AVISTANDO
LA MAYOR PARTE DE ALISTE, DESDE LA CORONA EL CASTRO DE TOLILLA Y SU SIERRO, Y
DESDE ESA CORONA HASTA
LA RAYA DE RABANALES, FRADELLOS Y TOLILLA EN EL CARQUEISAL (CARQUEJAL) Y EL MONTE
MARQUÉS.
Por
Simón KATON ÁLVAREZ.
Recordado, pensado
y escrito, desde el escritorio de mi casa, en el Barrio de Almagro de la ciudad
de Buenos Aires (Rep. Argentina), con vistas imaginarias a las que fueran
reales allá por los años 38-46, en mi condición de escudero de mi Madre,
primero, y pastor y/o arador de sementeras, después. Siempre con referencia al
mes de Octubre de cada año, que era el mes ideal para observar y ver la mayor
parte de Aliste, desde esa atalaya del Castro y de su empinado Sierro, donde
las nieblas de la madrugada de la Comarca ancladas en el curso de agua de sus
Ríos, hasta que las fuerzas térmicas de los rayos solares las disiparan en la
media mañana; y a eso de las 9 a 10, el contrafuerte algo combado de la Comarca, la Sierra de la
Culebra, le daba una acústica especial a los Campos y Valles que surcaban las
Riberas del Río Aliste, donde ruidos de carros, silbatos y chirridos de lejanos
trenes con sus humaredas y crujidos, y repiqueteos de campanas de los pueblos
que se confundían entre sí, sin precisar origen, llamaban a la Misa de los días Domingos a los fieles, para hacer un
alto en el camino de descanso y reflexión.
A eso se agregaban,
además, los soplidos con resuello de las
máquinas de vapor de los trenes de carga con sus humos entreverados, que en
traqueteos sobre las vías, producían ruidos y sacudidas variadas, que llegaban
atrasados a los oídos – sólo a la velocidad del sonido –, cuando maniobraban en
las playas ferroviarias, o alguna formación de carga iba hacia los confines de
Sanabria-Orense, donde estaba los túneles, que tanto costaron perforar en ese
Ferrocarril en construcción de Zamora / Orense, en su tramo Alistano de Abejera-Riofrío-Sarracín-Cabañas-San
Pedro las Herrerías-su Ruta a Sanabria y +.
Como dije, esa
acústica mañanera de ruidos de mediados de Octubre de cada año, que rebotaban
en las paredes pétreas de la Sierra la Culebra, con sólo mirar, ver, observar y
prestar atención en el oír, daban unas sinfonías campaniles, con mezclas de
ruidos de carros, soplidos de tren con sus humaredas; y en muchos casos, por
las barrancas de Sarracín o Cabañas, los todavía humeantes residuales de los
incendios de la Sierra, que se hacían presente casi todos los veranos, por
aquellos matorrales y plantaciones de pinos, a pesar de los cortafuegos que el
Servicio de Montes venía ensayando desde años atrás; que en algunos casos,
visto así a la distancia, el humo nublaba la Peña el Burro que en perspectiva
se veía desde ese Sierro de Tolilla, o de otras alturas despejadas mirando al
Norte. Peña de referencia, para calcular la hora del mediodía (con sus menos y
sus más), los días de sol, que coincidía cuando la sombra de uno (del
observador), enfilaba derecha con la figura del Burro (sin la cabeza, se veía
sólo del pescuezo hacia atrás), que en términos de distancia media desde Tolilla, en línea recta aérea, andaría
alrededor de los 20-22 kilómetros. NOTA A LA PEÑA
EL BURRO: Allá por Junio de 1938, en el viaje con nuestras respectivas
burras, Negra y Cardona, mi abuelo Simón y yo fuimos a la Feria de
Villardeciervos a vender gurriatos (lechones de meses), que era una feria
especializada para este tipo de ventas; y por el sendero de peatones y
caballerías (estrecho, pedregoso, zigzagueante, con grandes subidas y violentas
bajadas rellenas de piedras duras, alargadas y afiladas, como alfombra móvil sin
sustento), que cruza la Sierra de la Culebra, en la parte de la cumbre, había
un enorme peñasco que mi abuelo me señaló como la Peña el Burro, que en nada se
parecía a la figura perfilada desde la distancia, que además se asociaba para
la forma, con otros peñascos de las inmediaciones separados los unos de los
otros en planos diferentes, pero que a kilómetros de distancia (los 20-22
kilómetros expresados), la superposición visual de todos configuraban la famosa
Peña, entre los término de Cabañas y Sarracín en la cima de la Sierra.
Al bajar hacia
Villardecirvos – más al Norte, cruzando la Sierra, hacia el Valle de Tera, pero
en la zona de la Carballeda del partido de Puebla de Sanabria –, en esa
pendiente pedregosa y resbaladiza, a la vista de Ferreras de Arriba, las burras
para no caerse, en forma instintiva, debían
agacharse sobre las patas de atrás. Y a propósito, en una parte de esas
bajadas en la Sierra, había unas matas de “madroñeros silvestres” cargados de
madroños algo maduros (que a mí no me gustan demasiado, pero tenía hambre), y
yo agarré unos puñados, que luego lavé en un arroyo (lleno de truchas), que
corría en la base de la Sierra, camino de Villardeciervos.
La Atalaya de observación del Castro, y a lo largo
de la Cumbre de su Sierro, hacia el
Noroeste, en las medias mañanas de esos días serenos de mitad de Octubre de cada año, cuando la
Comarca de Aliste potenciaba su claridad visual, y era caja de resonancia de
múltiples ruidos, incluidos los repicares de las campanas de las Iglesias de
los Pueblos llamando a la Misa de los Domingos:
Desde la Corona del Castro: Desde la Corona de este Monte, que
simboliza a Tolilla de Aliste, la visión del panorama hacia el Noreste y
Sureste es espectacular en cuanto a cerros y vaguadas de Río y Arroyos. Del
Noreste hacia el Sur y Sureste, primero se ve el gran cerro longitudinal que se
interpone entre Flores y Tolilla, ocultando de la visual a Flores; luego viene
la depresión lejana del Río Mena, por término de Lober y Flores camino del Río Aliste.Y más de
cerca, mirando al frente, se visualiza la zona urbana del pueblo de Lober de
Aliste en totalidad, y gran parte de su término, colindante con Tolilla y
Mellanes; y en giro, Sur Suroeste, a la
distancia el alto Cerro longitudinal de Mellanes, que expresa la hondonada del
Río (Mena) y sigue hacia la Majadona de Rabanales. En zona más cercana, todo el
término de Tolilla limítrofe con Lober,
hasta el Gran Cerro de Mellanes (que oculta el Pueblo), desde la Marra
de Lober,Tolilla y Mellanes, en las cercanías del Camino a Ceadea de Aliste,
con una vista especial y completa del Campo de Tolilla, el caserío urbano del
Pueblo (Tolilla), con identificación concreta de casas y anexos, y todo el
recorrido del Mena y sus Riberas por Tolilla, desde el ingreso por la Raya de
Mellanes, hasta la salida por la de Lober, con todos los plantíos y alamedas
(de Chopos y especialmente los naturales Alisos que enmarcan al Mena en toda la
Ribera de Tolilla), cortinas de secano y huertas de riego. Y cuando en invierno
llovía mucho y llegaban las riadas, desde la orilla de esa Corona (del Castro),
se observaba cómo el agua del Río cubría toda la superficie de las Huertas,
Calzadas (de Arriba y de Abajo), y con qué grado de urgencia había que llevar a
casa vacas y ovejas (cuando estaban del lado Noreste del Río) en razón del paso
libre de agua de los alrededores del Puente de Piedra de Arriba (La Puente de
Arriba), tanto de la subida del lado del Camino de Rabanales, como de la bajada
del mismo por la Puente, en el tramo de la calzada de la Pradera del Ejido
hacia las Cortinonas; pues el paso de la
Puente de Abajo – previo y posterior -, se inundaba con el agua del Río
desbordado con anterioridad, al estar en nivel más bajo que el de la Puente de
Arriba. De ahí, que si las haciendas venían del lado del Carrascal, por los
Camino de Flores y Fradellos y sus enlaces, había que hacer el Camino de Rodera
de la Base del Castro, hasta la cañada de la Güera (Huera), hacia la Puente de
Arriba, y por ella llegar al Pueblo, subiendo por el Camino de las Cortinonas,
y entrando por Arriba el Pueblo, aunque se viviera en la parte de Abajo, donde
la inundación vedaba la entrada.
El Mirador del Sierro: La visión del Aliste profundo, la
de los Valles y Riberas del Río Aliste, es la que se hacía a partir de la
Cumbre de Urrieta los Chiqueros- Urrieta el Agua-El Carqueisal (Carquejal), en
especial desde este último. Y la visión, más cercana o más lejana de los
núcleos urbanos, era más o menos en este orden: Flores, Valer y Abejera,
invisibles por los Cerros que se interponían e impedían la visión; Fradellos, a pesar de la cercanía, apenas se
divisaba una pequeña punta. Si se visualizaban, mejor o peor según la
distancia: Bercianos , Riofrío, San Vicente, Palazuelo, Campo Grande, Sarracín,
Cabañas, Las Torres de Aliste, Pobladura, Mahide, San Pedro de las Herrerías. Del lado Suroeste,
apenas una parte de Mellanes, por el paso de la garganta del Mena, sí se veía
Ceadea y Arcillera, y se adivinaba Vivinera. Rabanales se ocultaba, de la misma
forma que Grisuela y San Vitero, tapados por cerros cercanos, en cuyas laderas
opuestas, estaban los asentamientos urbanos.
De todo ese lateral
izquierdo de Aliste, de Ceadea al Castro de Alcañices, aunque se adivinaban los
Pueblos (Moveros, Brandilanes y el Castro) los mismos no se veían; y desde la zona del Centro Oeste Alistano, en una
línea imaginaria de Sur a Norte partiendo de: Alcañices- Matellanes- San Juan
del Rebollar- San Vitero- San Cristobal- Gallegos del Campo- Figueruela de
Arriba y Flechas, las urbanizaciones de los pueblos desde el término de Tolilla
no eran visibles. Como tampoco lo eran desde las atalayas de Tolilla todos los
cercanos a la Raya de Portugal, tales como: Santa Ana- San Mamed- Latedo-
Alcorcillo- Sejas de Aliste- Tola- Rábano- Ribas- Trabazos- Nuez- Viñas- El
Poyo- San Blas- Vega de Nuez- Moldones- Figueruela de Abajo- Villarino Manzanas- Riomanzanas- ,etc.
De cualquier manera
las vistas y sonidos más espectaculares, por la Sierra, por la Peña el Burro,
por los incendios, y por los trenes, sus
maniobras, sus silbatos, sus ronquidos y chirridos de arrastre y golpes de
toques entre vagones, en armados y desamados de convoyes, eran las zonas entre
Sarracín y Cabañas; y más especialmente, en el primer tramo entre Cabañas y San
Pedro de las Herrerías.
Hay que destacar
especialmente, que los sonidos, a una distancia media de los 18-20 kilómetros,
dado que la velocidad del sonido es de unos 340 metros X segundo a una
temperatura de 15º C, en los 19 kilómetros de distancia, el sonido tardaba en
llegar al oidor o escuchante, unos 55,9 segundos: (19.000 metros de distancia /
340 metros X segundo = 55,88 segundos – casi un minuto-).
De ahí, que se
vieran primero los resuellos de las locomotoras, por los penachos de humo,
antes que llegaran los sonidos de sus pitos, bocinas o sirenas. Incluso los
chirridos y topetazos de vagones, en el momento de recibir el audio por el
observador, ya no respondían a la
instantaneidad de la vista que se adelantaba al sonido. Y de la buena vista
estoy hablando; de aquella que yo tenía en aquellos jóvenes ojos, que casi
podía asegurar de “encontrar la aguja en el pajar”, como reza el dicho, tanto
en la corta y media distancia, como en
las lejanías.
Y de paso
contarles, que la visión de los campos de Aliste en primaveras con buenas
lluvias, era maravillosa; tanto para la vista en sí, como en contemplación de
la Madre Naturaleza, con la perspectiva de optimismo que anidaba en los
espíritus de los vecinos alistanos, que ya veían en cercanías el balance de un
año de trabajo, esfuerzos y sacrificios, para conseguir los equilibrios de la
“subsistencia”.
A modo de ejemplo,
basta señalar cuando ya en tiempos del verano caía alguna lluvia, sobre las
praderas agostadas y sedientas: Todas las praderas de Aliste, incluidas las de
Tolilla, en sólo un par de noches eran capaces de llenarse de tupidas alfombras
de “Manzanilla”, que era la más adecuada para las frecuentes infusiones como
colagogo y colaborador digestivo,
incluso para el lavado de los ojos con su agua cuando andaban colorados y
legañosos (también se usaban el agua de rosas y las flores de malva con unos
granitos de sal gruesa disuelta, y otras veces con una pizca de ácido bórico).
Yo, durante mi
oficio de Pastor de Marzo de 1943 a finales de 1945, en esas tres primaveras,
no tuve suerte con las lluvias. La del 43 ya fue seca, la del 44 algo más, y la
del 45 fue desastrosa, pues se secaron la mayoría de las Fuentes, y los pastos
para vacas y ovejas casi inexistentes en esas tres primaveras .Salvo la ferrada
del Campo, la Fuente oficial de Tolilla, y la de la Poza de las Fontaninas, el
resto se secaron, aunque muchas de ellas se recuperaron desde el Otoño /
Invierno del 1945, y la Primavera de 1946 – este último de una buena cosecha,
tanto de cereales, cuanto de hierba de los prados y abundantes verduras,
legumbres y patatas –.
Y esto de las
sequías seculares, para mí ha sido un caso paradójico: ”Mis principales
angustias existenciales, durante mi Vida en Aliste, luego de las preocupaciones
por la buena Salud de la Familia Nuclear, fueron las sequías, pues desde muy
niño llegué a comprender la importancia
que tenían las lluvias y el agua, para la alimentación de la hacienda y
la humana en Tolilla de Aliste, y por extensión a todos los pueblos a la
redonda. Dado que memorioso como he sido, seguro que llegaba a captar e
incorporar las preocupaciones de los mayores, en los años de sequía, que eran
frecuentes”. Y acá viene la paradoja: “Por las circunstancias políticas
negativas que afectaron a la Familia, a partir del Golpe de Julio de 1936, tuve
la necesidad de emigrar a la Argentina en Abril de 1951, de manera que con todo
el dolor que significa el desarraigo familiar, esa angustia por la salud de la
Familia, pasó a un grado inferior. Y en la Argentina, aquella angustia de
preocupación por la lluvia y el agua, literalmente desapareció, al estar
totalmente fuera del hábitat del sistema agrícola / ganadero de Aliste, y sin
participación alguna – directa o circunstancial – en este tipo de actividades
en Argentina; aunque las del mismo nombre en Argentina, tienen una dimensión y
envergadura tan grande, que no se pueden comparar con el minifundio alistano”.
Argentina, de Norte
a Sur, en su parte continental, tiene una longitud en línea recta aérea de
3.700 kilómetros. CLIMA:Subtropical, Templado, Medio y Frio. Una superficie (continental)
de 2.780.400 Km2 = 5,5 veces España ( con las Islas Baleares, Canarias, Ceuta y
Melilla, incluidas). Unos 43.000.000 de habitantes (estimados), y un territorio
(salvo en la Cordillera de los andes), llano y fértil, con ríos caudalosos y
navegables, y una costa marítima (continental) del orden de los 4.500
kilómetros lineales. Una Pampa Húmeda: Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa
Fe y entre Ríos, de unos 700.000 Km2 de praderas llanas y fértiles en la Zona
Templada y con lluvias regulares.
Naturalmente, los
datos de Argentina - a efectos
comparativos –, no los he visualizado desde las Cumbres del Castro y de su
Sierro, de los pagos de Tolilla, pero sí los he visualizado en libros y mapas (
y parte en los recorridos geográficos de viajes y otros), con el mismo cerebro,
y parcialmente con los mismo ojos (ya operados de cataratas, el izquierdo el 5
ó 6 de Diciembre de 1992, y el derecho el 16 de Septiembre de 2015). De manera
que tengo visiones – por haber visto y observado –, de los siglos XX y XXI; de
los Hemisferios Norte y Sur; de los continentes Europeo y Americano; de dos
Países Hermanos, que hablan el mismo Idioma, y con muchas costumbres comunes, que
están a unos 10.000 kilómetros de distancia; y, en ambos he tenido Familia: En
España como Heredero, y en Argentina como Cofundador con Lidia Nelly TESTA
SCHROH, a quien conocí el 21 de Junio de 1954, nos casamos el 05 de Febrero de
1959; nuestro hijo Pablo nació el 08 de Agosto de 1961, se casó en 1994 con
Silvia C.TEJEDA ROLDÁN, tuvieron a su hija Paula Jimena el 02 de Mayo de 2006
(nuestra única nieta), y Lidia falleció el 31 de enero de 2011(nos conocimos 56
años, 09 meses y 09 días; y estuvimos casados 52 años, menos 05 días). En
Aliste (Tolilla de Aliste), nací el 28 de Octubre de 1928, día de semana
Domingo, y viví unos 18 años efectivos. Y aunque nunca se sabe, ni cómo, cuándo
y dónde, es de suponer que muera en Argentina, en la ciudad de Buenos Aires o
sus alrededores.
Posible final de mis Relatos Alistanos:
De paso, también
estoy convencido que mis vivencias por las Tierras de Aliste, incluidas las de
Tolilla están agotadas. Y yo, de acuerdo a mi leal saber y entender, comprendo
perfectamente, que esos relatos de los años 30 a los 48-50, de una Comarca
olvidada y aislada desde muchos siglos atrás, con modos de vida y recursos escasos de sólo precaria
subsistencia, donde estaba instalado el espíritu del ahorro en todas sus
direcciones, con el del trabajo, el esfuerzo, la solidaridad por adaptación a
las necesidades, el arraigo de la Familia como sistema de permanencia, y la
austeridad natural en todas sus formas, ya casi no tiene testigos que las hayan
vivido. Y las nuevas generaciones de las tecnologías, seducidas por las
imágenes cuidadosamente orientadas al “consumo
sin esfuerzo, como si fuera la lluvia caída del cielo en zonas húmedas”, en
detrimento de la lectura, la concentración y la atención en el estudio – que naturalmente no es un juego,
y exige deseos, interés y trabajo para
cumplir objetivos en la vida –, no serán capaces de imaginar y entender tantas carencias
esenciales, dado que sus vivencias han sido bien distintas , y tan abundosas y
sin valor económico y emocional, que no podrán darle veracidad a esas
realidades de los 30 a los 50, donde en España, por ejemplo, se sucedió su
Guerra por un golpe militar conspirativo de 1936 a 1939; y en 1939, comenzó la
desastrosa Segunda Guerra Mundial, que concluyó en Septiembre de 1945, más
ambas posguerras de reconstrucción, cuyos efectos principales (negativos),
superaron a la década de los 50.
Y los filósofos
griegos presocráticos, tanto los de la Escuela Milesia /Jonia (hoy Turquía, en
su costa Mediterránea / Mar Egeo), como los Pitagóricos / Crotona (Hoy
Italia-Calabria), los Eleáticos / Elea (hoy Italia, Campania, Nápoles) y otros,
hasta alrededor del siglo V a.C, solían decir: “que toda era de abundancia era el preludio de otra de escasez, si no se
sabía administrar con prudencia”. Y me parece, que en estos tiempos, en
esas estamos 2.500 años después.
Y luego del
recorrido por los Rincones de Aliste, en los vídeos y fotos de los archivos de
mi memoria; un Aliste con sus caseríos, que ya están manifestando las faltas de
mantenimiento, y los enfriamientos ambientales por las faltas de lumbre y sus
calores en los inviernos – donde las cocinas extrañan las seculares
conversaciones familiares, de abuelos, nietos, padres, hijos, hermanos y
sobrinos, donde se iba formando la base de cada personalidad –, me doy cuenta
que mi zoom mental, ora óptico, ora digital, ha tenido un alcance de unos
10.200 kilómetros, sin que los altos cerros de plegamiento geológico de la zona,
hayan impedido la vieja visión, en colores naturales, que lamentablemente, yo
no puedo reproducir en este escrito contextual de los años 40 del pasado siglo
XX. Cuando no había Radios en los pueblos, ni TV, ni teléfonos domiciliarios,
ni vídeos, ni celulares / móviles, ni Internet, ni: “Energía eléctrica – luz
eléctrica –, en el 95% de los Pueblos de Aliste (todos los 07 Pueblos del
ayuntamiento de Gallegos del Río, incluido Tolilla), y otras muchas regiones de
España y el mundo”
¿Qué cómo eran las
comunicaciones? Pues simplemente
presenciales, de palabra; y a la distancia, en España y el exterior, por
carta (manuscrita, o a máquina (las menos) que tardaban en orden nacional de 7
a 15 días y con el exterior de 30 o más días)), donde se cuidaba al máximo la
ortografía, la buena redacción y la caligrafía, esencias que en las juventudes
de estos tiempos nada importan, cediendo posiciones en beneficio de las
apariencias, por ejemplo a las marcas y modelos de zapatillas y conjuntos
deportivos de exhibición y paseo ante la propia comunidad de jóvenes. Hoy para
los jóvenes, y no tan jóvenes el Ser del filósofo Parménides de Elea
(540-470 a.C), vinculado a lo lógico,
ontológico, la verdad y el principio (arché), no registra valor alguno.
Y así de a caballo,
sobre la marcha, contarles que ayer estuve de consulta con la especialista que
el 16 de Septiembre pasado me operó de la catarata del ojo derecho. Me dio de
alta, pues todo está OK, y a partir de mañana (09 de Octubre), ya no serán
necesarias gotas oftálmicas, dado que todo está ya normalizado. El 30 de los
corrientes, tengo turno para la medición de los ajustes de los anteojos, aunque
ya – sin ajustes y a ojos vista –, tanto la visión de la lectura cuanto la de
la escritura, han mejorado sensiblemente.
Y: “Cuando
la tarde se inclina / sollozando el Occidente, / corre una sombre doliente
sobre la Pampa Argentina…” Santos Vega. El alma del Payador (fragmento).
De esta manera, en
la tarde noche de la Ciudad de Buenos Aires, a pocos días (20) de mi cumpleaños
número 87(siendo Primavera y nacido en Otoño), me despido de vosotros con un
abrazo.
A los 08 días del mes de Octubre de 2015.
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