salus de Alcañices.  La iglesia que hoy nos acoge ha visto a lo largo de su historia muchas reuniones de hombres vistiendo esta prenda en actos oficiales de religiosidad popular. ¡Qué sería de la capa de chiva sin la religiosidad popular!.  Se ponía para ir al rosario, en los entierros, para cantar el Miserere, para cantar el Viacrucis, en fin para las reuniones religiosas más importantes.

 

El pueblo anfitrión, presume también de una historia grande y profunda. Y con razón. Destaca entre todos los eventos  la famosa “Concordia”, firmada en Bermillo de Alba en 1564. Se trata de  un documento por el cual se regulaba la vida cotidiana de los vecinos de la comarca. En ella se lee que El Conde  de Alba y Aliste elegía al Gobernador de la tierra, que tenía que residir en Carbajales.  A él le correspondía el nombramiento de los jurados y regidores de los pueblos de la villa, los cuales debían ser elegido previamente  por los concejos de cada uno de los pueblos, en junta habida el día uno de diciembre.  El documento concordial  reconocía al Conde el patronato de todas la iglesias. Lo que le autorizaba a proponer a los candidatos a ocupar los puestos de sacerdocio parroquial y cobrar los diezmos. Se debía preocupar de ayudar a la iglesia en sus necesidades.  Desde mi punto de vista LA Concordia  es de vital importancia para comprender como ha funcionado el poder en el mundo rural. Para saber exactamente quien o quienes controlaban el concejo, y de qué mecanismos se servían los poderosos para ello. Porque el concejo,  que se ha tomado como el ejemplo más puro de la democracia, no siempre ha sido así, o a veces no lo fue tanto. Controlado por intereses señoriales los vecinos hacían lo que podían. Y estaban seguros de que su poder era limitado. Eran tan conscientes de esto que se hizo famosa una poesía popular recogida un poco más arriba de esta zona, pero que v ale también para aquí:    

                                   Pobre, si vas a concejo,

                                   Tus palabras son en balde,

                                   El rico te contradice

                                   Y, chitón, dice el alcalde.

En las sesiones solemnes del Concejo era obligatorio el uso de la capa, como lo era en la iglesia y en las reuniones de las cofradías. Una manera expeditiva de exigir a nuestros antepasados a ir decentes y medianamente aseados. Lo dicen los documentos. Y hablando de religiosidad popular quiero recordar que  Bermillo contaba con una ermita dedicada a los mártires  Fabián y Sebastián, cuya devoción estuvo muy desarrollada en todo el Noroeste, y contaba con tres cofradías de peso  El Rosario, por influencia de los dominicos de Tábara, Las Ánimas que no faltaba en ningún pueblo, y El Santísimo, devoción universal que ha pervivido hasta nuestros días y que en estas tierras marca un hito en la religiosidad popular. .

Las jornadas de exaltación de la capa lo son de refuerzo de una prenda que parafraseando a uno de nuestros clásicos, Baltasar de Alcázar “ella a sí misma se alaba, no es menester alaballa”.  Porque  llama la atención a primera vista, y cuando mejor se la conoce más se la admira. Si nos adentramos en los pliegues del manto o nos dejamos atrapar por los geroglíficos de sus adornos  nos asomamos a un mundo insondable de matices patrimoniales en el que la materialidad sólo es soporte de la inmaterialidad que sustenta. Porque en el paño, en la manufactura, en los diseños están escritas las historias de vida de los responsables de cada uno de los pasos.

El vestido, el calzado, la indumentaria en general, la gastronomía, la arquitectura tradicional, son lo que denominaríamos elementos “altavoces” que pregonan  las maneras de ser, de una comarca, las señas de identidad que, interiorizadas por el grupo,  se pasan de padres a hijos durante generaciones. Pero es la indumentaria la que se lleva la palma en esta comunicación. Su vistosidad,  atrae incluso a los neófitos. Al ser fácil de  conservar, se atesora como una de las manifestaciones de la memoria familiar por lo que se transmite  con cariño y se convierte en el eje que vertebra al grupo y le dota de elementos visibles de diferenciación.

Dentro de las piezas de la indumentaria sobresalen las joyas de oro  y plata femeninas y los botones de la masculina, y con ellas los bordados de manteos y otras prendas femeninas  o los chalecos y camisas del masculino. Pero entre los hombres es la capa la preferida.  A las primeras de cambio el propietario te señala con afecto y emoción que la suya era de su abuelo o de su padre y por eso la tiene tanto cariño que no la empeña por nada del mundo. La capa es  un patrimonio y el patrimonio sólo lo es cuando se puede transmitir, entregar a alguien para asegurar su pervivencia.   

Creo que ha sido un acierto por parte de la Asociación, el recurrir a esta prenda para, a través de ella, recuperar en el sentido amplio y completo la memoria colectiva del pueblo, de la comarca y de la provincia. Es el elemento transmisor de mensajes de orgullo y pertenencia a un grupo y a una tierra que se jacta de la cultura de sus antepasados y que ha querido hacer partícipe de la misma a propios y extraños. Es un acierto honrar con esta prenda a personalidades que se han empeñado en engrandecer con entrega e ilusión   El Aliste, Tábara y Alba, o bien que están dispuestos a hacerlo aunque sólo sea como embajadores luciendo esta vestidura señera.

Cuando vi la imagen del Santo Padre  cargando sobre sus hombros nuestra vestimenta me pregunté ¿Su Santidad enaltece esta prenda, o humildemente está aceptando que como pontífice también se siente honrado por llevar una prenda religiosa y laboral tejida durante siglos con la urdimbre de las plegarias procesionales  los sudores de los campesinos y los fríos y turbiones que han pasado los pastores en el monte?. Si un día pudiésemos explicar al Papa  Francisco I el profundo significado de ella, seguro que se sentiría honrado de participar con tantos y tanos hermanos que la han endosado a lo largo de la historia. Orgulloso de ser uno más entre los católicos de estas tierra, lo mismo que vosotros estáis orgullosos porque el papa aceptó colocársela sobre los hombros un  mediodía en la plaza de San Pedro.    

La primer vez que oí hablar con cariño de las capas alistanas fue hace casi cuarenta años,  en Riofrío de Aliste.  Conocía las capas porque una noche de miércoles Santo en  la Semana Santa de 1972, fui a ver la procesión de la cofradía del Santísimo  Cristo del Amparo a Zamora, que dicho sea de paso me impactó de tal manera que desde entonces estoy enganchado a la Semana Santa de la capital del Duero.

            Pero,  como digo, fue en Riofrío de Aliste cuando Serafín Blanco, que según me dijo había andado de joven  con los rebaños por la Sierra de la Culebra, me  mostró la suya. La pude observar de cerca sin atreverme casia a tocarla, porque tenía miedo de profanar lo que me pareció un objeto sagrado.  Me comentó que siempre la ponía para cantar  la Loga de la Cordera. Porque los pastores, que en el campo usaban una mucho peor, no podían venir así al templo. Por respeto al lugar y a los asistentes.  La capa de chiva, las cholas ferradas, bien limpias y lustradas con grasa o tocino, el zurrón y la cayada visibilizaban a unos personajes que se pasaban la vida en el campo durmiendo en los chiviteros. Mucho más tarde, en 2012, entre en contacto directo con las capas rituales de la procesión de Bercianos de Aliste.  Y de esta manera acabé haciéndome una idea de las tres maneras de ser de la capa alistana: Agrícola pastoril, de representación social y vestidura sacral.  Las tres patas de la trébede que sostiene el equilibrio de esta maravilla joya de la indumentaria zamorana y envidia de la española que la luce con orgullo, cuando se lo permiten,   en el extranjero.

            La capa como representación  social,  se plasma en las estrofas que el carbajalino Francisco Rodríguez Pascual r3cogió en esta comarca y nos trasmite cuando habla de la “capa de respeto”.

                                   Te has hecho una capa nueva,

                                   Y me parece muy bien

                                   A los hombres se respeta

                                   Por aquello que se ve.

 

            La capa de chiva o de honras, se ha conservado en estas comarcas de Aliste, Tábara y Alba, al igual que en Tras os Montes y Tierra de Miranda  porque todas ellas forman una región cultural natural, aunque estén separadas por una frontera política nacional, que como todas las fronteras políticas tienen en cuenta los intereses de gobiernos y gobernantes lejanos, pero casi nunca las necesidades de los habitantes de ambos lados, a los que separan los mojones pero no las relaciones de vecindad o de  amistad, y  el reconocimiento de valores mutuos. Por eso las comarcas rayanas constituyen una fuente inagotable de recursos culturales,  hoy día patrimoniales, de matices variados dentro de la macro-geografía.

            El enriquecimiento semántico de un objeto es una muestra del cariño que tiene los usuarios hacia el mismo. Y en el caso de la prenda que hoy nos ocupa, no cabe la menor duda.

Con frecuencia se ha buscado el arranque de la prenda pesando que una belleza tan impresionante bien merece un origen extraordinario. Los historiadores buscaron el abolengo en la antigüedad. La capa, dicen,  es la prenda evolucionada del “sagum” con que se cubrían las tribus prerromanas, otros pensaron que era una popularización de las que usaban los monjes de Moreruela. Se buscaba siempre un origen en la cultura hegemónica.   En mi opinión nace de la necesidad del hombre de cubrirse ante las inclemencias del tiempo, y  una prenda multiuso que como recalcan los usuarios quita el frío, sirve de mullida cama, protege de la lluvia es la roza la perfección utilitarista.  Por eso el refrán pastoril de “en invierno y en verano la capa en la mano”.

            En estos momentos creo que es importante hacer todos los esfuerzos posibles para documentar la decoración que la enriquece.  Nos encontramos  en momentos de cambio tanto de la forma como  de las decoraciones por el gran desarrollo que está adquiriendo, porque además de los sastres locales, aquellos que son herederos de la tradición, también están trabajando otros de esta parte de La Raya y de la otra, es conveniente fijar con trabajos de campo el origen de cada uno de las decoraciones y crear un archivo que permita a futuros investigadores y manufactureros  hacer evolucionar las composiciones sobre criterios contrastados.  La decoración de  las esclavinas capillos y chivas es un arte popular. El nacido de unos esquemas básicos, sencillos pero bellísimos. La base de la decoración es la línea recta y la curva,  La imaginación, y sobre todo la pericia  del autor  o autora hace el resto. Crea fabulosas combinaciones, intrincadas decoraciones por el sistema de sobrepuesto. Paño sobre paño, negro sobre marrón o marrón sobre negro. Así se componen los bellísimos lienzos de estas obras de arte. Destacan las rosáceas, las decoraciones de círculos que llevan inscritos elementos floreados.  Abundan los ajedrezados, y sobre todo las composiciones de meandros y líneas.  En ocasiones son reproducciones esquemáticas de dibujos más antiguos y complejos.  Desde una perspectiva antropológica es muy interesante, también conocer el significado que se les atribuyen en este momento, los discursos que se están creando en una nueva resemantización.  

            La apreciación por parte de los nativos de esta prenda queda reflejada en el empaque que tiene y el respeto y la elegancia que se suponía a los que la utilizaban:     Como relumbra el sol

                                          Al pasar por el cristal,

                                          Así relumbran las capas

                                         De la gente del lugar.

                                         

            Los significados, varios y variados de la capa, están en que se utiliza en la alegría y en la tristeza. En la alegría luciendo los adornos ante todos y en el luto colocado el espejuelo doblado hacia adentro de manera que no se viese la riqueza del bordado. Un código semántico compartido por todos los que formaban parte de la comunidad. Señal de respeto a la memoria de los difuntos para el portador, y aviso a todos de que la persona estaba de luto.

            Afortunadamente cada vez son más los pueblos en los que se recuperan, no sólo las capas, sino los contextos de uso. Porque no es lo mismo tener la indumentaria para un desfile que tenerla en un contexto. Para mí es una satisfacción ver cómo cada vez son más los pueblos que acompañan sus ritos semanasanteros con esta prenda. Las procesiones, viacrucis y Misereres que obligan a los presentes a sacar los recuerdos de sus antepasados. Y aquí, y permítanme que proclame lo que es de justicia, no podemos olvidarnos de Bercianos de Aliste y su Semana Santa que como el gran fenómeno de la religiosidad popular de larga duración ha servido de mudo testigo , de venero perpetuo,  de referencia histórica y tradicional para la conservación y recuperación de esta prenda en el noroeste ibérico.

            Hoy como seña de identidad ha traspasado la frontera de la tradición y habla nuevos lenguajes. Es una prenda de hombres y mujeres, y que sirve también para inculturar a los niños y a las niñas. Las reuniones transfronterizas de exaltación, las procesiones semanasanteras a las que asisten personas de diversos lugares y comarcas de España y Portugal muestran la fuerza de esta prenda, aunque a veces da la impresión de que en estas puestas en escena cabe todo. Y sin ánimo de ser purista, esto en principio no es  ni bueno ni malo, pero si queremos preservar la tradición debemos cuidar también su evolución porque de lo contrario podemos dañar las raíces de la misma, y un árbol con la raíces dañadas o muere o languidece durante mucho tiempo.

            Larga vida a nuestras tradiciones. Gracias a todos los presentes por el interés que mostráis en la conservación mantenimiento y promoción de nuestro patrimonio. Gracias.

 

miércoles, 17 de agosto de 2022

 PREGÓN DE FIESTAS MAYORES

Sergi Rodríguez López-Ros (Barcelona1970) es un académico español, miembro del Servicio Exterior, actualmente vicerrector de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona.



Sr. Alcalde, Sres. Miembros del Pleno Municipal, Sr. Juez de Paz, Sres. Jefes de Puesto de la Guardia Civil y la Policía Nacional, Jefe de Agrupación de Protección Civil, Sr. Párroco, queridos vecinos, queridísima familia:

Quisiera iniciar este pregón agradeciendo a la Corporación Municipal la confianza de haberme confiado ser pregonero de las fiestas, cuyas palabras son el pórtico de las Fiestas Patronales de esta Villa. Sé que hoy no sólo está feliz mi familia sino, desde el cielo, todos los familiares que me han precedido.

Como seguramente sabéis, pregonero viene del latín praeco, es decir, el que proclama, por lo que tengo este año el honor de proclamar las bondades de esta Villa, antiguas, presentes y futuras.

Decía el poeta Antonio Machado que su infancia eran recuerdos de un patio sevillano. La mía son recuerdos de una casa alistana. Era el hogar de mi abuelo Miguel Rodríguez Mañanes, capitán de la Guardia Civil, y mi abuela Manuela Muñoz García, madre de cuatro hijos. Recordaréis seguramente a mi tío Antonio, marido de Raquel Romero Sánchez, y tal vez a mis tías Anuncia y Tránsito. Mi padre, que está hoy aquí, les sobrevive y les representa.

Llegamos a España desde Portugal en el siglo XVIII, fruto de la guerra hispano-lusa de 1762. Somos una familia de militares, carabineros y guardias. Muchos se han distinguido en el servicio del Estado. Nuestro bisabuelo José Rodríguez Calvo luchó hasta en cinco guerras, entre ellas las Guerras Carlistas y la Guerra de África de 1860, y fue declarado por las Cortes dos veces Benemérito de la Patria. Su mujer y bisabuela Josefa Mañanes ayudó a nacer a varias generaciones de alcañizanos, entre ellos la poeta Margarita Ferreras. De aquel matrimonio nacieron mi abuelo y sus hermanos, entre los que destaco a Gerardo, cuyas hijas Luisa, Chon y Luz están hoy aquí. Su sobrino Agustín Rodríguez Mañanes, apodado el inglés, falleció en acto de servicio en 1934, en Benavente, siendo uno de los pioneros de la aviación en España. Y nuestro primo el guardia Gerardo Marcelino Rodríguez Huidobro, recién jubilado, ha tenido el récord del Frontex en detección de personas con perros en Melilla. En Zamora tenemos a mi primo, el ilusionista Miguel de Lucas, y a su abuela y tía mía Agustina Rodríguez Muñoz, hermana del gran D. Ramón, el cura de Trabazos. Y precisamente allí tenemos a Maribel y Salva, padres del inolvidable Pedro.

En los encuentros familiares, escuchaba relatos de unos tiempos épicos. En ellos participaban mi tía Raquel, de la que os he hablado antes, y mis familiares Luisa Muñoz y José Ramos Vaquero. En Barcelona teníamos de vecinos a los Ramos (Cotoví), a los otros Rodríguez (los Tocó) y a la familia de Marciano Santiago, el diseñador y publicista. A menudo nos veíamos en vacaciones con mis tías de Irún, de las que os he habado antes, tan comprometidas con Aliste. Seguramente recordaréis las obras del gran pintor Carlos Las Heras, que supo plasmar en manera excelsa los cielos y los campos alistanos. Y cada año venían a casa nuestros primos Munhoz de Brasil. También teníamos contacto con otros primos lejanos, los Muñoz Corcobado, los Escudero Muñoz y los Peñalosa Muñoz.

De esta forma, para aquel chaval, apodos como Churufa, la Muda, Porrón, Barricos, Conejo, Lecherín, el Tío Paris, la Ramicha, el Tío Chivo, Rabietas, Ángel el Zamorano, Pichi, Carmina la Hojalatera, Paco el Barbero, el Chivo, Fufú, Fugueteiro, Mariquita, Picareto, Darío o Ratica conformaron el imaginario de la infancia, que es ese tiempo feliz donde ubicamos los ideales. Contaba mi abuela que su sobrino el aviador aterrizó una vez en el prado frente a Sahú a los mandos de su biplano Breguet. Su hija Aurita, a la que tanto aprecio, vive hoy en Madrid. También explicaba historias de lobos y ganaderías.

Una casa lejos de Aliste, pero sólo geográficamente lejos, porque estaba siempre cercana en el recuerdo y el afecto. Las noticias del pueblo eran siempre recibidas con impaciencia. Mi abuela guardó siempre su vestido alistano y mis tías hablaron siempre con acento alistano, sazonando sus frases con palabras como rapaz, cuitado o pingar. Por supuesto, usaban el diminutivo –ico: Antoñico, Guillermico, etc. Quien iba a Alcañices tenía que volver siempre con un hornazo. Comíamos arroz a la alistana o bacalao al ajo arriero. Y la canción del reloj de Alcañices era parte de la banda sonora de mi infancia. Desde luego, en las bodas no faltaban las jotas, cantadas por Angelito Romero. La devoción a la Virgen de la Salud y a San Antonio, cuya imagen regaló la familia de mi abuela, era algo central en nuestras vidas. Nos encomendamos a la Virgen de la Salud cuando estamos faltos de ella y, cuando fallece algún familiar, pedimos que recen por él a las monjas del Tránsito.

Luego estaba la diáspora zamorana en Barcelona. Por casa de mis abuelos pasaban alistanos a echar un rato, a tomar café, a dormir y a pedir ayuda. Todos salían con lo que habían venido a buscar. Explican mis padres que el día de su boda, en 1968, tuvieron que invitar a “mucha gente que ni siquiera conocían, todos ellos alistanos”. Los celebrantes eran por cierto alistanos: D. Ramón Rodríguez Muñoz y el P. Gerardo Rodríguez Mezquita. En aquella galaxia zamorana en Barcelona no faltaban la tienda La Alistana y la agencia AlisTravel, iniciativas todas ellas impulsadas por la familia Ramos, que también dio color alistano a la avenida General Mitre con un mosaico de hormigón que representa la flora y la fauna de Aliste. Por cierto, aún recuerdo, como si fuera ahora, ver caminar por el barrio a Esperanza, Tomás y Petra. Todos hacían vida en Barcelona como si hubieran salido el día antes de Alcañices.

Finalmente, y no menos importantes, eran los viajes al pueblo. Mis tíos Antonio y Raquel iban todos los años. Mis padres y yo íbamos bastante menos, siempre a casa de las primas de Irún o a casa de D. Ramón el cura de Trabazos. Mis abuelos fueron menos, a causa de la edad o la distancia, pero cuando murió mi abuelo mi padre llevó un diente y una uña al cementerio municipal de Alcañices. Cuando nació mi hijo Yago, en 2008, decidimos que era el momento de vincularse fuertemente a Alcañices, por lo que compramos las dos casas de Dentro la Villa. Ni que decir tiene que, allí donde he estado, profesionalmente hablando, he procurado siempre dar a Zamora, Aliste y Alcañices el lugar que merecen. Pero eso no me corresponde a mi decirlo.

Quiero iniciar la segunda parte de este pregón como sugería el filósofo Ortega y Gasset. Casi todo el mundo conoce su famosa frase “Yo soy yo y mi circunstancia”, escrita en Meditaciones sobre El Quijote. Pero casi nadie conoce su segunda parte: “Y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. De ahí que formar parte estacional de Alcañices me anime a intentar comprometerme todo el año con su prosperidad, es decir, a arribar el hombro para intentar.

Aliste es uno de los lugares de España con un paisaje más fascinante, una historia más desconocida y un acervo mejor conservado, gracias a unas gentes sacrificadas y solidarias.

Aliste tiene grandes potencialidades, pero hay que pasar ya a los hechos. La despoblación, como problema antiguo y complejo, no tiene una solución rápida y simple. Hay que fomentar la unidad entre los alistanos, crear una estrategia común frente a las administraciones y saber buscar la complicidad del sector privado. Aliste tiene paisaje y personas, patrimonio natural y cultural, y lo que en el sector privado se conoce como territorio, sol y viento. Es el terreno propicio para las renovables, para los cultivos de alta rentabilidad, para las zonas logísticas y puertos secos, para la ganadería extensiva, para los servicios deslocalizados online y para el turismo en sus varias dimensiones (idiomático, religioso, gastronómico, ecológico y cinegético). Para todo ello hace falta conectividad y comunicaciones, así como incentivos laborales y fiscales. Resulta increíble que la Autovía del Duero aun no esté concluida y que el Corredor Atlántico no pase por la línea ferroviaria de la Sierra de la Culebra. Sin embargo, con unidad, picardía y tesón, lo conseguiremos. Tengo claro que la principal aliada será la Unión Europea.

Entre todas las potencialidades dejadme que concluya explicando el pasado judío de la Villa. Ya sabéis que Alcañices fue un castro celta, una encomienda templaria (1210-1371), un señorío marquesal (1371-1820). Pero es menos conocido que durante cinco siglos hubo una comunidad judía en Alcañices. Permitidme si dedico la última parte del pregón a explicar esta apasionante parte de nuestro pasado, que tanto futuro tiene.

La judería de Alcañices existió entre 1259 y 1719. Fue la tercera más importante de la actual provincia, tras la de Zamora y Toro. A través del Archivo General de Simancas sabemos que en su momento de máximo apogeo estaba formada por unas 15 familias o 60 personas, es decir, un 10-12% de la población de la Villa. Se relacionaban sobre con las juderías de San Pedro de la Nave-Almendra, Fermoselle y Zamora.

A partir del Archivo Histórico Nacional, del Arquivo Nacional da Torre do Tombo en Lisboa, el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid y el Archivo Histórico de la Casa Marquesal de Alcañices sabemos que sus apellidos eran patronímicos como Garzón, Gonçales, Fernandez, Lopes, Domingues, Rodrigues da Silva y toponímicos como Alepo, Miranda, Monzón y Toledo. Otros remitían a oficios como Ballistero y Cardoso. Finalmente estaban Da Costa, Vaz, Pereira y Ribeiro.

La mayoría se dedicaban al curtido de la piel o a la fabricación de telas. Por tanto, eran zapateros, peleteros, tapiceros y traperos. Hubo dos juderías, que coexistieron, una dentro y otra fuera de las murallas. La Judería Vieja se ubicaba en torno a la calle de la Obliga, nombre de calle que sólo se da en otros cinco municipios de España, todos con judería y todos en la antigua Vía de la Plata. Hacía referencia a la existencia de una carnicería para judíos. La Judería Nueva estaba en torno a la Travesía de Castropete, zona donde no por casualidad históricamente han existido las instalaciones de producción del municipio (hornos de Morán y Román, fábrica de gaseosas La Salud, etc.). La zona común de trabajo y rezos era Tenerías, donde el agua permitía desalar las pieles o cardar las telas. De ahí el nombre de a Rivera de Bozas, cuyo nombre remite a la ropa arrebujada para secarse.

Siguiendo el curso del río hacia Portugal se encontraba la sinagoga, que aprovechaba el río para las purificaciones; de ahí la cercana Peña de los Judíos. Sobre esa construcción se edificó, tras la expulsión, el Molino de Tenerías. Más adelante está la Fuente del Pingón, donde Jesús Barros ubica la Leyenda de Raquel y Ervigio. Y finalmente, junto a la frontera, la Cortina de los Muertos, que da nombre hoy al antiguo cementerio judío, orientado hacia Jerusalén.

De aquella época queda la costumbre en algunas casas de poner una herradura sobre la jamba derecha de la puerta, como en Dentro la Villa, o hacer un dulce de la suerte, el Bollo Maimón. Y el rodado de la falta alistana recuerda a la giraldeta de la falda sefardí.

Tras su salida forzosa de Alcañices se refugiaron en Portugal, donde junto a Vimioso formaron el Campo de Víboras o junto a Caçarelhos formaron el Vale das Cabanas.

Gracias nuevamente al Ayuntamiento por la invitación y gracias a todos vosotros por vuestra paciencia, que es mucha.

Por encima de todo Aliste es un paisaje de familiares y amigos. Os deseo a todos unas felices Fiestas Mayores, siempre bajo el manto de la Virgen de la Asunción y la intercesión de San Roque.