martes, 20 de febrero de 2018

AVISTANDO LA MAYOR PARTE DE ALISTE

AVISTANDO LA MAYOR PARTE DE ALISTE, DESDE LA CORONA EL CASTRO DE TOLILLA Y SU SIERRO, Y DESDE ESA  CORONA  HASTA  LA  RAYA  DE RABANALES, FRADELLOS Y TOLILLA  EN EL CARQUEISAL (CARQUEJAL) Y EL MONTE MARQUÉS.
Por Simón KATON ÁLVAREZ.

Recordado, pensado y escrito, desde el escritorio de mi casa, en el Barrio de Almagro de la ciudad de Buenos Aires (Rep. Argentina), con vistas imaginarias a las que fueran reales allá por los años 38-46, en mi condición de escudero de mi Madre, primero, y pastor y/o arador de sementeras, después. Siempre con referencia al mes de Octubre de cada año, que era el mes ideal para observar y ver la mayor parte de Aliste, desde esa atalaya del Castro y de su empinado Sierro, donde las nieblas de la madrugada de la Comarca ancladas en el curso de agua de sus Ríos, hasta que las fuerzas térmicas de los rayos solares las disiparan en la media mañana; y a eso de las 9 a 10, el contrafuerte  algo combado de la Comarca, la Sierra de la Culebra, le daba una acústica especial a los Campos y Valles que surcaban las Riberas del Río Aliste, donde ruidos de carros, silbatos y chirridos de lejanos trenes con sus humaredas y crujidos, y repiqueteos de campanas de los pueblos que se confundían entre sí, sin precisar origen,  llamaban a la Misa de  los días Domingos a los fieles, para hacer un alto en el camino de descanso y reflexión.
A eso se agregaban, además,  los soplidos con resuello de las máquinas de vapor de los trenes de carga con sus humos entreverados, que en traqueteos sobre las vías, producían ruidos y sacudidas variadas, que llegaban atrasados a los oídos – sólo a la velocidad del sonido –, cuando maniobraban en las playas ferroviarias, o alguna formación de carga iba hacia los confines de Sanabria-Orense, donde estaba los túneles, que tanto costaron perforar en ese Ferrocarril en construcción de Zamora / Orense, en su tramo Alistano de Abejera-Riofrío-Sarracín-Cabañas-San Pedro las Herrerías-su Ruta a Sanabria y +.
Como dije, esa acústica mañanera de ruidos de mediados de Octubre de cada año, que rebotaban en las paredes pétreas de la Sierra la Culebra, con sólo mirar, ver, observar y prestar atención en el oír, daban unas sinfonías campaniles, con mezclas de ruidos de carros, soplidos de tren con sus humaredas; y en muchos casos, por las barrancas de Sarracín o Cabañas, los todavía humeantes residuales de los incendios de la Sierra, que se hacían presente casi todos los veranos, por aquellos matorrales y plantaciones de pinos, a pesar de los cortafuegos que el Servicio de Montes venía ensayando desde años atrás; que en algunos casos, visto así a la distancia, el humo nublaba la Peña el Burro que en perspectiva se veía desde ese Sierro de Tolilla, o de otras alturas despejadas mirando al Norte. Peña de referencia, para calcular la hora del mediodía (con sus menos y sus más), los días de sol, que coincidía cuando la sombra de uno (del observador), enfilaba derecha con la figura del Burro (sin la cabeza, se veía sólo del pescuezo hacia atrás), que en términos de distancia media desde  Tolilla, en línea recta aérea, andaría alrededor de los 20-22 kilómetros. NOTA A LA PEÑA EL BURRO: Allá por Junio de 1938, en el viaje con nuestras respectivas burras, Negra y Cardona, mi abuelo Simón y yo fuimos a la Feria de Villardeciervos a vender gurriatos (lechones de meses), que era una feria especializada para este tipo de ventas; y por el sendero de peatones y caballerías (estrecho, pedregoso, zigzagueante, con grandes subidas y violentas bajadas rellenas de piedras duras, alargadas y afiladas, como alfombra móvil sin sustento), que cruza la Sierra de la Culebra, en la parte de la cumbre, había un enorme peñasco que mi abuelo me señaló como la Peña el Burro, que en nada se parecía a la figura perfilada desde la distancia, que además se asociaba para la forma, con otros peñascos de las inmediaciones separados los unos de los otros en planos diferentes, pero que a kilómetros de distancia (los 20-22 kilómetros expresados), la superposición visual de todos configuraban la famosa Peña, entre los término de Cabañas y Sarracín en la cima de la Sierra.
Al bajar hacia Villardecirvos – más al Norte, cruzando la Sierra, hacia el Valle de Tera, pero en la zona de la Carballeda del partido de Puebla de Sanabria –, en esa pendiente pedregosa y resbaladiza, a la vista de Ferreras de Arriba, las burras para no caerse, en forma instintiva, debían  agacharse sobre las patas de atrás. Y a propósito, en una parte de esas bajadas en la Sierra, había unas matas de “madroñeros silvestres” cargados de madroños algo maduros (que a mí no me gustan demasiado, pero tenía hambre), y yo agarré unos puñados, que luego lavé en un arroyo (lleno de truchas), que corría en la base de la Sierra, camino de Villardeciervos.
La Atalaya de observación del Castro, y a lo largo de la Cumbre de su Sierro,  hacia el Noroeste, en las medias mañanas de esos días serenos  de mitad de Octubre de cada año, cuando la Comarca de Aliste potenciaba su claridad visual, y era caja de resonancia de múltiples ruidos, incluidos los repicares de las campanas de las Iglesias de los Pueblos llamando a la Misa de los Domingos:
Desde la Corona del Castro: Desde la Corona de este Monte, que simboliza a Tolilla de Aliste, la visión del panorama hacia el Noreste y Sureste es espectacular en cuanto a cerros y vaguadas de Río y Arroyos. Del Noreste hacia el Sur y Sureste, primero se ve el gran cerro longitudinal que se interpone entre Flores y Tolilla, ocultando de la visual a Flores; luego viene la depresión lejana del Río Mena, por término de Lober  y Flores camino del Río Aliste.Y más de cerca, mirando al frente, se visualiza la zona urbana del pueblo de Lober de Aliste en totalidad, y gran parte de su término, colindante con Tolilla y Mellanes;  y en giro, Sur Suroeste, a la distancia el alto Cerro longitudinal de Mellanes, que expresa la hondonada del Río (Mena) y sigue hacia la Majadona de Rabanales. En zona más cercana, todo el término de Tolilla limítrofe con Lober,  hasta el Gran Cerro de Mellanes (que oculta el Pueblo), desde la Marra de Lober,Tolilla y Mellanes, en las cercanías del Camino a Ceadea de Aliste, con una vista especial y completa del Campo de Tolilla, el caserío urbano del Pueblo (Tolilla), con identificación concreta de casas y anexos, y todo el recorrido del Mena y sus Riberas por Tolilla, desde el ingreso por la Raya de Mellanes, hasta la salida por la de Lober, con todos los plantíos y alamedas (de Chopos y especialmente los naturales Alisos que enmarcan al Mena en toda la Ribera de Tolilla), cortinas de secano y huertas de riego. Y cuando en invierno llovía mucho y llegaban las riadas, desde la orilla de esa Corona (del Castro), se observaba cómo el agua del Río cubría toda la superficie de las Huertas, Calzadas (de Arriba y de Abajo), y con qué grado de urgencia había que llevar a casa vacas y ovejas (cuando estaban del lado Noreste del Río) en razón del paso libre de agua de los alrededores del Puente de Piedra de Arriba (La Puente de Arriba), tanto de la subida del lado del Camino de Rabanales, como de la bajada del mismo por la Puente, en el tramo de la calzada de la Pradera del Ejido hacia las Cortinonas;  pues el paso de la Puente de Abajo – previo y posterior -, se inundaba con el agua del Río desbordado con anterioridad, al estar en nivel más bajo que el de la Puente de Arriba. De ahí, que si las haciendas venían del lado del Carrascal, por los Camino de Flores y Fradellos y sus enlaces, había que hacer el Camino de Rodera de la Base del Castro, hasta la cañada de la Güera (Huera), hacia la Puente de Arriba, y por ella llegar al Pueblo, subiendo por el Camino de las Cortinonas, y entrando por Arriba el Pueblo, aunque se viviera en la parte de Abajo, donde la inundación vedaba la entrada.
El Mirador del Sierro: La visión del Aliste profundo, la de los Valles y Riberas del Río Aliste, es la que se hacía a partir de la Cumbre de Urrieta los Chiqueros- Urrieta el Agua-El Carqueisal (Carquejal), en especial desde este último. Y la visión, más cercana o más lejana de los núcleos urbanos, era más o menos en este orden: Flores, Valer y Abejera, invisibles por los Cerros que se interponían e impedían la visión;  Fradellos, a pesar de la cercanía, apenas se divisaba una pequeña punta. Si se visualizaban, mejor o peor según la distancia: Bercianos , Riofrío, San Vicente, Palazuelo, Campo Grande, Sarracín, Cabañas, Las Torres de Aliste, Pobladura,  Mahide,  San Pedro de las Herrerías. Del lado Suroeste, apenas una parte de Mellanes, por el paso de la garganta del Mena, sí se veía Ceadea y Arcillera, y se adivinaba Vivinera. Rabanales se ocultaba, de la misma forma que Grisuela y San Vitero, tapados por cerros cercanos, en cuyas laderas opuestas, estaban los asentamientos urbanos.
De todo ese lateral izquierdo de Aliste, de Ceadea al Castro de Alcañices, aunque se adivinaban los Pueblos (Moveros, Brandilanes y el Castro) los mismos no se veían; y desde   la zona del Centro Oeste Alistano, en una línea imaginaria de Sur a Norte partiendo de: Alcañices- Matellanes- San Juan del Rebollar- San Vitero- San Cristobal- Gallegos del Campo- Figueruela de Arriba y Flechas, las urbanizaciones de los pueblos desde el término de Tolilla no eran visibles. Como tampoco lo eran desde las atalayas de Tolilla todos los cercanos a la Raya de Portugal, tales como: Santa Ana- San Mamed- Latedo- Alcorcillo- Sejas de Aliste- Tola- Rábano- Ribas- Trabazos- Nuez- Viñas- El Poyo- San Blas- Vega de Nuez- Moldones- Figueruela de Abajo-  Villarino Manzanas- Riomanzanas- ,etc.
De cualquier manera las vistas y sonidos más espectaculares, por la Sierra, por la Peña el Burro, por los incendios,  y por los trenes, sus maniobras, sus silbatos, sus ronquidos y chirridos de arrastre y golpes de toques entre vagones, en armados y desamados de convoyes, eran las zonas entre Sarracín y Cabañas; y más especialmente, en el primer tramo entre Cabañas y San Pedro de las Herrerías.
Hay que destacar especialmente, que los sonidos, a una distancia media de los 18-20 kilómetros, dado que la velocidad del sonido es de unos 340 metros X segundo a una temperatura de 15º C, en los 19 kilómetros de distancia, el sonido tardaba en llegar al oidor o escuchante, unos 55,9 segundos: (19.000 metros de distancia / 340 metros X segundo = 55,88 segundos – casi un minuto-).
De ahí, que se vieran primero los resuellos de las locomotoras, por los penachos de humo, antes que llegaran los sonidos de sus pitos, bocinas o sirenas. Incluso los chirridos y topetazos de vagones, en el momento de recibir el audio por el observador,  ya no respondían a la instantaneidad de la vista que se adelantaba al sonido. Y de la buena vista estoy hablando; de aquella que yo tenía en aquellos jóvenes ojos, que casi podía asegurar de “encontrar la aguja en el pajar”, como reza el dicho, tanto en la corta y media distancia,  como en las lejanías.
Y de paso contarles, que la visión de los campos de Aliste en primaveras con buenas lluvias, era maravillosa; tanto para la vista en sí, como en contemplación de la Madre Naturaleza, con la perspectiva de optimismo que anidaba en los espíritus de los vecinos alistanos, que ya veían en cercanías el balance de un año de trabajo, esfuerzos y sacrificios, para conseguir los equilibrios de la “subsistencia”.
A modo de ejemplo, basta señalar cuando ya en tiempos del verano caía alguna lluvia, sobre las praderas agostadas y sedientas: Todas las praderas de Aliste, incluidas las de Tolilla, en sólo un par de noches eran capaces de llenarse de tupidas alfombras de “Manzanilla”, que era la más adecuada para las frecuentes infusiones como colagogo y  colaborador digestivo, incluso para el lavado de los ojos con su agua cuando andaban colorados y legañosos (también se usaban el agua de rosas y las flores de malva con unos granitos de sal gruesa disuelta, y otras veces con una pizca de ácido bórico).
Yo, durante mi oficio de Pastor de Marzo de 1943 a finales de 1945, en esas tres primaveras, no tuve suerte con las lluvias. La del 43 ya fue seca, la del 44 algo más, y la del 45 fue desastrosa, pues se secaron la mayoría de las Fuentes, y los pastos para vacas y ovejas casi inexistentes en esas tres primaveras .Salvo la ferrada del Campo, la Fuente oficial de Tolilla, y la de la Poza de las Fontaninas, el resto se secaron, aunque muchas de ellas se recuperaron desde el Otoño / Invierno del 1945, y la Primavera de 1946 – este último de una buena cosecha, tanto de cereales, cuanto de hierba de los prados y abundantes verduras, legumbres y patatas –.
Y esto de las sequías seculares, para mí ha sido un caso paradójico: ”Mis principales angustias existenciales, durante mi Vida en Aliste, luego de las preocupaciones por la buena Salud de la Familia Nuclear, fueron las sequías, pues desde muy niño llegué a comprender la importancia  que tenían las lluvias y el agua, para la alimentación de la hacienda y la humana en Tolilla de Aliste, y por extensión a todos los pueblos a la redonda. Dado que memorioso como he sido, seguro que llegaba a captar e incorporar las preocupaciones de los mayores, en los años de sequía, que eran frecuentes”. Y acá viene la paradoja: “Por las circunstancias políticas negativas que afectaron a la Familia, a partir del Golpe de Julio de 1936, tuve la necesidad de emigrar a la Argentina en Abril de 1951, de manera que con todo el dolor que significa el desarraigo familiar, esa angustia por la salud de la Familia, pasó a un grado inferior. Y en la Argentina, aquella angustia de preocupación por la lluvia y el agua, literalmente desapareció, al estar totalmente fuera del hábitat del sistema agrícola / ganadero de Aliste, y sin participación alguna – directa o circunstancial – en este tipo de actividades en Argentina; aunque las del mismo nombre en Argentina, tienen una dimensión y envergadura tan grande, que no se pueden comparar con el minifundio alistano”.
Argentina, de Norte a Sur, en su parte continental, tiene una longitud en línea recta aérea de 3.700 kilómetros. CLIMA:Subtropical, Templado, Medio y Frio. Una superficie (continental) de 2.780.400 Km2 = 5,5 veces España ( con las Islas Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla, incluidas). Unos 43.000.000 de habitantes (estimados), y un territorio (salvo en la Cordillera de los andes), llano y fértil, con ríos caudalosos y navegables, y una costa marítima (continental) del orden de los 4.500 kilómetros lineales. Una Pampa Húmeda: Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Fe y entre Ríos, de unos 700.000 Km2 de praderas llanas y fértiles en la Zona Templada y con lluvias regulares.
Naturalmente, los datos de Argentina  - a efectos comparativos –, no los he visualizado desde las Cumbres del Castro y de su Sierro, de los pagos de Tolilla, pero sí los he visualizado en libros y mapas ( y parte en los recorridos geográficos de viajes y otros), con el mismo cerebro, y parcialmente con los mismo ojos (ya operados de cataratas, el izquierdo el 5 ó 6 de Diciembre de 1992, y el derecho el 16 de Septiembre de 2015). De manera que tengo visiones – por haber visto y observado –, de los siglos XX y XXI; de los Hemisferios Norte y Sur; de los continentes Europeo y Americano; de dos Países Hermanos, que hablan el mismo Idioma, y con muchas costumbres comunes, que están a unos 10.000 kilómetros de distancia; y, en ambos he tenido Familia: En España como Heredero, y en Argentina como Cofundador con Lidia Nelly TESTA SCHROH, a quien conocí el 21 de Junio de 1954, nos casamos el 05 de Febrero de 1959; nuestro hijo Pablo nació el 08 de Agosto de 1961, se casó en 1994 con Silvia C.TEJEDA ROLDÁN, tuvieron a su hija Paula Jimena el 02 de Mayo de 2006 (nuestra única nieta), y Lidia falleció el 31 de enero de 2011(nos conocimos 56 años, 09 meses y 09 días; y estuvimos casados 52 años, menos 05 días). En Aliste (Tolilla de Aliste), nací el 28 de Octubre de 1928, día de semana Domingo, y viví unos 18 años efectivos. Y aunque nunca se sabe, ni cómo, cuándo y dónde, es de suponer que muera en Argentina, en la ciudad de Buenos Aires o sus alrededores. 
Posible final de mis Relatos Alistanos:
De paso, también estoy convencido que mis vivencias por las Tierras de Aliste, incluidas las de Tolilla están agotadas. Y yo, de acuerdo a mi leal saber y entender, comprendo perfectamente, que esos relatos de los años 30 a los 48-50, de una Comarca olvidada y aislada desde muchos siglos atrás, con modos de vida  y recursos escasos de sólo precaria subsistencia, donde estaba instalado el espíritu del ahorro en todas sus direcciones, con el del trabajo, el esfuerzo, la solidaridad por adaptación a las necesidades, el arraigo de la Familia como sistema de permanencia, y la austeridad natural en todas sus formas, ya casi no tiene testigos que las hayan vivido. Y las nuevas generaciones de las tecnologías, seducidas por las imágenes cuidadosamente orientadas al “consumo sin esfuerzo, como si fuera la lluvia caída del cielo en zonas húmedas”, en detrimento de la lectura, la concentración y la atención  en el estudio – que naturalmente no es un juego, y exige  deseos, interés y trabajo para cumplir objetivos en la vida –, no serán capaces de  imaginar y entender tantas carencias esenciales, dado que sus vivencias han sido bien distintas , y tan abundosas y sin valor económico y emocional, que no podrán darle veracidad a esas realidades de los 30 a los 50, donde en España, por ejemplo, se sucedió su Guerra por un golpe militar conspirativo de 1936 a 1939; y en 1939, comenzó la desastrosa Segunda Guerra Mundial, que concluyó en Septiembre de 1945, más ambas posguerras de reconstrucción, cuyos efectos principales (negativos), superaron a la década de los 50.
Y los filósofos griegos presocráticos, tanto los de la Escuela Milesia /Jonia (hoy Turquía, en su costa Mediterránea / Mar Egeo), como los Pitagóricos / Crotona (Hoy Italia-Calabria), los Eleáticos / Elea (hoy Italia, Campania, Nápoles) y otros, hasta alrededor del siglo V a.C, solían decir: “que toda era de abundancia era el preludio de otra de escasez, si no se sabía administrar con prudencia”. Y me parece, que en estos tiempos, en esas estamos 2.500 años después.
Y luego del recorrido por los Rincones de Aliste, en los vídeos y fotos de los archivos de mi memoria; un Aliste con sus caseríos, que ya están manifestando las faltas de mantenimiento, y los enfriamientos ambientales por las faltas de lumbre y sus calores en los inviernos – donde las cocinas extrañan las seculares conversaciones familiares, de abuelos, nietos, padres, hijos, hermanos y sobrinos, donde se iba formando la base de cada personalidad –, me doy cuenta que mi zoom mental, ora óptico, ora digital, ha tenido un alcance de unos 10.200 kilómetros, sin que los altos cerros de plegamiento geológico de la zona, hayan impedido la vieja visión, en colores naturales, que lamentablemente, yo no puedo reproducir en este escrito contextual de los años 40 del pasado siglo XX. Cuando no había Radios en los pueblos, ni TV, ni teléfonos domiciliarios, ni vídeos, ni celulares / móviles, ni Internet, ni: “Energía eléctrica – luz eléctrica –, en el 95% de los Pueblos de Aliste (todos los 07 Pueblos del ayuntamiento de Gallegos del Río, incluido Tolilla), y otras muchas regiones de España y el mundo”
¿Qué cómo eran las comunicaciones? Pues simplemente  presenciales, de palabra; y a la distancia, en España y el exterior, por carta (manuscrita, o a máquina (las menos) que tardaban en orden nacional de 7 a 15 días y con el exterior de 30 o más días)), donde se cuidaba al máximo la ortografía, la buena redacción y la caligrafía, esencias que en las juventudes de estos tiempos nada importan, cediendo posiciones en beneficio de las apariencias, por ejemplo a las marcas y modelos de zapatillas y conjuntos deportivos de exhibición y paseo ante la propia comunidad de jóvenes. Hoy para los jóvenes, y no tan jóvenes el Ser del filósofo Parménides de Elea (540-470 a.C), vinculado a lo lógico, ontológico, la verdad y el principio (arché), no registra valor alguno.
Y así de a caballo, sobre la marcha, contarles que ayer estuve de consulta con la especialista que el 16 de Septiembre pasado me operó de la catarata del ojo derecho. Me dio de alta, pues todo está OK, y a partir de mañana (09 de Octubre), ya no serán necesarias gotas oftálmicas, dado que todo está ya normalizado. El 30 de los corrientes, tengo turno para la medición de los ajustes de los anteojos, aunque ya – sin ajustes y a ojos vista –, tanto la visión de la lectura cuanto la de la escritura, han mejorado sensiblemente.
Y: “Cuando la tarde se inclina / sollozando el Occidente, / corre una sombre doliente sobre la Pampa Argentina…” Santos Vega. El alma del Payador (fragmento).
De esta manera, en la tarde noche de la Ciudad de Buenos Aires, a pocos días (20) de mi cumpleaños número 87(siendo Primavera y nacido en Otoño), me despido de vosotros con un abrazo.
A los 08  días del mes de Octubre de 2015.

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