Pregón en Figueruela
Día de la comarca 15.07.2023
Martín Carbajo-Núñez
Biográfia
En este día de la comarca de Aliste,
Tábara y Alba celebramos nuestras raíces culturales y todo aquello que nos une.
Es un día de la hermandad y de la convivencia en que nos sentimos orgullosos de
nuestra tradición, de lo que somos y de lo que queremos ser.
Esta es ya la 32 edición de
este evento festivo: El primero fue en Fornillos, el año 1989 y después en Ferreruela
(1990), Manzanal del Barco (1991), Muelas del Pan (1992 y 1998), Trabazos
(1993, 2002 y 2012), Ceadea (1994), Videmala (1995), Samir (1996 y 2006),
Rabanales (1997 y 2015), Pino (1999 y 2010), Viñas (2000 y 2018), Sejas (2001),
Nuez (2003 y 2011), La Torre (2004), Ferreras de Abajo (2005), Carbajales
(2008), Mahíde (2009), Alcañices (2013), Fonfría (2014), San Mamed (2016),
Domez (2017), Muga (2019), Tábara (2022)…. Y por fin en Figueruela. ¡Ya era
hora! Como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena.
La celebración de año pasado
en Tábara fue un canto a la vida después de la pandemia que a todos nos asustó
y nos mantuvo medio encerrados en nuestras casas. Este año parece que ese virus
nos ha dejado ya en paz, pero hemos tenido incendios devastadores que el verano
pasado pusieron en peligro nuestras casas y destruyeron más de 65.000
hectáreas. Un desastre enorme. Hoy todos juntos pedimos para que esto no vuelva
a ocurrir y para que se pongan en marcha las necesaria medidas preventivas. Sí,
celebremos nuevamente la vida; hagamos que no se extinga.
En la bellísima procesión de
las ofrendas que habéis bailado en la misa se podría haber añadido un poco de
ceniza de esos fuegos, para hacer presente el grito de nuestra tierra, hecha
polvo, ceniza, por nuestros abusos y por el consumismo. Podríamos así pedir que
Dios nos conceda ser cuidadores en vez de generadores de desiertos.
Los que normalmente vivimos
lejos del pueblo tenemos que agradecer a todos los que permanecéis aquí, cuidándolo
y haciendo posible que en verano podamos volver a disfrutar de nuestra casa. GRACIAS.
Hoy damos gracias a Dios por vosotros y os damos un fuerte aplauso.
El Papa Francisco dice que
“cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo
no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona” (Fratelli
Tutti [FT] 182).
¡Qué bonitas palabras! Para
ser plenamente personas necesitamos pertenecer a un pueblo y, al mismo tiempo,
un pueblo no es tal si no respeta a cada uno de sus miembros. Quien renuncia a
las propias raíces, pierde su identidad y no puede establecer relaciones
normales con los demás.
Esto lo he experimentado en
mis viajes. He conocido gente que se avergüenza de su procedencia, se corta el
pelo para que los demás no identifiquen de donde viene y nunca te habla en su
lengua nativa. Al mismo tiempo, he conocido el extremo contrario: aquellos que
se encierran en sus tradiciones y no quieren saber nada del nuevo país en que
viven. Son dos extremos muy peligrosos, pues crean tensiones y no nos dejan
crecer.
Nosotros estamos hoy aquí
porque sabemos quiénes somos, porque apreciamos nuestra cultura, nuestras
tradiciones, nuestra tierra. Cuando viajamos por el mundo nos enriquecemos con
otras culturas, pero en el fondo la nuestra sigue siendo esta de aquí, la de nuestro
pueblo.
El Papa sigue diciendo: “No
me encuentro con el otro si no poseo un sustrato donde estoy firme y arraigado,
porque desde allí puedo acoger el don del otro y ofrecerle algo verdadero. Sólo
es posible acoger al diferente y percibir su aporte original si estoy afianzado
en mi pueblo con su cultura” (FT 143).
¡Qué verdad! Para poder
entrar en relación serena con los demás, necesitamos una base personal firme,
necesitamos raíces, necesitamos apreciar nuestro pueblo con su cultura. Esto
nos lo dicen también los expertos en comunicación social y también nos los
muestra San Francisco de Asís, mi santo preferido. Nos cuentan sus biógrafos
que se pasó una noche entera en oración repitiendo: “Quién eres tú, Señor Dios
mío y quién soy yo”
Si no sé quien soy, no puedo saber
quién es el otro. Todo será ficticio, pantalla.
El papa continúa diciendo que
necesitamos “una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos
ayudemos unos a otros a mirar hacia delante” (FT 8).
Para eso estamos aquí, para
sentirnos parte de esta gran comunidad y para ayudarnos unos a otros a mirar
con confianza al futuro. Quien no tiene pasado, tampoco tiene futuro y se
sentirá estrujado en el presente. Por eso el Papa insiste en la importancia de
los ancianos, “que tienen la sabiduría del pueblo” y también de los niños, que
nos ayudan a mirar hacia adelante.
Seguramente conocéis mejor
que yo nuestras tradiciones y nuestro pasado. Tenemos una gran riqueza natural,
una gran historia, además de magníficas tradiciones culturales y religiosas.
Estamos llamados a preservar
y potenciar la gran riqueza natural que nos rodea. Nuestra sierra de la culebra
está reconocida como espacio natural protegido, Lugar de Importancia Comunitaria
(LIC, 1998) y reserva regional de caza. Sabemos que los castaños y robles formaban
aquí extensos bosques en el siglo XVIII. Junto a ellos, tenemos el alcornoque y
otras muchas especies mediterráneas. Convive con nostros también una rica
fauna, con corzos, ciervos, jabalíes, lobos.
Estamos también orgullosos de
nuestra historia. Nuestros antepasados estaban ya aquí en la más remota
antigüedad y aún conservamos algunos restos de su arte rupestre. En la época
romana, por aquí pasaba la vía XVII, que unía Astorga y Braga. Estos dos
pueblos de Figueruela, solían denominarse “Figueirolas” en la Edad media y de ellos
hay testimonios escritos ya del siglo XI.
Nuestra tradición cultural es
también muy rica. Hace años me sorprendió encontrar en una biblioteca de
Chicago un libro con muchas fotografías de esta zona, en el que aparecían fotos
del Carocho, la Obisparra y también de procesiones, ceremonias. Me hizo
recordar el miedo que pasaba de niño cuando nos sorprendía el Carocho con sus
cencerros y teníamos que correr para que no nos pegara con la pelota de trapo.
Me gustaría estudiar algún
día el significado ritual de esas tradiciones, que los antropólogos suelen
relacionar con el solsticio de invierno. Seguramente enlazan con lo que los
romanos llamaban “Kalendae Januariae”, que de alguna manera
representaban la naturaleza invernal que necesitaba despertar y recobrar el
orden y la vida. Pienso que también el Tizón del 1 noviembre, podría ser una
especie de rito de renovación. En fin, tanta riqueza que tenemos y que aún nos
queda por descubrir.
Tenemos también una rica
tradición religiosa. No conozco ningún otro pueblo que haya tenido en tiempos
recientes tantos frailes y monjas en relación con el número de sus habitantes.
Muchos de esos religiosos han sido misioneros en lugares alejados. Pero esto no
es una novedad para esta zona. A finales del s. IX el monasterio de San
Salvador de Tábara, fundado por San Froilán y San Atilano, llegó a tener más de
seiscientos monjes, seguramente uno de los más grandes. En él se hicieron
algunos de los códices miniados más hermosos de la Edad Media. Parece que fue
destruido por Almanzor, un siglo después.
Entre los siglos XIII-XVI, Figueruela
dependía del monasterio cisterciense de Moreruela, que en sus escritos la
identifica como “Ficarola”.
Nuestra riqueza histórica,
religiosa y cultural es grande y forma nuestra identidad. Tenemos que estar
orgullosos de ello. Al mismo tiempo, sabemos que nos faltan muchas cosas y nos
da tristeza ver que se ha ido despoblando y que muchas zonas están sin cultivar.
Somos parte de la España vaciada, pero no por culpa nuestra. Son muchas las
circunstancias que nos han llevado a esto. Pero esta es nuestra tierra, aquí
están nuestras raíces. ¡Amémosla!
Conocisteis a mi madre
Ascensión. Los últimos años estaba muy enferma de artrosis reumatoide, algo
deformada, pero era mi madre. Nunca dejé de ver en ella esa belleza personal
que no quitan las arrugas ni oscurecen los achaques.
Retorno a las palabras del
Papa, que dice: “No hay diálogo con el otro sin identidad personal, del mismo
modo que no hay apertura entre pueblos sino desde el amor a la tierra, al
pueblo, a los propios rasgos culturales” (FT 143).
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